El viernes mismo, mientras estaba charlando con mi ex, me llamaron para que continuara el trabajo que empecé la semana pasada. Una segunda parte, por así llamarla. Lo novedoso y bienvenido fue/es que esta vuelta no me convocaron para escribir para papel ni web, sino para hacer entrevistas (para video). ¡Bien!
A ver si me explico. Disfruto mucho la escritura, sobre todo cuando, como es el caso de este espacio, me dan absoluta libertad para hacerlo. Pero cuando lo ÚNICO que tengo que hacer es escribir (léase: estar sentada frente a una computadora, sin conexión en lo real con otras personas), termino desequilibrándome. Ya de por sí nuestra cultura hiper-tecnológica tira hacia una vida cada vez más sedentaria, y mentalmente sobre-estimulada.
Por ello, y porque de verdad soy muy amante de vincularme cara a cara y del movimiento, este último tiempo venía rogándole a Señora Abundancia que el próximo trabajo me diera la posibilidad de salirme un rato de mi cáscara... ¡y de poner el cuerpo!
Y hete aquí que Señora Abundancia se hace la sonsa pero tarde o temprano afloja. Así que el viernes recibí finalmente una propuesta para un trabajo -breve por el momento- que me permitirá lo que tanto estaba pidiendo: trabajar "en vivo y en directo". Relacionándome presencialmente con otras personas.
No pido compañeros de trabajo con los que matear e intercambiar comentarios (aunque a veces también fantaseo con ello), pero sí, cada tanto (cada vez más) trabajar desde los diálogos, moverme en el espacio, expresarme con gestos o mirarnos esquivamente a los ojos... aun en silencio.
¿Qué creen? ¿Qué característica de su trabajo más padecen?
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