Mi hijo más chico, que había abandonado y retomado el chupete como 3 veces, ayer lo usó por última vez.
Hemos decidido que ya era suficiente. Le dijimos que se lo había olvidado en un negocio (pobre! encima lo responsabilizamos a él!!).
Durmió bien, pero hoy a la mañana (bah, 5:30 AM) tuvo flor de recaída y empezó a pedirlo muy lastimeramente.
Me agarró con un SPM importante, así que me costó un Perú no flaquear. Terminé llorando yo misma en el baño, sintiéndome la basura más absoluta y prometiéndole regalos, sorpresas y compensaciones.
Ahora juega acá a mi lado, mientras mira Wall-e, que trato de no mirar porque me parece muy triste y estoy con la lágrima fácil.
Nicolás no estaba de acuerdo con todo este tema del abandono del pacificador, pero terminé convenciéndolo.
Qué fiaca tener que negociar todo. Tener que persuadir al otro de que lo que uno piensa es lo correcto.
Cuando estoy con SPM, todo me parece una pérdida de tiempo.
Ah, ya que estamos les cuento: anoche llamó mi nuevo jefe para invitarnos a Nico y a mí a comer a la casa. Nico quiere. Es mañana.
En fin...