

SEVILLA, España.- "Le dejo el mantel y sus 12 cubiertos (servilletas) a 7000 pesetas... Bueno, para usté , a 5000..." Cuesta prestar atención a la insistente oferta de José o de sus vecinos ambulantes que exhiben mantillas y otros encajes. No es porque sus trabajos no sean bonitos, sino porque los 50 pequeños patios con bancos de azulejos que representan distintas regiones de la península y las cerámicas que revisten los puentes que cruzan las acequias de la Plaza España llaman la atención, más aún cuando el sol les cae de pleno y los hace lucir mucho más.
Todo el parque de María Luisa tiene un atractivo especial: la romántica glorieta de Bécquer, la Isleta de los Patos, la Fuente de los Leones o los edificios convertidos en museos, ex pabellones de la exposición mundial de 1929. Muy cerca de estos jardines, el edificio que les dio origen, el barroco Palacio de San Telmo.
Más allá de la plaza Don Juan de Austria, la calle San Fernando, en el sur de la ciudad, marca una época que trascendió en obras famosísimas. La fama de atrevidas de algunas de las 3000 cigarreras que liaban tabaco con sus piernas llegó a oídos de Próspero Mérimée y creó la conocida heroína gitana Carmen, que pasó del amor de un militar a un torero, pero murió a manos de su pretendiente despechado y se convirtió en símbolo de la amante española. Hoy, las costumbres de los habitantes de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla son otras, o al menos eso se cree desde que comenzaron a circular los estudiantes de la universidad local que allí funciona.
No todas las construcciones mudéjares son museos en los que sólo se puede estar de visita. Una de ellas, el hotel Alfonso XIII, el más lujoso de Sevilla, al sudeste de la Puerta de Jerez, ofrece habitaciones y salones decorados con azulejos, ladrillo ornamental y hierro forjado para quien quiera, o más bien pueda, darse el gusto de vivir como un rey.
El rito de torear
La afición sevillana por los toros llena las plazas toda la temporada taurina, desde principios de abril hasta finales de octubre. La plaza de la Real Maestranza es una cátedra de toreo cuando el traje de luces comienza a menearse, la muleta roja a engañar, las banderillas dan en el blanco, los picadores meten puya o cuando el revoleo del pañuelo naranja indica el indulto del toro o, finalmente, una estocada marca el fin de la corrida.
Una costumbre que tiene sus orígenes en la de nobles que lanceaban toros a caballo y que, a pesar de muchos detractores, arranca apasionados aplausos que hacen vibrar a Sevilla.
La puerta principal, sobre la calle Paseo Colón; la del Príncipe, por donde salen a hombros los triunfadores de las mejores tardes; la enfermería; la capilla de la Macarena; las caballerizas, y un museo con colecciones de trajes, retratos y carteles que puede ser recorrido por visitantes todo el año. Los que quieran asistir al espectáculo de toros pueden sacar las entradas en la ventanilla de la plaza, siempre que no hayan ganado de mano los revendedores y, justamente, debido a que es habitual se recomienda adquirirlas con anticipación.
Siguiendo una de las calles linderas a la Maestranza, Antonia Díaz, hasta el final, en su cruce con Arfe, está El Buzo, uno de los bares de tapas más tradicionales, especializado en guisos, mariscos y frituras.
Las mejores ofertas para ver y comprar artesanías de la comunidad sevillana están el barrio El Arenal, en el Mercado El Postigo, todos los domingos, sobre la calle Arfe casi esquina 25 de Mayo.
La guapa más venerada
Hay lágrimas que no conmueven, pero las que se mantienen impávidas en el rostro de la imagen de la Virgen de la Macarena llaman mucho más que la atención. Lo mismo que la devoción sevillana que lleva a piropearla y gritarle ¡guapa! infinidad de veces por la calle, cuando en Semana Santa la imagen -realizada por la artista sevillana Luisa Roldán- sale en procesión de la barroca iglesia que la alberga, sobre un paso de filigrana de plata cubierto de flores y velas blancas, y cruza la ciudad rumbo a la catedral. De todas las iglesias barrocas y mudéjares de este barrio y de todas las advocaciones locales, la Macarena es, sin duda, la más venerada.
En este barrio, el mercadito de la calle de la Feria de los jueves y El Rinconcillo, el bar más antiguo de Sevilla, fundado en 1670 sobre la calle Gerona, son dos hitos en los que merece estar más que un rato.
La costumbre de avistar tierra parece usual en el barrio de Triana, que lleva el nombre de uno de los más famosos voceros de la historia americana.
En la otra orilla del río Guadalquivir, antaño, los pagos de don Rodrigo de Triana fueron un reducto gitano, cuna de buenos toreros, navegantes y flamencos.
Hoy sigue siendo el feudo de las clases trabajadoras y en sus calles cubiertas de macetas multicolor -como Pelay y Correa o en la plaza del Altozano, donde está la famosa freiduría Kiosko de las Flores- se rinde culto a las artesanías en cerámicas. Sobre todo, en la calle Antillano Campos, que conserva la tienda de azulejos más famosa de Triana.
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