Somos actores, queremos actuar... y lugar para dormir

Una gira por la Puna jujeña a cambio de alojamiento y comida

7 de enero de 2007

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Cuando empezaba mi camino como actriz, o mejor dicho como joven estudiante de teatro, realicé una gira con un grupo de teatro callejero itinerante. El recorrido unía los pueblos de la Quebrada de Humahuaca, desde Purmamarca hasta Tilcara. Sin ningún contrato ni productor, el método de trabajo era llegar a cada pueblo y ofrecer nuestra función a cambio de alojamiento y comida. Así, después de visitar la Secretaría de Cultura en San Salvador de Jujuy y ofrecer nuestro servicio , terminamos de ensayar y montar el espectáculo en un hogar de niños (vacío a causa de las vacaciones), durmiendo en la enfermería en camas antiguas de hospital -de las que había que pegar un salto para bajarse- y ensayando en sus gigantescos (y por suerte sombríos) patios y galerías.

Luego emprendimos la gira. Estrenamos en Purmamarca y seguimos pueblo por pueblo, con el espectáculo en escuelas, clubes y hasta en una iglesia donde respetuosamente corrieron las imágenes religiosas para luego hacer la función delante del altar. Además de recorrer las principales localidades de la Quebrada, como Purmamarca, Humahuaca y Tilcara, llegamos, gracias al teatro, a lugares realmente apartados. Viajábamos muchos kilómetros saliendo del camino principal -la ruta 9-, por caminos de tierra que parecían llevarnos a la nada, hasta que de pronto aparecía un pequeño poblado con sus casitas, sus corrales de adobe y su iglesia, casi detenido en el tiempo.

No sólo la geografía era muy impactante, o los cerros de colores y la inmensidad de la Puna, sino que el contacto con los pobladores nos produjo una impresión muy profunda. No hay nada que los actores necesitemos más que el calor del público, y al principio era muy difícil entender que en esos pequeños pueblos en muchos casos era la primera vez que se presentaba una obra de teatro y que en el silencio y la contemplación de esa gente se ocultaba un interés muy fuerte por lo que nosotros llevábamos.

Por supuesto eran los niños los primeros en salir de sus casas y venir a nuestro encuentro siguiéndonos en caravana cuando ya caracterizados, vestidos y maquillados, salíamos con instrumentos musicales a buscar el público para nuestra función. Ellos eran los que lograban acercarse venciendo la natural timidez y parquedad de los habitantes de esa zona de nuestro país. Pero detrás de los niños, personas de todas las edades se iban sumando y cada función se llenaba de niños, jóvenes y ancianos que terminaban disfrutando con ojos asombrados y risas francas.

Parecería que sólo el arte, en este caso el teatro, puede conectar así dos culturas y acercar la distancia que existe entre ellas. Esa distancia que sabiamente los niños ignoraron, permitiendo que jóvenes actores de Buenos Aires tuviéramos una experiencia y un viaje inolvidables.

Actriz y cantante, presentará Tangos valses y milongas el 2,3,9 y 10 de febrero en el C.C.T. Tasso (Defensa 1575)

Por Soledad Villamil
Para LA NACION

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