-Pasame tu teléfono...
-15 6...
Completé el número, vi que lo anotaba en su celular y blanco mental. Se me borra la escena. Trato de subir la mirada adentro de mi cabeza y enfocar en la cara y no puedo acordarme. Nada. Morocho creo, eso sí. Y no es la de Carrie cuando conoce a Burger, eh. Me atajo por si acaso. Con este ni siquiera hablé, apenas si cruzamos unas miraditas en la pista (que tampoco me sirven para armar el identikit).
-Me decís que te encara un pibe en una fiesta del que no podés acordarte la cara, ni hablemos del nombre y pum, le das tu teléfono. Sos tan fácil...je. Lo vamos a llamar "El jinete sin cabeza". Otro...
-Pará nene, no es tan grave, che. Justo me estaba yendo. Fue todo muy rápido.
Pedro puede mandarse las patinadas más grandes del mundo con las minas, a niveles de no reconocer una semana después a una mina que amaneció en su cama y culpar a su maldito fernet. Eso sí, yo dicto 10 míseros numeritos a un desconocido (que "pongámosme" una ficha, debe haber valido la pena para que lo haga) y soy fácil sin caipiroska que me absuelva.
Es un mundo injusto aún, no me digan que no.