LIVERPOOL ( El Mercurio , Santiago, Chile).- Esta es una ciudad en éxtasis, que decidió tirar la casa por la ventana para celebrar su condición de Capital Europea de la Cultura 2008. El calendario se mueve a un ritmo vertiginoso en todos los frentes: arte, literatura, danza, teatro, deporte, gastronomía y, por supuesto, música. Con la excitación propia de las grandes celebraciones, la cuna de The Beatles vive su mejor momento.
Y Liverpool es una ciudad rara: a quien llega por aire lo recibe nada menos que John Lennon, pues en el aeropuerto que lleva su nombre hay un pequeño submarino amarillo y un cartel que cita un verso de su canción Imagine : "above us only sky" (sobre nosotros, solamente el cielo). La sensación para el viajero es clara: ha llegado a la tierra de The Beatles.
Al que viene por tierra, en cambio, lo reciben los suburbios. Cuadras y cuadras con casas idénticas que reflejan la pobreza y el abandono de los barrios que despidieron el siglo XX peor de lo que lo comenzaron. Pero esa imagen es fugaz y se está esfumando. El nuevo milenio le ha hecho bien a Liverpool, especialmente desde que en 2003 fue elegida Capital Europea de la Cultura 2008 está experimentando un proceso de renovación imparable.
En estos días aquí se respira actividad y orgullo. Echando a volar la imaginación se puede decir que tiene un aire a Brasil, porque todo es definido como lo más algo del mundo : dicen que Saint George Hall es el edificio neoclásico más bello del planeta; la catedral anglicana, la más hermosa; el arco chino, el mayor fuera de China.
El pato amarillo
Para enamorarse de Liverpool a primera vista es mejor verla desde el río que la cruza y la marca: el Mersey. Es desde allí que se tiene la mejor vista de la ciudad, la que enmarcan las llamadas Tres Gracias, un trío de edificios que define su horizonte y ha sido reflejado en miles de fotografías y postales: el de la empresa Cunard, cuna de la industria naviera británica; el de la sede del puerto, con su distintiva cúpula azul, y el Royal Liver, primer rascacielos de Gran Bretaña con sus grandes torres conquistadas por esculturas de pájaros y relojes eléctricos.
Las Tres Gracias son además la puerta de entrada a una zona dominada por muelles. Uno de ellos, el Albert Dock, es una de las renovaciones más exitosas de los nuevos tiempos y uno de los puntos centrales de este año cultural ( www.albertdock.com ): hace unos años no era más que un conjunto de bodegas abandonadas; hoy es un área bullente llena de bares, restaurantes y una oferta cultural de primera línea. Ahí están la Tate Liverpool -segunda galería de arte contemporáneo más grande del país-, el Museo Internacional de la Esclavitud, el Museo Marítimo y la sede de The Beatles Story, especie de parque temático en miniatura que repasa la historia del grupo desde sus inicios; www.beatlesstory.co.uk . También es el punto de partida para el tour acuático The Yellow Duckmarine , graciosamente bautizado en honor a Lennon-McCartney y compañía, que viaja por el río y sus canales en un camión de la Segunda Guerra Mundial reconvertido y pintado... de amarillo, claro.
Lo obvio, lo inevitable de Liverpool son los Beatles. Pero la ciudad no vive sólo de ellos. Hay decenas de museos y galerías que ofrecen verdaderos festines culturales, de los clásicos de la Walker Art Gallery a los experimentales de la Fundación para el Arte y la Creatividad Tecnológica FACT.
Los que disfrutan de la arquitectura pueden apreciar algunos de los edificios más interesantes de Europa. La religión aporta dos joyas, dos catedrales ubicadas cara a cara en Hope Street. Una es la anglicana -la más grande del Reino Unido y la quinta del mundo-, una imponente construcción neogótica que destaca por su color rosado, su monumental torre central y su espectacular órgano de 10.268 tubos. La otra es la católica, o Metropolitan Cathedral, construida en la década del 60; un edificio que derrocha modernidad, con un interior de vitrales de color y luces de neón, y una cúpula que simboliza una corona de espinas blancas.
