
OK, sí, me pidió perdón.
Que está desesperado, que no sabe qué hacer. Que siente que me pierde, que actúa como un imbécil.
A todo le dije que sí.
Que me ama, que no había pegado un ojo, que se muere por volver a casa. Que es un idiota.
A esto último, le dije que sí.
Que me olvide de ese llamado. Que es un bruto. Que a veces no puede con el machismo. Que lo entienda, que es su familia, que su casa, que sus padres yadda yadda yadda.
"Bleh", le dije.
Que yo tengo que saber que él no es eso. Que está en crisis. Que Praga, que mi cumple, que el sexo.
Que Mili nada, que no significó más que un error estúpido y descarado. Que por Dios lo perdone.
Posta, me pregunto yo, Catalina R., ahora: quién soy yo para no perdonarlo?
Yo nunca me mandé una trastada?
Nunca me equivoqué y herí a la gente que quiero?
Por qué tanta saña, ahora? Porque la herida soy yo?
De verdad me pregunto: qué tanto más importante soy yo, que los que fueron algunas vez heridos por mí y me perdonaron?
Hay cosas que se perdonan y cosas que no, no?
Bueno, en este momento, de verdad, no sabría hacer esa clasificación.
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