Por las vías del Valle Sagrado, en tren hacia Machu Picchu

El viaje no será por las sendas tradicionales de los habitantes originarios -que el turismo convirtió en uno de los trekkings soñados por los caminantes del mundo-, sino en una de las formaciones que llegan hasta Aguas Calientes, llamado también el pueblo de Machu Picchu. Desde ahí subiremos hasta la ciudadela sagrada, en un último tramo en ómnibus.

Sobre rieles es la manera de llegar en menor tiempo y casi sin esfuerzo. En nuestro caso, ni siquiera debimos caminar para alcanzar el convoy, ya que nos hospedamos en un hotel de Urubamba -el Tambo del Inka-, que tiene su estación privada, a 200 metros del hall, para viajar directamente a la ciudadela. La misma se puede visitar, está claro, en plan-mochilero o con muchas más comodidades. Hay propuestas incluso más lujosas, como la del tren Hiram Bingham, que ofrece aperitivo de bienvenida, alta gastronomía y traslado exclusivo hasta el santuario.

El camino de a pie también tiene sus privilegios, ya que suele realizarse con ayuda de porteadores, lugareños que cargan la mayor parte del equipaje de los pasajeros, incluidas las carpas y la comida. El esfuerzo, de todas maneras, es mucho mayor que hacerlo en tren.

La caminata clásica es de cuatro jornadas, aunque puede ser de dos o una. En el primer caso, el punto de partida es el kilómetro 82 de la vía férrea, en un puente que cruza el río Urubamba. Desde nuestro vagón -el primero de la formación 601- vemos a turistas que aprovechan las vías para caminar sobre ellas (hasta que oyen al tren y se corren a un lado) en algunos tramos antes del puente, donde empiezan a caminar por los senderos de montaña.

Son tres los trenes que hacen el recorrido turístico hasta Aguas Calientes (hay un cuarto, sólo para locales). El más lujoso, Hiram Bingham, tiene un único servicio diario de lunes a sábado. El servicio intermedio es el de Vistadome y el más económico, el de Expedition, que ofrecía el servicio para mochileros, hasta que fue reciclado. Los últimos dos (con varias frecuencias diarias) son formaciones similares, con grandes ventanales y parte de sus techos transparentes para disfrutar mejor del paisaje.

La mayoría de los viajeros empieza el recorrido en Cusco, capital histórica de Perú ( Qosqo en quechua significa ombligo del mundo ). Su estación de tren más cercana, a quince minutos, es la de Poroy. Desde ahí hasta Aguas Calientes hay 3,5 horas de viaje. Para sentirlo más corto, muchos dividen este tramo en dos. Viajan primero hasta Ollantaytambo, a 2,5 horas de Cusco, visitan desde ahí los atractivos del valle (ver aparte) y vuelven a tomar el tren al día siguiente, hacia Aguas Calientes. Otra buena opción es ir en ómnibus o taxi de Cusco a Urubamba (72 km) y descansar ahí junto al río, visitar los alrededores y completar el recorrido a la mañana siguiente, en tren.

Miguel Vergara, nuestro guía, visitó Machu Picchu más de cien veces. La primera vez fue a los 8 años, para acompañar a su padre, también guía de la región. "Cada vez encuentro algo distinto", asegura. Nunca viaja sin su bolsita de coca, por tradición y para evitar los problemas de altura. Cusco está a 3400 msnm y en el camino se atraviesan los 4200. La ciudadela se ubica más abajo: a 2490 msnm.

Miguel despalilla tres hojas, las sopla y, antes de colocarlas en su boca, nombra montañas sagradas y pide deseos. No usa catalizadores para acelerar su proceso, pero sí les pone stevia natural para disimular su sabor amargo.

Entre montañas, el circuito permite ver las terrazas con plantaciones de maíz, frutas y papas, de las que hay más de 3800 variedades. También se atraviesan vestigios de los caminos ancestrales. "Se estima que los incas construyeron 40.000 km de caminos empedrados", explica Miguel.

El arribo es a las 9.24. Al salir de la estación de Aguas Calientes se atraviesa un mercado que, además de artesanías, tiene gorras con visera, protectores solares y lentes oscuros, fundamentales para los que llegan a esta hora y olvidaron los suyos. Hay que tener en cuenta que el equipaje en el tren no puede ser voluminoso; el máximo es 5 kg.

El ómnibus hacia la ciudadela se toma a tres cuadras de allí. Sale cada diez o quince minutos, a medida que se completan los asientos. El viaje es de media hora y cuesta US$ 15,50, ida y vuelta. Antes de ingresar en el predio hay un servicio de guardaequipajes, a 5 soles (9 pesos) por todo lo que entre en una bolsa de plástico que ellos otorgan.

Llegar poco antes del mediodía a la ciudadela no es el mejor plan, por el sol (no hay casi refugio) y la cantidad de gente. La mayoría de los tours coincide a estas horas, de manera que lo mejor es pensar alternativas.

Una opción es quedarse una noche en Aguas Calientes. De esa manera se puede visitar Machu Picchu a última hora (hasta las 17.30 hay ómnibus) y conocer la montaña de Wayna Picchu al día siguiente, que tiene dos horarios de ingreso (a las 7 y a las 10) y un límite de 200 personas por turno.

