Los pasos de un emprendedor sustentable
Creó la empresa sustentable Greca y la organización civil que edita la revista Ecomanía. Hoy, está al frente de GreenBondi, desde donde asesora a empresas y organismos de gobierno sobre las herramientas para lograr un cambio de paradigma.
29 de junio de 2014 • 00:20
Lucas Campodónico promueve el paradigma de la sustentabilidad desde Greca, Ecomanía, GreenBondi y la Bio Guía. - Créditos: Constanza Rosman
Por María Eugenia Maurello
Siendo un niño, Lucas Campodónico percibió que no había un único modo de vida posible. La pauta se la dieron sus padres, que lo criaron vinculado con la naturaleza y alejado del hiperconsumo. En su casa, él y sus hermanos jugaban con muñecos de trapo, no existía la idea de pasar horas mirando televisión y, a diferencia de los cumpleaños de sus amigos, en el suyo su mamá hacía todo con sus propias manos. Durante el secundario, comenzó a notar que su destino tenía que ver con lo creativo y, a su vez –y a su pesar–, también con lo comercial. Así es que, poco a poco, se fue amigando con esa idea de moverse en esa dicotomía y, sin proponérselo, se lanzó como emprendedor. Inventó un torneo de fútbol con jugadores despojados de camisetas de clubes, de bajo costo, sin árbitro. Se escapó de los cánones e hizo que el protagonista fuese el juego y no la competencia. Esa primera experiencia le dio impulso y, a fines de los años 90, mientras estudiaba Ciencias de la Comunicación Social (UBA), abrió el bar El Ángel en San Isidro. Implementó una idea de trabajo poco convencional: logró que los empleados tuviesen participación en las ganancias. Con esa acción, sin saberlo, comenzó a transitar prácticas que después él mismo entendería como sustentables. Luego continuó con otros proyectos similares y, en 2008, cuando advirtió que podía reutilizar centenares de botones de colores que iban a parar a la basura, fundó Greca (junto con Rocío González), la empresa que diseña accesorios y objetos con ese material de descarte. Entonces, Lucas entendió que le hacía falta un marco conceptual para eso que venía haciendo de modo casi intuitivo. Investigó y armó Ecomanía, la organización civil que promueve un paradigma basado en la sustentabilidad y que propone adoptar nuevos hábitos a través de una revista. Así comenzó a indagar en el mundo de lo sustentable y a salirse de las definiciones clásicas. Es que, para él, tiene que ver con el "sentido común", que es lo opuesto al "sentido individual". Entonces, "la sustentabilidad es la implementación individual del sentido común", explica.
A los emprendimientos iniciales sumó la Bio Guía y GreenBondi, el colectivo (social) verde que también aboga por un cambio de paradigma. Él y sus compañeros hacen que otras organizaciones, privadas e incluso organismos gubernamentales, se desarrollen en los términos de la sustentabilidad. GreenBondi nació en respuesta a los pedidos de asesoramiento que recibía de distintos organismos. Lucas no tardó en dar respuesta; es que, para él, todo aquel que haga un proyecto sustentable y que crea en lo que hace logrará que le vaya bien. Sencillo: "El mundo va hacia eso". Y es tal la convicción con que lo expresa que inmediatamente contagia entusiasmo. E insiste en que la tarea empieza por uno. No hace falta "convertirse en un hippie". "Es clave comunicar que la sustentabilidad es transversal", dice. Que la puede adoptar una maestra, un colectivero o un médico. Basta con entrar en su hogar; ambientado casi en su totalidad con muebles recuperados, donde la separación de residuos es algo absolutamente natural y el cuidado del agua y de la energía ya es una constante. En ese sentido es que él promueve el happytalismo, idea de su propio cuño que, aunque reconoce que es muy complejo subvertir el sistema productivo, sí cree que se puede intentar un modo no salvaje. "Que sea más feliz y sensible", sostiene. Que exista un mercado con más emprendedores sociales y con consumidores responsables, ahí está su propósito.
Hoy, a los 34 años, se da cuenta de que le está pasando aquello que alguna vez le anticipó Pedro Tarak, uno de sus referentes, y es que Lucas ya encontró "su manada". Tal es así que lleva adelante cuatro emprendimientos en los que trabajan dieciocho personas, que, a su vez, tienen como fin principal informar para que cada vez sean más los que adhieran a una vida sustentable.
Y, aunque no le agraden las definiciones taxonómicas al momento de pensar una síntesis de sí mismo, dice que se convirtió en "empresario activista". Que busca mediar entre realidades dispares, como puede ser el hecho de acercar, justamente, a un empresario de una multinacional con un emprendedor social desconocido. Es ahí, en esa intermediación, donde él se siente cómodo: "Puedo estar en el lugar más high hablando alemán y, después, en un barrio muy complicado tomando mate", dice.
En ese andar cotidiano, la satisfacción de Lucas está en "generar impacto". No en vano todo lo que hace, en definitiva, tiene que ver con la búsqueda por desnaturalizar y encontrarse con un leguaje vivo, abierto, en el que los significados no sean únicos. Que siempre haya otras lecturas posibles.
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