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Libros sin fronteras

El lema de la Feria fue la excusa para que tres pensadores se explayaran sobre la utopía de un mundo en el que la cultura estuviera al alcance de todos, más allá de cualquier tipo de barreas




Como siempre cuando se trata de la Feria (conocida así entre los escritores más sobresalientes de la literatura contemporánea), este año el evento tendrá un lema ambicioso e inquietante: "Libros sin fronteras".
Es decir, textos a los que todo el mundo tiene acceso a partir de la abrumadora información a la que estamos expuestos o a la que tenemos acceso, según quien lo mire; libros que trascendieron la vida, la muerte y hasta el crimen del que fueron objetos; letras que se cuelan por todos lados desde que la globalización nos estalló en la cara como una granada de realidad.
Sin fronteras. Eso es lo que sí funciona, lo que cada vez abunda menos, lo que se quiere derribar desde todos los sectores, sectores que van desde la política a la poesía, que no es poco y a la vez es nada, porque las fronteras siguen existiendo.
Ambicioso lema el de este año. Inquietante, como ya dijimos. Extraño, tanto para los lectores como para los autores, que también opinaron sobre el tema.
El escritor Alvaro Abós, autor entre otros de La Baraja trece , "que el libro no tenga frontera es una utopía hermosa, aunque desgraciadamente irreal".
Abós hace una reflexión sobre el tema, y apunta: "Hay fronteras, claro que las hay, y la primera la tiene el propio lector con el idioma: la mayoría sólo puede leer los libros en la lengua que conoce. Yo, por ejemplo, estudié y aprendí portugués para poder leer a Fernando Pessoa y a Clarice Lispector", lo que no es habitual en el común de la gente".
Abós apunta una tercera frontera, que no es otra que la económica. Y se pregunta: "¿Quién puede comprar todos los libros que quiere? Esa es una frontera dura, hostil, yo la conozco bien porque he sido muchas veces pobre -dice con gracia- y sé lo que es esa limitación. Incluso he aprendido muy bien las estrategias para vencerlas, como ir a leer en las bibliotecas públicas o comprar libros en librerías de viejo".
Finalmente, el autor de Macedonio Fernández. La biografía imposible , opinó que él tiene fronteras interiores, que son los géneros. "Igual que los seres humanos -dijo- los libros también están etiquetados y son las librerías los que los dividen en compartimientos: novela argentina, novela latinoamericana, ficción, no ficción, y demás. Yo he sufrido este gueto con mi Al pie de la letra. Guía literaria de buenos Aires , que representó un problema para los libreros: no sabían dónde poner el libro y hasta lo recluyeron en ese horrible lugar que se titula varios".
El escritor Federico Andahazi, autor, entre otros libros, de El anatomista , dijo: Quienes hemos tenido el extraño privilegio de participar de Ferias tan remotas como la de Moscú o la de Helsinki, la de Pula o la de Estambul, hemos podido comprobar que la patria de los libros es, acaso, más extensa que cualquier otra. Tal como se vislumbra en la obra de Borges, para quienes somos lectores, el universo literario suele rebelarse al universo real y, muchas veces, reescribir su historia. Por encima de cualquier opinión más o menos laudatoria, la Feria del Libro es, a su modo, la efímera materialización de este mundo sin fronteras, cuyo único elemento es la palabra".
Y finaliza Andahazi: "Y no se trata de aquel concepto, cuando menos engañoso, que alude a la globalización; al contrario, si la globalización es la imposición de los dogmas nacidos en la metrópoli, la literatura se forja en las pequeñas aldeas que, a fuerza de resistirse a los embates del mercado, terminan haciéndose universales".
Ernesto Schoo, autor, entre otros, de Cuadernos de la sombra (memorias de infancia, Editorial Sudamericana, cree firmemente en que "ni el tiempo ni la distancia son obstáculos para la difusión del libro: puedo leer hoy a Platón o a Shakespeare ( dialogo con los muertos , como diría Quevedo, con metáfora algo macabra pero exacta), a cualquier autor escandinavo o africano ganador de un Premio Nobel. La traducción, tan injustamente acusada de traidora, es el instrumento de este intercambio fecundo. Las fronteras que hoy se le oponen, provienen de factores exógenos. Primero, la prepotencia del Mercado (escribámoslo con mayúscula: es el nombre de la deidad que rige los destinos del planeta), para el cual sólo tendría valor - y derecho a ser conocido y disfrutado - "lo que vende", según encuestas y estadísticas más o menos caprichosas. En el mismo nivel, el matonismo de los regímenes autoritarios que, a menudo bajo pretexto de preservar supuestas tradiciones o modos de vida, legislan, mediante arcaicas censuras, sobre lo que la gente debería y no debería leer.
Schoo termina diciendo: "Y no olvidemos las todopoderosas leyes de la economía (otra vez el Mercado ), determinantes de que libros editados en países que hablan nuestro mismo idioma tengan en la Argentina precios fuera del alcance de la mayoría de los lectores".

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por Redacción OHLALÁ!


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