

ORANJESTAD, Aruba.- Antonio Croes está sentado a una mesa junto con una pareja entrada en años. Al advertir nuestra presencia salta de su silla como impulsado por una catapulta y se abalanza sobre nosotros. Bajo, menudo, de pelo entrecano, tiene la sonrisa amable, la conversación fácil y el abrazo más fácil aún. "Pasen, pasen. ¿Qué quieren tomar?", invita, mientras nos rodea los hombres y nos lleva dentro de Zeerover, una casona construida sobre la playa con techo de paja del que cuelgan infinitas banderas de todo el mundo, pisos de baldosas gastadas por el tiempo y paredes multicolores de las que cuelgan viejos timones de barcos, algunos cuadros indescifrables y adornos de dudoso gusto.
Zeerover, que en holandés significa corsario, es el epicentro social de Savaneta, la zona más residencial de la isla, a unos 15 kilómetros al sudeste de la capital Oranjestad, y funciona como muelle de desembarco, pescadería, bar, restaurante, club social, quiosco, almacén de ramos generales...
Tras acercarnos una cerveza helada, Antonio comienza con una larga lista de preguntas sobre nuestro origen, ocupación, motivos de la visita y demás, en un español perfecto que luego irá intercalando con el inglés, el holandés, el papiamento y hasta el alemán a medida que vayan llegando los visitantes y vaya repitiendo esa especie de ceremonia con cada uno de ellos.
"No, no soy el dueño del local; soy su public relations manager -explica con seguridad, en una aseveración que no condice en lo más mínimo con las características del lugar-. El dueño es Iki, el señor que está en la mesa", agrega y señala al hombre entrado en años que luce una camiseta sin mangas manchada por sudor.
Mientras continúa la charla sobre las bondades de la isla y las características de los platos típicos, el local poco a poco se va llenando de lugareños que hacen una escala luego del trabajo y antes de regresar a casa. Los obreros fabriles se unen a otros prolijamente vestidos y vinculados con la industria turística, y todos se confunden con las decenas de viajeros de todo el mundo que vienen hasta aquí escapando de la versión turística de la isla mientras surgen las conversaciones más diversas e inverosímiles.
Por eso, pese a ser poco más que la media tarde, las escasas mesas apenas si logran contener la enorme cantidad de botellas de cerveza vacías que se aprietan sobre los manteles de hule. En el aire, el olor del pescado frito se mezcla con el perfume de las señoras bien vestidas, mientras la única moza del lugar hace lo imposible por contentar a los clientes que, entre charla y charla, pugnan por una bebida helada que ayude a sobrellevar el intenso calor de la tarde arubiana; mientras, un jukebox bastante desvencijado atruena con cumbias y vallenatos colombianos.
"¿Van ahora a San Nicolás? ¡Qué bien! Ahí van a descubrir más de la verdadera Aruba... ¿Conocen el camino?", dice Croes mientras nos despide, como si éste fuera otro mundo.
La primera colonia
San Nicolás está apenas a 10 minutos de viaje de Savaneta, en un recorrido por calles y carreteras bordeadas por casas de una planta llenas de jardines de un colorido inusitado.
La ciudad fue el primer asentamiento europeo en esta isla y supo de tiempos prósperos, como cuando a fines del siglo XIX se comenzaron a explotar las minas de cerro Colorado. Algunas décadas más tarde, y ya con los yacimientos agotados, desembarcó en esta ciudad la Standard Oil que instaló una refinería para el petróleo que obtenía en Venezuela. La llegada de la petrolera actuó como un imán para trabajadores de la región que venían aquí en busca de un futuro próspero. Cuando la planta dejó de funcionar en 1985, todos pensaron que San Nicolás se convertiría en un pueblo fantasma, pero el fuerte impulso que tomaron el turismo y las demás industrias locales (Aruba tienen una cervecería, una planta productora de productos con aloe vera, planta típica de la isla, y otra petroquímica) permitió que continuase manteniendo su personalidad y vitalidad, que se manifiesta en la impronta anglosajona que, gracias a la ex petrolera de origen americano, se nota aquí como en ninguna otra parte de la isla.
La calle principal es la Main Street y recorre la ciudad de Este a Oeste. Entre locales de ropa, tiendas de alimentos y otros rubros se suceden las viviendas de los trabajadores. Y a medida que se avanza hacia la zona fabril, el ambiente y el aspecto de la calle van cambiando, hasta que cerca del final de la calle aparece el Charlie´s Bar.
Y así como el Zeerover es el punto neurálgico de Savaneta, el Charlie´s es el de San Nicolás. Fundado en 1941 por Charlie y Marie Brouns, matrimonio holandés que llegó a Aruba escapando de la Segunda Guerra Mundial. Abierto como bar y restaurante, el lugar fue ganando fama ya que los buzos solían colgar en sus paredes y techos algunos de los objetos que encontraban en el fondo del mar. Con el tiempo se convirtió en una especie de museo y hoy sus paredes y techos están atestados de los objetos más increíbles, entre los que se destacan las patentes de autos de los lugares más insólitos del mundo. De hecho, en la misma puerta de entrada, una placa azul y amarilla que reza Boca campeón habla del paso de otros compatriotas por el bar.
Manejado por sus descendientes, el Charlie’s tiene fama internacional y para gran parte de los que llegan a la isla es una cita obligada. "Sí, tuvimos que ampliarlo un poco porque no entraba la gente... Además abrimos un local con merchandising porque los clientes se llevaban los vasos y los platos", comenta Charlie III, nieto del fundador y quien hoy está a cargo del local.
Entre parroquianos y visitantes, las toscas mesas de madera son el sitio ideal para sentarse y escuchar buena música, ver algún partido de fútbol o simplemente relajarse y dejar transcurrir el tiempo.
Cuando la tarde cae, los alrededores del Charlie’s empiezan a cobrar otra vida. Desde las casas en las que hasta hace apenas unas horas reinaba el silencio, comienza a sonar la música caribeña, en tanto jóvenes señoritas van invadiendo de a poco las veredas e invitan a pasar a tomar un roncito y a bailar unas rumbas dentro de las viviendas, mientras en el aire se va creando un clima de fiesta caribeña, autóctona y original.
DATOS UTILES
Cómo llegar
A Savaneta y San Nicolás se llega en una media hora de auto desde Oranjestad. Hay servicios de & buses desde y hacia el centro.
Dónde ir
- Zeerover. Sobre las playas de Savaneta.
- Charlie´s Bar. Main Street 56, San Nicolás ( www.charliesbararuba.com )
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