Exactamente una hora treinta para llegar. Todo el mundo sacó sus cochecitos a la calle y después optaron por agarrar Santa Fe. Correr por Florida, confundirte la altura y entrar a la reunión con todos sentados esperando y vos (a cara) habiendo pisado todas las baldosas flojas de la cuadra. Creo que se asustaron cuando me vieron entrar. Yo también lo hubiese hecho. Siempre me acuerdo de esa película con George Clooney y Michelle Pfeiffer, ella corriendo bajo la lluvia con esa belleza imposible. Y el, bueno, el es otro tema...
¿Quién arma reuniones los viernes de lluvia a media mañana? Sólo un perverso como Gran Jefe. Ahora encima el muy falso me chupa las medias sólo porque teme quedarse sin un equipo entero después de la partida de Pedro y no dice ni mú cuando me ve llegar. Hago las disculpas del caso, me sirvo un gran café como para aguantarlo lo que dure la reunión y me siento.
Tengo los pies mojadísimos y helados. Me acuerdo muy tarde en el año de que quiero tener un buen par de botas de lluvia y cuando se me cruzan estas ideas sé que voy a estar todo el día obse con el cómo, dónde, cuándo y cuánto. Mi calle parece ser una de esas calles de Palermo que se inundan y la salida ya fue bastante aventura. Campera, cara lavada, pelo revuelto (sin crema de enjuague) atado en una colita, manos sin esmalte y botas de lluvia grandotas: cartón lleno, puedo ser un bombero. La alergia va disminuyendo en cantidades directamente proporcionales a mi femeneidad. Estoy seriamente evaluando mis opciones.
¡Buen fin de semana largo para todos! Descansen que se viene de cama y pelis.