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Música y solidaridad

El festival Segundo Trueno reunió a una multitud en el parador Arenabeach; la consigna, ayudar




MAR DEL PLATA.- Vamos, vamos .. pasen y vean. Que la playa no sólo se vive con la luz del día. Que los encuentros masivos no son una exclusividad del más caliente rock and roll. Y que la arena y el mar pueden ir de los verdes a los rojos más intensos, gracias a esos fuegos artificiales que estallan allá arriba, y pintan de un color y otro la espuma de las olas y las pendientes de los médanos.
Médanos en los que parece que brota gente. A la luz de la luna, llena e inmensa, se ven esas cabezas que asoman entre los tamariscos. Una presencia que se va extendiendo más y más, casi sin dejar huecos sobre la playa, y llega hasta los vallados previos al escenario. Son miles, decenas de miles.
Todos listos para vivir el Segundo Trueno, un megaespectáculo nocturno y al aire libre que patrocinaron Speedy y Telefónica, y se vivió a puro ritmo y emociones en el parador Rock & Pop Beach, uno de los pilares del complejo Arenabeach.
Una propuesta tan ambiciosa que demandó dos escenarios distintos. Uno, habitualmente utilizado para los recitales; el otro, improvisado sobre la playa abierta, de cara al mar.
La fiesta comenzó temprano, con las últimas luces del día, con un cuadro de danza de Maximiliano Guerra, el bailarín que acorde a la particular platea que enfrentaba eligió una de sus últimas creaciones: Argentino , compuesta por música de La Bersuit.
Una gala que en la platea se vivió, en muchos casos, con remeras al viento acompañando los temas del Pelado Cordera. "En mi vida pensé que iba a ver un espectáculo de ballet, pero ¡Qué bueno está!", admite Mariel, de Mendoza, que no para de aplaudir a los artistas.
Luego llegó La Bomba de Tiempo, una banda de percusión que justifica su nombre. Sus tambores retumban y generan unos ritmos musicales que hacen imposible mantener quietos los pies.
Y la única forma de mantener quieta a la multitud fue con un show que obligara a apuntar todas las miradas al cielo. Sí: fuegos artificiales imponentes. Hubo una cuenta regresiva del público y cuando el cero llegó con fuerza de ovación y orden, comenzaron diez minutos a puro estallido que, iluminaron no sólo el parador de R&P, sino el resto de los balnearios a la vera de la ruta 11, al sur del faro.
"Nunca había visto algo igual en un lugar así", cuenta Melisa, de Ensenada, que no para de sacar fotos con su celular. Como tantos otros cientos o miles, que iluminan con esas pequeñas pantallas las proximidades del escenario, donde ya no cabe un alfiler.
A esa multitud enfrentó luego la banda encargada del cierre de una noche espectacular: Los Cafres. Luego de una previa con un show de láser, estos intérpretes del mejor reggae tocaron e hicieron bailar a todos casi hasta medianoche. "Nos vimos un show impresionante y pagué sólo un kilo de arroz", contaba Matías, de 24, un rubio de pelo rasta y remera con la imagen de Bob Marley en el pecho.
Es que Segundo Trueno es una oportunidad de ayuda a lo que menos tienen. Para acceder al balneario había que entregar un alimento no perecedero que se destinó a dos ONG de esta ciudad. Porque diversión y solidaridad sobre las arenas marplatenses también caminan de la mano.
De nuestro corresponsal

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