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Las cosas que aprendí de mis hijas




El mes pasado se me presentó el desafío de escribir una nota acerca de mi madre, de lo que había heredado de ella. Digo "desafío" porque en general tiendo a subrayar lo distintas que somos, de lo cual me jacto. Y esto, paradójicamente, es un rasgo heredado (actitud que ella tiene para con su propia madre, mi abuela). Al grano, estuvo bueno el ejercicio, y hete aquí que hoy me dieron ganas de repetirlo, pero en relación a mis hijas. No vamos a decir "lo que heredé" de ellas, sería incorrecto... sino más bien lo aprendido con ellas, a partir de ellas.
Apreciar la tecnología y el pensamiento científico: Oh, sí, en primer lugar este ítem rebuscado. No son ellas dando el ejemplo (jugando con la computadora) sino que, como ya saben, hija mayor nació de kilo y medio y siete meses... y yo que venía en una onda natural excesiva, rechazando la estática de cualquier máquina, me vi agradeciendo que la Humanidad hubiera inventado la Medicina, aquella incubadora que la controlaba, el saturómetro que medía en nivel de oxígeno en la sangre y avisaba de sus apneas, etc. Mi niña me bajó a Tierra, a esta Tierra civilizada, de una Mundo que se equivoca, pero también acierta.
Abrirme a los extraños: Esto también ya fue mencionado. Mis hijas me enseñaron, aquí sí con ejemplo, a darme con cualquier –pero cualquier- extraño. En una plaza, en la farmacia, en el taxi, en la puerta del jardín, sin ir más lejos.
Caminar lento: Nunca pensé que aprendería a caminar taaaan lento. Y en esa lentitud descubrir las pelotitas rojas de tal planta, el movimiento del cuello tipo la Mona Jiménez de las palomas, graffitis, hojas de varios colores, por mencionar sólo algunos mini-hallazgos.
"A ponerse linda": Aquí vale decir que la maternidad en un primer momento me hizo perder toda coquetería. Pero ahora, de a poco, con ejemplo e insistencia de hija mayor, voy recuperándola: "ponete las calzas, pintate las uñas, peinate el flequillo al costado, mami". Todo sea por complacerla.
Jugar a decir estupideces: Todo el tiempo me obligan a este juego. A asociar palabras al azar... y a reírme sumándole términos "chanchos": nube de pis, caca con café, chuchi con arroz, aceituna de p*do. Juá, juá.
Disfrutar del simple hecho de pintar un papel: Con crayones, lápices, marcadores o témperas. Y sí, antes me parecía un acto insulso, qué pelotazo. Ahora lo vivo con goce, como una terapia para la mente que disfruta deteniéndose.
Hacer de los baños de inmersión algo cotidiano: Oh, sí. Esto fue una vuelta a mi infancia. Ya lo saben por el escrito del agua del pasado jueves. No siempre me cuelo, pero sí cada tanto, dos o 3 veces por semana, cuando hay tiempo.
A expresarme en caliente, sin tanto filtro y no guardar rencores: Esto es un ejemplo que me dan todos los niños. Escupir el enojo sin tanto reparo, y ya luego, a otra cosa mariposa. A veces necesito un tiempo de digestión del hecho, pero siempre, indefectiblemente, perdono y de vuelta abrazo.
Y en general y para no hacer un escrito quilométrico: a dormir con profundidad (cuando por fin se duerme), a contar autos rojos cuando viajamos, a retar con amor (idealmente), a cantar para otros, a lidiar con el desborde de las emociones, a estar alerta como un samurái en espacios atiborrados de gente, etcétera. En otras palabras y haciendo síntesis, mis hijas me enseñaron y enseñan a ser mamá. Ni más ni menos.
¿Y a ustedes?
PD: Y siendo que el aprendizaje es recíproco (algo les estaré enseñando), les dejo este video. El primero hecho por China.


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