Oda a Silviangelina

El sábado fuimos a una fiesta. Por suerte no tenía nada que ver con San Patricio ni con vestirse de verde. Era el cumpleaños de un amigo en común. Los dos fuimos con muchas ganas de encontrarnos con amigos y disfrutar. No pasamos toda la fiesta juntos, sí mucho, obvio, pero no somos de esas parejas que en ámbito social está pegoteada y se mueve en bloque.

A eso de las 3 y pico, Silvia me preguntó si ya estaba como para irme a casa. Yo estaba empinando mi tercer o cuarto Fernet (hay un punto en que uno pierde la cuenta) y pasándola realmente bien. Claramente no estaba para irme a dormir . Ese podría haber sido un tema de pelea, pero la verdad es que Silvia lo tomó con total naturalidad, y me dijo " yo estoy cansada, me voy para casa , ¿no te molesta?"

Eso es práctica habitual. Cuando vamos juntos a una fiesta, ella suele irse antes para esperarme en la cama, dormida o leyendo. Sin ningún problema, toma la iniciativa, me alienta a quedarme y me despide con alegría. Y se va con mucho glamour. Se va medio "Angelina". Pensé que esta situación se vería afectada por nuestra reciente convivencia, pero sigue igual, y es realmente un gesto que la distingue de otras mujeres.

Mudarse con una novia implica, en el ideario colectivo, la pérdida de numerosas libertades por la continuidad del proyecto.

Bueno, en ese lugar común nosotros no caemos . Y no creo que sea por mérito mío, en este caso, si no de... Angelina. En lo social, es la mina ideal: descontracturada, independiente, curiosa, culta, que tiene sus propios planes y no sólo permite sino que alienta los míos.

Otro aspecto en que Angelina es muy comprensiva es el fútbol. No sólo no protesta ante mi tendencia un tanto intensa de mirar cualquier partido en la tele, sino que jocosamente pasa por al lado mío y riéndose pregunta "¿juega hoy ‘Mouche-la-p...-que-te-parió’?" (porque yo nunca lo nombro sin gritarle ni insultarlo). Además, hace una muy digna imitación de Riquelme que nos hace reír mucho.

Creo que lo que genera que tengamos esa relación tan libre y tan buena (salvo cuando tenemos nuestras discusiones, obvio, o cuando contraponemos nuestras diferencias en cuanto a las pequeñeces de la vida cotidiana), es que nos hayamos conocido hace años y, sin ser grandísimos amigos, hayamos compartido muchos momentos en tono de amistad. Cuando ustedes nos hacen comentarios preguntando cómo yo la soporto o ella me soporta a mí, lo que quizás tenemos que aclarar es que nosotros nos divertimos burlándonos ... ella me trata de freak y yo de caótica, y aunque algunas peleas se inician como bromas y terminan mal, la mayoría de las veces nos reímos el uno del otro.