En el ámbito civil, la competencia por el edificio más grandioso es dura, aunque para muchos no hay nada como Saint George Hall, el edificio favorito del príncipe Carlos. Construido en los prósperos años del siglo XIX siguiendo los cánones del neoclasicismo es -con sus columnas de estilo griego- un hito en la historia de la ciudad. Sirvió de sala de conciertos, corte de la corona y centro de exposiciones.
Los amantes del deporte tampoco se pueden quejar. El Liverpool es, sin duda, uno de los equipos de fútbol más famosos del Reino Unido. Y el más exitoso: ganó más campeonatos nacionales que ninguno y fue cinco veces campeón de Europa. No es fácil conseguir entradas, pero vale la pena hacer el esfuerzo para ver un partido en su estadio, el Anfield. Si no se tiene suerte, el museo está abierto todos los días. También están la tradicional carrera de caballos de Aintree -en el hipódromo del mismo nombre- y las regatas en el inmejorable paisaje urbano del Mersey. Este año hay una que quiere dejar sin aliento a quienes las siguen. Entre el 18 y el 21 de julio desfilarán en el puerto más de 100 barcos históricos que luego viajarán a Noruega y Holanda.
Y ahora, sí. Hablemos de música. Y de los Beatles, obvio. Desde los años 60, los cuatro melenudos han sido los mejores RR.PP. de la ciudad. Para los amantes del grupo, Liverpool es sinónimo de la meca. La atracción por antonomasia es The Cavern, el ahora mítico club donde los Beatles hicieron su debut en febrero de 1961 y donde conocieron a Brian Epstein, que muy pronto se convertiría en su manager. Son sus dueños los que organizan cada año la Semana Internacional de los Beatles, que en 2008 se realizará entre el 20 y el 26 de agosto ( www.cavernclub.org ).
No hay mejor centro de operaciones para seguir la ruta del grupo que éste. Allí se puede averiguar sobre todos los sitios sacros relacionados con el grupo: las casas, los colegios, las calles y cuanta parafernalia se pueda pensar.
Pero el llamado Merseybeat tiene mucho más que ofrecer. Cientos de bares, clubes y salas de conciertos se toman en serio una única misión: no dejar que la fiesta decaiga. Es que hoy la música sigue tan activa como siempre, y grupos como The Coral, The Zutons y The Black Velvets mantienen viva la leyenda de Liverpool como fuente de inspiración y cuna de la cultura musical británica.
La belleza de mirar
Por último está el mar. Cien pares de ojos lo miran en Crosby Beach, al norte de Liverpool. Son 100 esculturas de tamaño real, obra de Anthony Gormley, uno de los artistas británicos más destacados de la escena contemporánea.
Se trata de un centenar de cuerpos desnudos mirando hacia el mismo punto en el horizonte. Miden 1,89 metros, como su autor, y están dispersos en un área de tres kilómetros. La obra se llama Another place ( Otro lugar ) y es un trabajo en movimiento. Cuando la marea está baja, las esculturas se exhiben de pie a cabeza, sin pudor; cuando el mar sube las va cubriendo y escondiendo. Hoy, ya más oxidadas por la sal y vestidas de algas, es uno de los atractivos imperdibles de quienes se aventuran a Liverpool en este año capital para la ciudad y sus alrededores.
Carolina Robino
Dónde comer
El local del momento se llama Alma de Cuba. Situado en San Pedro, una antigua iglesia católica, le debe su fama principalmente al diseño que conserva parte de los adornos religiosos. Funciona como bar y restaurante, con un menú rico en carnes y mariscos.
En Albert Dock hay un puñado respetable de locales informales y multiculturales. Desde cafés italianos hasta The Spicy Lounge con sus platos indios, pero en versión modernilla.
Si quiere comer a la inglesa, lo mejor es The Philharmonic Dining Rooms, en la esquina de Hope y Hardman Street. Su interior de paredes de madera e incrustaciones de cobre es famoso en todo el país. Tiene un comedor principal y dos bares bautizados en honor de los compositores Brahms y Liszt, y los baños de hombres, con sus urinales de mármol, son casi una institución cultural. Tanto que se permite la entrada de mujeres, previo permiso. Era uno de los locales favoritos de John Lennon.