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Puentes sobre la selva

A 180 km de San José, en Monteverde, un circuito de pasarelas hasta a cien metros del suelo permite pasear por encima de los árboles




MONTEVERDE.- El hombre es apenas un invitado en este lugar, catalogado recientemente por la revista Newsweek como uno de los cien lugares que hay que visitar antes de morir.
El sitio no podría tener nombre más adecuado y sencillo: Monteverde. Se trata de más de 10.000 hectáreas de montañas vestidas de hechos y árboles en una postal atravesada por los colores vivos de las orquídeas, en pleno corazón de Costa Rica, sobre el cantón central de Puntarenas.
El enclave -que reposa en la cordillera de Tilarán, alimentado por las vertientes del Caribe y el Pacífico- alterna una desarrollada actividad turística con la vida apacible de pueblo que no se aturde con la visita de personas de todo el mundo.
La declaración de Newsweek no es un simple elogio. Es además un llamado de alerta ante la posibilidad de que el lugar comience a transitar una lenta agonía por obra y desgracia del calentamiento global.

Desde la capital

El oscuro presagio no se advierte, sin embargo, ante la vitalidad y belleza que hoy muestra Monteverde, lugar verdaderamente sorprendente. Los 180 kilómetros que demanda el viaje desde la capital del país, San José, son una promesa de destino paradisíaco. Es que ya en el trayecto de rutas repletas de curvas se puede saborear un paisaje conformado por precipicios, cafetales y, de tanto en tanto, un racimo de típicas fincas costarricenses que le agregan una cuota de belleza al viaje.
El paseo por los puentes colgantes es la gran atracción turística de Monteverde. Se trata de siete cruces en lo alto de la selva, con un piso enrejado que permite disfrutar un mundo silvestre. Casi cien metros debajo de nuestros zapatos, sorteando con la vista los ramajes frondosos, se puede advertir el cruce de un arroyito, acaso como una muestra más de la dimensión del lugar.
La rebeldía de ciertas plantas, con un crecimiento desmesurado, puede hacer que se eleven por más de setenta metros, sobre las copas de los árboles, hasta hacerse visibles a centímetros del visitante junto a las barandas de los puentes. Hay plantas carnosas con tanta diversidad de texturas que terminan convirtiendo a una flor roja en una verdadera extrañeza digna de fotografiar.
Es como si la naturaleza pusiera en su lugar al hombre y le mostrara la magnanimidad que puede llegar a adquirir el reino de las plantas y la mágica simbiosis que logra con una fauna ecléctica y colorida. Es que plantas y animales no faltan en este rincón privilegiado del planeta: medio millar de especies de aves, 120 especies de anfibios y reptiles, y 2500 especies vegetales estallan ante la vista con mariposas de múltiples combinaciones cromáticas.

Tours y hospedaje

Los tucanes, con sus picos encendidos y las plumas indiscretas, ilustran sobre un verde perpetuo, mientras que los primates sacuden la quietud con piruetas y malabares. Y en medio de toda esa naturaleza desbordante, las actividades turísticas ofrecen una carta amplia de tours: serpentarios, ranarios, galerías de murciélagos, se alternan entre restaurantes de comidas típicas y menús de cocina internacional.
Las posibilidades de hospedaje también son variadas: hay lugares donde parar por 10 dólares hasta hoteles de 400 dólares la noche. Pero sin duda una de las opciones más recomendables son las cabañas, a 100 dólares la noche, en medio de lomadas parquizadas.

El pueblo

Monteverde es una villa de trabajadores rurales donde la naturaleza se muestra en todo su esplendor. El negocio turístico contribuye al embellecimiento y no hay construcción que desentone, que hiera un contexto de belleza.
Hay hoteles de estilo alpino, pero también otros que recrean las fincas rurales sin privarse de las mejores comodidades. El agroturismo es una oferta característica del lugar: visita a los cafetales, trapiches y las granjas complementan las expectativas para el turista.
Las posibilidades de recorrer ese paraíso por las alturas son múltiples. Hay teleférico y canopy: el desplazamiento por los árboles a través de cuerdas y poleas.
Desde el teleférico es posible divisar el volcán Arenal, que en las últimas semanas estuvo haciendo alarde de actividad y eso congregó más visitantes atraídos por el espectáculo, un ingrediente más en este paraíso centroamericano.
Jorge Riani

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por Redacción OHLALÁ!


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