Tito abandonó mi sillón y volvió a su casa anoche. Nos despedimos ronroneando y con bastante lamida de mano. También con ese bailecito que te hacen los gatos entre las piernas y dos miau. Fue bueno mientras duró. Ahora tomamos caminos separados y nos quedará el recuerdo de nuestra breve convivencia.
Yo por lo tanto, estoy con un resfrío imposible que no sé si es producto de una alergia (¿al gato?) o que anoche tomé frío porque todavía no le tomé el tiempo al tiempo y salí de veranito. Ando a puro pañuelito e ibuprofeno para el dolor de cabeza. ¿O estaré somatizando?