Antes, todos los pasos llevaban a Roma, luego a Miami, ahora a cualquier parte porque la tarjeta de crédito es una alfombra voladora. Los pasajes a Europa ya sabemos que bajaron. Y desde Ezeiza todos los días salen diez vuelos sin escala hasta las principales ciudades del Viejo Mundo y otros tantos para las del Nuevo, más frecuencias que las de cabotaje en nuestro propio país.
En otras épocas, tan recientes como las del año último, se creía que uno hacía turismo para desenchufarse , mientras que en estos días de recesión global hay que estar más atento a los títulos de los diarios que las recomendaciones de una guía. El costo del petróleo pasó de 150 dólares por barril a tres veces menos, alrededor de 50 en el sube y baja, más baja que suba. No siempre esa reducción se vuelca sobre el consumidor, porque en 2008 varias aerolíneas, para asegurarse el combustible, compraron caro a futuro y todavía no lo gastaron. Pero el precio lo fija, en última instancia, el cliente, que siempre tiene razón. Otro ejemplo es la reducción de millas para ganar premios entre los pasajeros frecuentes.
Es un momento de decisión. Si rompo el chanchito, ¿qué hago con la plata? Si me paro, pierdo el compás, porque la inflación es un riesgo. ¿Acaso el valor adquisitivo real del dólar en el mundo fue en 2008 el mismo que en 1998? ¿Cuánto valdrá de aquí a cinco años, cuando nos pasen la cuenta por los salvavidas estatales de bancos o fábricas de autos?
La idea fuerte del consumo era gaste ahora y pague después : disfrute el presente y sufra el futuro. Ahora es al revés: sobreviva a la tormenta y espere al arco iris. O hacerlo cada uno a su manera. A través de los e-mails de lectores advierto que las parejas de adultos mayores son las más propensas a invertir ya en viajes. Especialmente para realizar proyectos largamente postergados. ¿Cuántas veces prometimos visitar a parientes cercanos o lejanos en pueblitos de nuestra sangre?
Dicho sea de paso, lo que ellos hicieron cuando vinieron con euros y aquí todo les parecía tirado. Si bien nada es barato, vivir en una casa de familia es affordable o accesible. Incluso, hasta les puede convenir porque donde comen tres pueden hacerlo muchos más.
También se puede tener sueños que han dejado de ser locos. Una de ellos es recorrer la ruta 66 en Estados Unidos, alquilando o tomando un bus con alojamientos económicos en el camino. O alojarnos en sus parques nacionales que son fascinantes. De la misma manera en Europa usando los pasajes flexibles de los trenes para navegar a nuestro antojo sobre tierra. O tomando un crucero donde hay promociones para una semana en el Mediterráneo por 665 euros, reservando con anticipación.
Y por último, pero no menos importante, el lujo oriental hoy puede estar a nuestro alcance porque hay hoteles cinco estrellas, en la gama más alta con todos los refinamientos inimaginables, que no llegan a 200 dólares la noche en Pekín, Kuala Lumpur, Hanoi, Ho Chi Minh (ex Saigón) Bangkok, etcétera. La cereza del postre es llegar a Lhasa, la capital del Tíbet, en el ultramoderno tren chino que en 48 horas, con una velocidad crucero de 120 a 160 kilómetros por hora, atraviesa los 1142 km de la meseta helada.
Los precios son igualmente fantásticos: en asiento duro, 40 euros; en una litera blanda, 100, para luego alojarse en un hotel tres estrellas por 30 la noche. El trámite no es simple y debe hacerse a través de una agencia china. Y aunque la visita tiene aristas polémicas será inolvidable.
Por Horacio de Dios
almadevalija@gmail.com
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