Limpieza, perfección, orden, seguridad y millones de cosas para hacer fue lo que encontramos al llegar a Sydney. Desde el momento en que uno arriba al aeropuerto, sólo con oír el continuo despegue y aterrizaje de los miles de aviones se advierte la magnitud de este lugar. Aquí no parece haber tensión ni estrés, sino un entorno único que invita a recorrer y descubrir cada rincón.
Si bien es una de las ciudades más caras del mundo, viajar con presupuesto "backpacker" puede resultar una experiencia mucho más placentera que realizando tours y hospedándose en hoteles 5 estrellas. Hay infinitas cosas para disfrutar, desde la clásica Opera House y Harbour Bridge hasta los parques, zoos y reservas más exóticas de Australia.
En su famosa Chinatown, el highlight es el Paddys Market, un mercado que abre de viernes a domingo, donde uno puede encontrar desde indumentaria hasta frutas y verduras a mitad de precio.
Las paradas obligadas, después de conocer el centro cosmopolita, son Bondi y Manly Beach, destinos elegidos por los amantes del surf, además de ser las mejores playas de la bahía.
Al caer el sol, el ruido empieza a oírse en el barrio King Cross, donde todo empieza temprano, 19.30, y dura hasta la mañana siguiente. En las seis cuadras de este paraíso nocturno hay restaurantes, bares, nightclubs, sex shops y muchos sitios con mucha gente de todas las edades y nacionalidades, y donde el respeto es lo que se destaca y permite que cada uno tenga unas vacaciones inolvidables.