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Más que un sueño americano

Elegido por miles de extranjeros que decidieron quedarse, San Miguel de Allende sorprende con su belleza y mantiene su identidad mexicana, aunque su comida ya no pique tanto




SAN MIGUEL DE ALLENDE (De un enviado especial).- Muchos lo nombran como el pueblo gringo de México, por la cantidad de estadounidenses que se han instalado aquí. Son el 15% de la población, estiman, aunque la mezcla ya confunde a los estadistas. Salvo los que andan en bermudas con sus camisas dentro del pantalón, no es fácil distinguir cuántos nacieron en el extranjero o son de segunda o tercera generación en el país. Lo cierto es que, incluso con rasgos anglosajones en su español mexicano, casi todos se muestran parte de esta tierra y le han dado un perfil único.
San Miguel de Allende está en pleno Guanajuato, estado mexicano hasta la médula, aunque extrañamente sofisticado. Es precioso, colonial, con faroles, colores pastel y calles en envidiable estado de conservación. No se trata de un pueblo for export , pero se presenta ante los turistas como un pueblo boutique , porque es pequeño y muy elegante.
Las propuestas culturales son parte de la esencia de esta ciudad de 60.000 habitantes y buenos ejemplos de la mixtura. Uno de los más importantes es el Festival Internacional de Cine Guanajuato, también conocido como Expresión en Corto (así se llamó durante años). Es un encuentro de cortometrajes, pero a pesar del formato pequeño de las películas está pensado a lo grande y logró fama internacional. Han pasado por aquí, sin cobrar ni un dólar de cachet, Tim Burton, Oliver Stone, Spike Lee, Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu, Juan José Campanella... "Se enamoran de esta plataforma y no son tontos, saben que aquí están sus futuros competidores", dice Sara Hoch, la directora del encuentro, que nació en Estados Unidos, pero se nombra a sí misma como una sanmiguelense más. Su oficina está en la Fabrica La Aurora, inmenso centro de arte y diseño con galerías contemporáneas, locales de antigüedades, tiendas de diseño y accesorios chic.
También se cuida cada detalle en los restaurantes y hoteles de alta gama de la ciudad, instalados en casas coloniales recicladas, o en espacios muy locales como La esquina, un museo del juguete popular mexicano.
Más de 2000 piezas de la maestra Angélica Tijerina conforman una exposición imperdible, dividida en tres salas: Jugando a la casita , con muñecas y enseres de cocina de diferentes estados del país; Compañeros inolvidables , con autitos, camiones y animales-mascotas, y la feria , dedicada a fiestas tradicionales. Son juguetes rústicos y artesanales que representan la dinámica social y cultural del país. Hay exponentes de la fridomanía, ídolos de la lucha libre divididos en rudos vs. técnicos, bandas musicales en miniatura y una vitrina dedicada a los muertos y llamada Ya estiré la pata .

Un ómnibus llamado tranvía

"En cuestión turística -continúa Hoch-, festivales como el nuestro ayudan a conservar la esencia del pueblo. Las inmobiliarias venden la ciudad como un centro de arte. Pero estábamos dejando de serlo para convertirnos en un pueblo de bienes raíces." Es tan linda y tranquila la ciudad que la compra de propiedades por parte de extranjeros es hace años un tema polémico.
En los años 90 se llegaron a pavimentar calles y a reciclar casas históricas más de la cuenta, algo que sigue ocurriendo en algunos casos. Pero lo más discutible para muchos sanmiguelenses es la adaptación a los precios extranjeros: todo cuesta un poco más que en otros pueblos y las salsas, aseguran, ya no son tan picantes como en otros tiempos.
Lo que se mantiene inalterable es su plaza, frente a la parroquia de San Miguel Arcángel, construida a fines del siglo XIX e inspirada en las construcciones de estilo gótico de la Europa medieval. Cuentan que la diseñó un albañil, basado en una fotografía de la catedral de Colonia.
A 92 km de la ciudad de Guanajuato y 276 km de la de México, San Miguel de Allende fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, en 2008. Entre sus atractivos cuenta también con un curioso mercado de artesanías, cuyos puestos se ubican sobre las calles Juárez y Mesones y ofrecen piezas en hierro forjado o latón, lámparas y muebles antiguos entre su mercadería típica.
Para ver los veinte sitios principales de la ciudad hay unos ómnibus turísticos llamados tranvías (su carrocería simula la de un vagón) que recorren la zona en poco más de una hora y ofrecen dos estaciones: el Paseo del Chorro, que es un parque con antiguos lavaderos públicos, y un mirador sobre la calle Salida Real. El circuito incluye parte de la escenografía natural de películas como El padrecito , filmada aquí y protagonizada por Mario Moreno Cantinflas.

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