El viernes finalmente me junté con mi ex, Mariano. ¿Recuerdan aquel encuentro casual fallido que tuviéramos hace 2 meses? Bueno, desde entonces que me había habilitado verlo, si así lo sentía y viendo que marido no sólo estaba de lo más relajado al respecto, sino que -además- un par de veces me insistió para que lo hiciera, no perdí mucho tiempo.
Fue raro y liberador hacerlo. Fue sano. Fue humano.
Me gustó verme saliéndome del manual de las relaciones (lo conveniente, lo que se debe) para encontrarme con un ser querido. Me gustó saber que, pese a que ya no es más mi chico (uf, qué raro suena ese "mi"), sigo sintiendo por él afecto, cariño.
No me interesó, por otro lado, escucharlo admitiendo esto o aquéllo (cosa con la que hace unos años me hubiera deleitado), al contrario. Sólo sentía ganas de hacer autocrítica, y de pedirle disculpas por actitudes chiquilinas, por todo aquello que en su momento hice y defendí a rajatabla... desde el miedo o desde la ignorancia.
Ví fotos de su hijo, de sus sobrinos, de su última novia, de su familia. Y hablamos de trabajo.
Tuve la certeza de que todo es perfecto, de que cada vínculo significativo viene a enseñarnos algo (por no decir muchísimo)... y que si bien muchas veces las relaciones se terminan, la conexión profunda sigue latente, por mucho que la neguemos.
Como frutilla del postre, cuando volvíamos a casa en su auto, lo ví a marido cruzando la calle frente a nuestro edificio. "Pará, perate que te lo presento". Nos bajamos del auto y voilà, Fede, Mariano... jajaja. ¡¡¡Vieran cómo se sonrieron!!! No recuerdo bien qué se decían (oh, sí, también hablaban entre ellos) y en un momento me miran y yo les digo: "chicos, perdonen, estoy tomada por la circunstancia (faltó que dijera "muerta de risa o cagada hasta las patas")... ¡¡¡¿me van a dejar escribirla?!!! Jajaja".
¡¿Qué me cuentan?!
¿Hay alguien -de su pasado- con quien les gustaría reencontrarse a solas por un rato?
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