MARBELLA, España.- La plaza central de Marbella, durante las calurosas tardes de junio, siempre se encuentra atestada de gente. Las mujeres usan vestidos típicos de amplios volados y adornos florales en el pelo. Los hombres visten de corto, con botas de montar y el tradicional sombrero andaluz.
La música suena omnipresente, acompañada por el batir de las palmas y el bullicio general. Varios grupos bailan diseminados por el parque, mientras los sones del flamenco -la música más genuina del folklore andaluz- se instalan por fuerza propia en cada uno de los espectadores y los invita a moverse acompasadamente.
En los quioscos que pueblan el parque el bullicio no es menor, la gente se arremolina para conseguir una ración de jamón serrano, un plato de paella, un pincho moruno o unos pescaditos fritos que serán acompañados por un blanco de montilla bien fresco o un tinto de verano (especie de sangría). Estamos en plena Feria de Marbella, acontecimiento que se organiza en torno de las fiestas patronales y que, durante tres días, trastrocará el ritmo tranquilo del casco histórico de esta ciudad a orillas de la Costa del Sol española.
La acostumbrada siesta será abandonada por unos días para recorrer las callejuelas adyacentes a la catedral y escuchar los diferentes grupos musicales que tocan en cada placita o terraza dejándose llevar por ese ritmo que inunda todos los meandros de la ciudad, en una orgía de sensualidad y hedonismo que sólo puede detener momentáneamente la corrida en la plaza de toros, para -luego- seguir la juerga hasta bien entrada la noche.
Mar y cultura
Desde Estepona hasta Nerja, en unos 50 kilómetros ininterrumpidos de playas, se abre la Costa del Sol. Uno de los sitios veraniegos más famosos y concurridos en el entorno del Mediterráneo, donde se destacan nombres como el exclusivo Puerto Banús, la elegante y cosmopolita Marbella, la morisca Benalmadena, la tradicional Torremolinos o Fuengirola.
Es cierto que para aquellos habituados a las amplias playas del Atlántico o las doradas arenas del Caribe, las magras bandas de arena o, a veces, pedregullo que dominan las playas de estas costas pueden parecer decepcionantes. Pero este aspecto, aunque resulte extraño, es irrelevante.
La fuerza, la belleza, la vibración, el ambiente de esta región, todo está dado por un entorno paisajístico impresionante, donde el azul del mar contrasta con el blanco de la arquitectura morisca y el verde de las colinas próximas; por un pasado cultural que aflora en cada piedra, cada castillo, cada iglesia; por una forma de vida que se explicita en la belleza del canto, la música, el baile, la gastronomía, y por un pueblo maravilloso que, ayudado por un clima bondadoso, no puede menos que volver magnífica la estada en esta región.
Finalmente, también por una infraestructura turística de primer nivel que cubriendo una amplia gama de posibilidades permite hacer todo lo que uno puede desear: actividades deportivas de las más variadas, una amplia gama de ofertas de entretenimiento -tanto diurno como nocturno- y, al alcance de la mano, ciudades como Sevilla, Córdoba o Granada.
Todas las luces
Marbella es, seguramente, la más conocida de las playas de la Costa del Sol. Una ciudad que se ha transformado en el centro de la movida y donde se concentra lo más granado del jet set internacional. Artistas, ejecutivos, modelos, hombres de negocio, millonarios del mundo entero, anclan sus fastuosos yates en la próxima marina de Puerto Banús, uno de los 17 puertos deportivos que se escalonan a lo largo de la costa.
La vidriera indiscutida del puerto al atardecer, después de un día de playa, es el camino de la ribera, en forma de U, que encierra los muelles. Para acceder con el auto a este paseo hay que estar entre los pocos privilegiados que, tras un pago de 1500 dólares mensuales, disponen de la llave que abre la barrera que da acceso.
Para ponerle la tapa
A lo largo de esta costanera de no más de un kilómetro, se escalonan bares y restaurantes, tiendas de las marcas más famosas y negocios que venden artesanías o artículos deportivos.
Se impone comenzar sentándose en la terraza del Espartaco Santoni o del Tomato, algunos de los bares más concurridos, para tomar un aperitivo o una cerveza bien fresca acompañada por unas tapas y mirar apaciblemente la fauna que se mueve ante nuestros ojos, mientras el sol se recuesta sobre la blanca arquitectura morisca del complejo que rodea el puerto.
