El casi sofocante calor que hizo el sábado último no sólo pobló las playas de la costa atlántica: el rigor del sol también invitó a darse el primer chapuzón en las piscinas bonaerenses. La pileta del hospedaje Los Viejos Ombúes, en Capilla del Señor, a unos 85 kilómetros de Buenos Aires, asoma en medio de diez hectáreas arboladas.
Los privilegiados huéspedes, que lograron reservar las tres únicas habitaciones (03223-492536), por ejemplo, compartieron las jornadas con los visitantes,que vinieron a pasar el día. Todos pudieron disfrutar del restaurante, la piscina, la cancha de tenis y las cabalgatas.
Unos y otros comieron bajo la arboleda, en mesas individuales, nadaron y jugaron tenis.
En otro sector apartado y también boscoso se realizó el brindis y el almuerzo de un elegante agasajo nupcial, a la vista de un vallecito verde, donde retozaban algunos caballos.
Si al lugar le faltara algún detalle de distinción, esto cambió con la llegada de los más encumbrados visitantes, que habían reservado más de una docena de cubiertos, desde el aeropuerto internacional de Don Torcuato. Ocho helicópteros sobrevolaron el verde predio de Los Viejos Ombúes y allí, aterrizaron uno detrás del otro.
En general, los visitantes que no se privilegian con la visión obtenida desde los helicópteros, arriban a la histórica población en automóvil.
También se puede realizar un vuelo en globo -más silencioso, primitivo y fascinante-, que con despliegue de colores asciende desde Los Viejos Ombúes, a razón de 120 pesos, y un mínimo de dos pasajeros aferrados en la canastilla (cuatro como máximo). La tarifa no está incluida en el costo del alojamiento.
Entre sabores e historia
Pasar el día, con almuerzo (bebidas aparte) y merienda, uso de la piscina y la cancha de tenis con piso sintético, cuesta 28 pesos. Hospedarse un fin de semana cuesta 90, por persona. Incluye desde el desayuno del sábado hasta la merienda del domingo y tres comidas.
Las actividades opcionales se pagan 5 pesos, por ejemplo, por media hora de cabalgata y 15, para que los expertos tomen una hora de clases con el fin de mejorar su equitación o practicar salto.
Durante la semana suelen recibirse grupos, pero los visitantes individuales que quieren hacer uso de la piscina o jugar tenis pagan los días hábiles un precio muy económico y también acceden a comidas ligeras y de parrilla en el quincho, a un paso del solárium.
La joven anfitriona, Paola Cándido, elabora platos centrales que compiten con el asado parrillero, siempre precedido por empanadas. Hornea pechugas rellenas y prepara pollos al champiñón y lomo de la casa, bastante codiciado.
Vale la pena hacer una recorrida por la zona urbana considerada de carácter histórico para admirar viejas edificaciones, como la de la esquina de Sosa y Belgrano, donde vivió el poeta y músico ciego Mariano Monsalvo, o la de Mitre y Escalada que fue frecuentada por Dardo Rocha y Domingo F. Sarmiento.
No está lejos el campo que fue de José Hernández. Capilla también fue uno de los mojones en las infatigables recorridas del padre Fahy. Pero pocos evocan, que en la etapa primitiva del pueblo -desde mediados de octubre de 1806- fue lugar de confinamiento de catorce oficiales y soldados ingleses, siendo uno de ellos asesinado por un desconocido, que lo enlazó por los hombros y lo arrastró desde su cabalgadura.
También llegaron hasta allí ecos de los ataques españoles a la costa del Paraná, después de la Revolución de Mayo.
Cómo llegar
A Capilla del Señor se llega por el Acceso Norte y la autopista Panamericana -por el ramal a Pilar- con un peaje de 1,50 peso, y se continúa por la ruta nacional 8, para después sobrepasar el cruce con la ruta provincial 6 hasta dar con el inmediato desvío pavimentado a la derecha, conocido como la ruta provincial 39.
Después de recorrer por allí 15 kilómetros se toma el desvío de tránsito pesado de la ruta provincial 193, que enseguida hace que se divisen los carteles de Los Viejos Ombúes, a mil metros del centro.
Francisco N. Juárez