Quien de nosotros no soñó alguna vez con volar en globo? Yo cumplí mi sueño en Capadocia. Cuando el guía turco nos ofreció participar en un paseo en globo aerostático sobre los valles, mi primera reacción fue decir que no, pero mi compañera de viaje, Graciela, que a nada le tiene miedo, aceptó... y me pregunté: ¿Por qué no yo? Aceptamos y salimos de madrugada rumbo a nuestro destino de embarque a bordo de esas canastas voladoras coronadas por globos multicolores. Apenas amanecía y uno de los objetivos era ver salir el sol detrás de las montañas.... Sobrevolamos a cielo abierto, sin sufrir el encierro o el ruido sordo de los aviones, sintiéndonos flotar y disfrutando de las sorprendentes formas y sombras que se proyectaban sobre la tierra, sugiriendo mil imágenes diferentes. Nos cruzábamos cada tanto con otros globos, nos acercábamos y nos alejábamos de la tierra al compás del fuego de una garrafa, que controlaba un experimentado conductor.... Todo era calma, el cielo diáfano, el sol apareciendo tras las rocas volcánicas con mil tonos de verde y ocre.
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