¿Por qué a los hombres les cuesta tanto entender que nosotras hace meses, por no decir años, tenemos un sueño interrumpido y precario... y que muchas veces, cuando ellos nos buscan para intimar y nosotras nos escabullimos, por así decirlo, no necesariamente hay ausencia de interés o deseo (de nuestra parte), ni tampoco pelusas emocionales que seguir barriendo, como dijéramos hace poco... sino que tan sólo son noches en las que nuestros cuerpos piden a gritos DESCANSO, dormirse rápido, pronto, cuanto antes (¡no vaya a ser que algún tirano nos reclame!)?
¿Será que funcionamos distinto... o estaré haciendo una generalización apresurada a partir de un único caso?
Lo real y concreto es que mi marido puede dormir pocas horas (poquísimas horas), pero si hizo el amor la noche previa (por decirlo de manera elegante), al día siguiente estará hecho una seda, y en términos generales, de lo más pizpireta.
En cambio, yo, por mucha oxitocina o endorfinas que haya liberado, si dormí poco, al día siguiente seré un espectro, un zombie, lo más parecido a un fantasma. Sonriente quizás, sí, pero fantasma al fin y al cabo. Y ni les cuento cómo la paciencia se me irá al diablo ese mismo día por la tardecita cuando mis hijas empiecen con sus varias macanas.
Y si a eso le sumamos el stress por un desafío de trabajo nuevo... bueno, directamente no les recomiendo que me crucen por la calle (¡puedo asustaros!).
¡¿Qué piensan?!
¿Cuánto les afecta la falta de sueño para sincronizar el deseo? ¿Cómo sobrellevan -en este terreno- los desencuentros con sus parejas?
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