El 17 de agosto último nos invitaron a celebrar los 90 jóvenes años de nuestro querido tío Carlos Sguario. Pero lo más importante, además de este acontecimiento, era que nos volvíamos a juntar los Sguario, una familia de mucha tradición donde nuestro recordado nono Acurzio Sguario, junto a su querida Vecchia, la nona Dosolina Cecanti, formaron una familia con siete hijos (Catalina, Eduardo, Eugenio, Teresa, Coca, Yiyi, hoy todos ausentes, y Carlos) que dejó un sello imborrable en un pueblo crisol de razas, Guardia Escolta, en Santiago del Estero. Es un pueblo por donde pasaba el tren con mucha pujanza en la década de 1920, que con su sencillez y la de quienes lo habitan invita a la meditación y al reencuentro. Haber estado en la casa del nono, que abarcaba toda una gran esquina donde tenía su almacén de ramos generales; compartir hermosos momentos con mis queridos primos, que a la distancia y después de un largo tiempo que no veía significó recordar lindas anécdotas de nuestros padres y tíos.
La fiesta se realizó el 19 de agosto en el salón del Club Belgrano, del que nuestro querido tío Carlos fue uno de los fundadores. Conocí a amigas de la niñez de mi mamá, Coca, que se acordaban de sus ojos celestes claros, una característica de los Sguario heredada de sus padres. A escasos 15 km está la ciudad de Bandera, donde nos alojamos en el hotel El Colonial, propiedad de mi primo Pocho Sguario, hoy ausente, y su querida señora, Teresa. Estuvimos en la casa de nuestro tío Eugenio, un adelantado de la época ya que construyó la primera usina eléctrica del pueblo y el primer cine, que en esa época era ambulante. Gracias por permitirme relatar esta bella historia de vida, y ¡qué vivan los Sguario!
Adolfo Carlos María Coronel Sguario