Hay cosas que no tenés que hacerle a tu amigo varón porque es una amistad que tiene sus límites; hay que saberlo. Por ejemplo, decirle de ir al cine y nunca averiguar nada de la película que estás yendo a ver y ni siquiera tener intuición como para el título. O podés hacerlo, claro, y pagar las consecuencias.
El sábado a la noche fuimos al cine con Pedro, estábamos los dos desprogramadísimos y yo no había salido de casa desde la noche anterior. Lo convenzo y lo llevo a ver lo que terminó siendo una clásica "girlie movie" pero de las peores. Casi pierdo la vida en ello.
-¿Vos me odiás a mí, no? ¿Cómo me haces algo así, cómo me traés a ver esta cagada?
Pedro me habla en el medio de la película.
Cartas a Julieta. De las peores películas que vi en los pasados años.
-Shh... la mina es linda por lo menos...
-Ni siquiera. Callate vos que me estoy tomando el tiempo para ver cuándo me levanto y salgo rajando.
La cara de indignación del otro era tan grande que no pude contener la risa y nos tentamos unos buenos 10 minutos sin poder parar.
Cuando entrás en esa es difícil remontarla. No hay nada que te salve.
Sobreactuada, una historia de amor tonta, Gael no zafa ni por lindo y Vanesa Redgrave menos. ¿Por que uno no puede levantarse del cine? Por la fortuna que pagó, supongo...
Cuando terminó (porque llegamos al final) Pedro me arrastró de la bufanda a una pizzería grasienta en la que hacen una pizza (gorda) igual de grasienta, y me obligó a bajarme medio litro de cerveza, fugazzetta y fainá de entrada. No ofrecí mucha resistencia tampoco ahora que lo pienso.
Ni las ondas rusas... soy una fiesta de carbohidratos y grasas saturadas. Lunes a líquidos. Buen comienzo de semana para todos.
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