Río se vistió de "albiceleste" en el debut de la Selección
17 de junio de 2014 • 11:09
Gooooollllll! Apenas habían pasado dos minutos cuando los casi 50.000 argentinos que estábamos en el gran estadio Maracaná nos unimos en un increíble abrazo con el gol en contra de Bosnia, que llegó luego de un centro de Messi y un cabezazo de Rojo.
Los cantitos de cancha eran constantes. Había familias enteras, distintas generaciones, mujeres embarazadas y chicos, con sus caras pintadas de celeste y blanco.
Cuando en el sorteo del Mundial se supo que el seleccionado de Bosnia sería el rival en el debut la sensación entre los entendidos era que se trataba de un adversario relativamente fácil. Pero en el futbol, y más aún luego de la derrota de Uruguay, a manos de Costa Rica, no se puede subestimar a ningún equipo. Menos en un Mundial.
La travesía del domingo había empezado temprano. Las calles de Copacabana e Ipanema estaban copadas de argentinos e hinchas de todo el mundo fanáticos de nuestra Selección, que esperaron hasta último momento para conseguir su pase al Marcaná.
Muchos llegaron en motorhome o decidieron dormir en la playa o plazas para ahorrarse esos reales para invertirlos en la entrada del partido. Pero también abundaban todos aquellos que especularon con esperar conseguir una entrada a último momento y a menor precio.
Yo, con mi entrada en mano, decidí ir con un grupo de amigos en subte hacia el estadio. Después de picar algo en un puestito, subimos en la estación General Osório, en Ipanema. Nos habían dicho que era la mejor manera de llegar. Porque la estación de Maracaná está ubicada casi adentro del estadio y había vallas a 4km de la puerta principal que no permitían el acceso de taxis o colectivos. La entrada al subte estaba liberada para todos los que exhibieran la entrada para el partido. Me separaban del estadio doce estaciones. Las más intensas de mi vida.
Las formaciones iban a full y se movían al compás de la hinchada, que cantaba ("…se mueve paaaara aca, se mueve paaaaara allá…"). Era la locura total.
Una vez adentro del estadio, las tribunas se fueron llenando. A las 18hs. ya el marco era alucinante. El Maracaná fue copado por hinchas argentinos, bastantes neutrales de todo el mundo que querían ver a nuestras figuras, algunos bosnios y bastantes brasileros que, aún vistiendo camisetas de la Selecciòn Argentina, se prendían en cánticos brasileros que despertaron la rivalidad clásica. "Brasilero brasilero, que amargado se te ve, Maradona es màs grande, es màs grande que Pelé", cantaban los nuestros. "Argentina pode esperar, a sua hora vai chegar", contestaban ellos.
Luego de la salida de los equipos llegó el momento del himno que sonaba, como siempre, acompañado por el canto de la hinchada argentina.
La rivalidad con los hinchas de Brasil fue creciendo al punto de que alentaban a los bosnios cada vez con más fuerza.
En una de esas batallas de cantos, los brasileros comenzaron a gritar por Neymar, intentando opacar la figura de Messi. La hinchada argentina contestó vitoreando a Messi y, en ese preciso momento, Lio tomó la pelota y empezó una increible jugada que terminó en un verdadero golazo. El tan esperado gol de Messi desató la locura de la hinchada que estaba alerta a que la Pulga, que no venía teniendo una gran actuación, demuestre toda su categoría.
La fiesta, era total.
El descuento de Bosnia trajo un poco de incertidumbre y preocupación al partido, aunque no fue suficiente para evitar la victoria albiceleste. La fiesta continuó hasta altas horas de la madrugada, no podría decir exactamente, aunque sí aseguro que Río de Janeiro se vistió con los colores de Argentina por un día.
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