Wayna Picchu es la montaña que aparece en la mayoría de las fotos de Machu Picchu. Tiene importantes restos arqueológicos. El ascenso hasta ahí es por una escalinata, hasta los 2670 msnm. Para obtener uno de los cupos se debe solicitar un sello en el ingreso al santuario de Machu Picchu, entre las 5.45 y minutos antes de las 7, hora en que suelen terminarse.

En Aguas Calientes hay hospedajes de diferentes categorías y muchos restaurantes en sus calles empinadas, intercalados con locales de artesanías. Para almorzar es mejor hacerlo en el pueblo que en el Sanctuary Lodge, único hotel montado junto a la ciudadela. Su restaurante buffet es elegido por la mayoría de los tours, pero no es la mejor opción culinaria. Su gran ventaja es que resulta un buen refugio cuando uno sale acalorado del predio. Pero para comer, mejor abajo.

A Machu Picchu pueden ingresar 2500 visitantes por día. No suele completarse este cupo, pero conviene comprar la entrada con un par de días de anticipación, para no llevarse sorpresas.

Desde Aguas Calientes hasta la ciudadela se puede llegar también caminando. El recorrido es de 8 km y se realiza en, aproximadamente, una hora y media. Los que quieren llegar de a pie para entrar también en Wayna Picchu, lo recomendable es salir entre las 4 y 4.30, con linterna.

Llegar de a pie es parte de la experiencia de la región, un tributo a un pueblo caminante que tuvo en los chasquis –o mensajeros, que trabajaban por sistemas de postas– la representación de la voluntad en el imperio inca. "El hombre andino tiene esa fuerza y esa inspiración, gracias a las montañas. Hemos sido adaptados, con pulmones más grandes y pies más anchos –concluye Miguel–. Nos queda seguir como hombres caminantes, como seres de luz, porque no hay un punto final."

La vuelta en el tren incluye un desfile de moda que tiene a los dos tripulantes como modelos. Utilizan el pasillo como pasarla y cambian de vestuario en el pequeño baño entre los vagones, para exhibir diferentes opciones de tejidos. Lo hacen después de servir el snack y antes de que anochezca y alcanzar la última estación que, en este caso, es casi la puerta del hotel.

Entre Cusco y Machu Picchu está el Valle Sagrado de los Incas, un mundo por conocer, muchas veces relegado por quienes vienen solamente a visitar la ciudadela sagrada. Se caracteriza por sus paisajes verdes y sus tesoros ancestrales, en una zona ideal para descansar, lejos del movimiento que hoy tiene la hermosa Cusco... que irá en aumento. Estiman que allí, en los próximos cuatro años, habrá diez nuevos hoteles, con una inversión de 250 millones de dólares.

El valle se ha convertido en refugio de artistas y viajeros que se quedaron. Para visitarlo, sus extremos son Pisac y Ollantaytambo; entre ambos se destacan los pueblos de Chinchero y Urubamba.

La zona tiene reliquias como Moray, un sitio arqueológico con forma de anfiteatro. Se cree que fue un centro de experimentación agrícola.

En Pisac, los domingos se celebra misa en quechua. Urubamba es considerada la capital del valle y tiene un clima privilegiado, para disfrutar junto al río. Propone caminatas y cabalgatas, además de canotaje, ciclismo de alta montaña y bungee jumping, entre otros deportes.

Chinchero tiene construcciones que reflejan el paso de los españoles, como su iglesia del siglo XVII, y uno de los mejores mercados de artesanías. Ollantaytambo es el más turístico y se encuentra junto a un sitio arqueológico construido sobre dos montañas, que pudo haber sido una fortaleza o templo solar.

Aéreos . LAN ofrece hasta tres vuelos diario a Cusco. Desde Buenos Aires, en clase económica, el ticket cuesta desde 3524 pesos. Ventas y consultas, por el 0-810-9999-526. www.lan.com

Trenes. De Cusco a Aguas Calientes, ida y vuelta, cuesta desde US$ 142 en el Expedition, US$ 159 en Vistadome (ambos con servicio de snack) y US$ 329 en Hiram Bingham (con almuerzo, cena, guía y transporte exclusivo al santuario). De Valle Sagrado a Aguas Calientes, desde US$ 82. Más, en www.perurail.com

Tambo del Inka Luxury Collection Resort & Spa. Es una opción de alta gama en Urubamba. Cuenta con spa de lujo, piscinas temperadas y un restaurante con platos peruanos y novoandinos. Cuenta con su propia estación de trenes. Tiene habitaciones desde US$ 200. Para 2013, su tarifa será de US$ 275 en habitación superior, más impuestos. Informes y reservas: (+ 51-1) 518-6500. www.luxurycollection.com/tambodelinka

Machu Picchu. La entrada al santuario cuesta para adultos extranjero, S.126 (unos $ 225). Estudiantes y niños extranjeros hasta 15 años: S/.63 ($ 112). Hasta los 7 años no pagan. Tickets y más datos, en www.machupicchu.gob.pe