El sábado a la tarde llamó un amigo de hace años de Nicolás para decirle que se había ido de la casa y que si no podía venir a comer con nosotros porque estaba muy mal.
Obvio le dijimos que sí.
Nico amasó unas pizzas y a eso de las 8 llegó este hombre, con dos vinos.
Cuando terminamos de comer y los chicos ya estaban acostados, hice café y me senté en la compu. Yo en el living, Nicolás y su amigo en la cocina. La verdad no tenía muchas ganas de participar de la conversación y quizá el tipo se sentía más cómodo contando en asunto más en privado. Yo igual escuchaba todo. Estaba cerca, pero bueno, no sé, me daba un poco de calor estar ahí.
Al ratito comenzó el cuento. Parece que la mujer le descubrió una aventura con una chica. Lo contaba y remarcaba lujuriosamente, el hecho de la escasa edad de su affaire.
Empezó a describirle a Nicolás el bombón que se había ganado y que lamentaba enormemente tener que cortar esa "relación". Que no podía separarse y que esto era un impasse que en breve pasaría.
Me horroricé un poco cuando la conversación se tornó un monólogo en el que este cristiano le contaba a mi atónito marido, con lujo de detalles, sus descontroladas veladas de sexo con la poco más que adolescente.
Se terminó la botella de vino, agradeció por la invitación y se fue.
Me quedé pensando: la infidelidad de Nicolás podría haber sido un episodio mucho peor en mi vida. Realmente, fue un error de su parte, pero ya no lo pienso como nada más que eso. Un error del que se dio cuenta y del que supo retractarse "a tiempo". En cierto punto, el optimista: soy afortunada.
Ya que estamos, mujeres que leen esto: FELIZ DÍA.