Los autos de las más cotizadas marcas se desplazan a paso de hombre, recreando la ancestral vuelta del perro, y no es raro ver un Rolls con vidrios polarizados que traslade hacia el yate a un jeque árabe con todo su séquito. La noche puede continuar en el celebérrimo Cipriano o en el no menos conocido Antonio, para gozar de una cena (30-50 dólares por persona, sin bebida) que nos brinda el abanico impresionante que ofrece la cocina andaluza: gazpacho, paellas, frituras de pescado, jamones serranos, ternerita a la sevillana, terminando con un queso manchego macerado en aceite.
Los vinos de Montilla o los del Condado de Huelva acompañan a la perfección carnes, pescados y frutos de mar. Para aquellos que disponen de un presupuesto más modesto, muchos de los restaurantes brindan un menú turístico que por sólo 10 dólares ofrece entrada, plato principal y postre.
Deportes náuticos
La playa de Puerto Banús, playa Levante protegida por el espigón, es una pequeña caleta con aguas muy calmas, como lo son en general las del Mediterráneo. Aquí no existen las carpas, pero se pueden alquilar sombrillas de paja, tipo caribeño, y reposeras. Para gozar de una playa más abierta podemos trasladarnos hasta Marbella. Está bordeada por una hilera de altos edificios que la separan del casco antiguo de la ciudad.
Hay muchas posibilidades de realizar deportes náuticos. Se puede alquilar jet-ski, hacer esquí acuático, pero sobre todo realizar deportes de vela, ya que los vientos constantes de la región la hacen muy apropiada para la navegación de vela y el wind-surf, deporte del que se realizan muchos torneos durante todo el año.
Entre Marbella y Málaga (unos 50 kilómetros) se extiende un rosario de centros veraniegos, entre los que se debe mencionar a Benalmadena, con un puerto deportivo que se destaca por su arquitectura totalmente blanca, con reminiscencias magrebinas.
Pero la Costa del Sol no es sólo una continuidad de magníficas playas. La naturaleza ha dotado a esta zona de unos hermosos parajes que sorprenden a todos los visitantes: la belleza agreste e impresionante de los Montes de Málaga, los espectaculares Pueblos Blancos de la Serranía de Ronda o las reservas ecológicas de la Andalucía Verde. La Costa del Sol, un lugar de privilegio para gozar, donde se conjugan la naturaleza, la cultura y los placeres terrenos.
Marcos Joly
- Datos útiles
Los precios que se dan a continuación son orientativos y en dólares.
Transporte
Avión
Buenos Aires-Madrid (1200/1400)
Tren
Ave Madrid-Málaga (100)
Auto
Alquiler de un vehículo mediano, por día (60/80)
Alojamiento
Hotel (habitación, base doble)
Cinco estrellas (200/300)
Cuatro (140/220)
Tres (70/120)
Dos (40/80)
Comidas
Cena a la carta (30/50)
Almuerzo turístico (9/12)
Fast food (5)
Especialidades: pescados, mariscos y embutidos
Excursiones
Pueblos blancos, un día (40)
Granada, con Alhambra (50)
Aquapark, Torremolinos (8)
Información
Oficina de Turismo de España. Florida 744. 322-7264.
Entre héroes y leyendas
MARBELLA.- El clima templado, la escasez de lluvias y la brisa marina conforman uno de los atractivos de este litoral que reúne variados matices de las culturas mediterráneas.
Si de leyendas de creación se trata, el sitio no se va con pequeñeces y apela al más promocionado de los héroes: Hércules hijo de Zeus, que para adueñarse de los bueyes de Gerión separó a Europa del norte de Africa creando el mar Mediterráneo y las costas que lo circundan.
Para que quedara constancia de su trabajo, dejó dos columnas, una llamada Abila, en la costa africana, y otra Calpe, en el peñón de Gibraltar. La Costa del Sol recibió la temprana visita de fenicios, griegos, cartagineses y romanos que dejaron aquí no pocas huellas. Pero es la dominación islámica la que dejó la marca más profunda no sólo en la atmósfera oriental de muchos de sus pueblos, sino en aspectos fundamentales de la cultura, como la música y la arquitectura.