

A 9 kilómetros de Solís -encuentro de la rutas nacionales 8 y 193, a menos de 100 kilómetros de Buenos Aires- sobrevive el casco de la Hacienda de Figueroa (conocido como la Posta de Figueroa). Se llega por caminos de tierra o cabalgatas organizadas por Bushy Deveraux, de El Encuentro, una caballeriza frente a la estación Vagues, a pasos de la ruta provincial 41 y a menos de 3 kilómetros de San Antonio de Areco.
Nunca figuró entre las postas escalonadas en dirección a San Antonio de Areco por el Camino Real a Córdoba del Tucumán y al Perú de fines del siglo XVIII, aunque el referido camino pasaba cerca del casco de la estancia que los herederos del general español José Ruiz de Arellano vendieron a Tomás Figueroa en 1755.
Lo de posta fue en el siglo siguiente cuando los Figueroa se aliaron a los temidos federales en amistad con Juan Manuel de Rosas y la ofrecieron como seguro refugio.
La historia de aquellos años ardorosos y trágicos hicieron que el casco fuera sede del último encuentro entre Rosas y Facundo Quiroga.
Mucho antes, "desde la Hacienda de Figueroa, una legua al Este de San Antonio de Areco...", como escribió el propio Rosas el 7 de abril de 1831 al ministro de Gobierno bonaerense, una carta daba cuenta de la gran sequía de ese año. Tres días después, en otra misiva pedía prudencia al ministro de Guerra en las ofertas por compra de corazas y fusiles.
Preludio fatal
En el caluroso atardecer del 19 de diciembre de 1834 llegó un carruaje con Rosas y el personaje de quien más recelaba: Facundo Quiroga, el caudillo con más predicamento entre los gobernadores norteños para proponer una Constitución Federal. Venían de estar ocho días en la quinta de Juan Terrero en San José de Flores. Negociaban un acuerdo, pero inconcluso, e hicieron dos días de marcha hasta la Hacienda de Figueroa, donde pernoctaron para darle fin.
Quiroga suscribió allí una carta a Estanislao López y seguiría en misión al Tucumán para solucionar un conflicto entre gobernadores. El acuerdo con Rosas quedó en la promesa de éste por hacerle alcanzar un raído chasque de ratificación de lo acordado.
Durante el viaje, Quiroga se enteró de la muerte de uno de los gobernadores (el salteño general Alejandro Latorre: degollado), pero siguió viaje hasta Santiago del Estero, donde lo alcanzó la larga y frustrante carta de Rosas (escrita en lo de Figueroa y fechada el 20 de diciembre, contrariaba mucho lo conversado). Fue entregada cuando el caudillo estaba lejos de Buenos Aires. El resto es muy conocido: Quiroga, ofuscado, pegó la vuelta a pesar de saber de la emboscaba urdida por los hermanos Reinafé en Barranca Yaco, donde a Quiroga lo mató un trabucazo en un ojo que hizo inútiles las cuchilladas que le asestaron sus asesinos.
El que no la pasó bien en la Hacienda de Figueroa fue el general José María Paz, claro, prisionero obligado a hacer noche (la del 22 de setiembre de 1835) para seguir hasta un calabozo en Luján. Llevaba varios años preso (en total sumó 8 hasta que huyó a Uruguay a pesar que se imprimió un bando para impedirlo: lo señalaba, entre otras cosas, "de ojos verdosos, casi rubio y regordete").
Paz apuntó para sus célebres Memorias : "... llegamos a la casa de un Figueroa, gran amigo de Rosas, según supe después..." y en donde, para mortificarlo, hubo fiesta con mujeres y canciones criminales desbordantes de "sangre y carnicería".
Se conserva la habitación donde padeció Paz y deliberaron Rosas y Quiroga. Al frente hay una placa, y el lugar es una pequeña extensión de Julián Figueroa, descendiente del primer adquirente que supo ser un buen conductor carrero: como tal actuó en una película épica.
La Hacienda de Figueroa queda a corta distancia del viejo pueblo de Azcuénaga, que también merece una visita, especialmente para el safari fotográfico ya que cuenta con viejas edificaciones de fines de siglo pasado y de los primeros años del presente.
La cabalgata que sale desde El Encuentro (Vagues) hasta la Hacienda de Figueroa dura cuatro horas, se hacen reservas por el 02326-452795, cuesta 37 pesos y se da tiempo para una mateada con bizcochito (hay otras cabalgatas a 25 pesos).
Cómo llegar
Para echarle un vistazo al lugar tan histórico, en automóvil desde la ruta 8 y Solís, se sigue el camino de tierra a San Andrés de Giles por unos 5 kilómetros para doblar a la derecha por una calle ancha que era el Camino Real. Se sigue hasta el llamado Puente de Fierro (sic) y poco después -a la izquierda- está la mal llamada posta.
En el cruce de las rutas nacionales 8 y 192 hay combustible y todo el avituallamiento de ese tipo de paradores.
También es una parada previa camino de San Antonio de Areco para quienes viajan hasta la caballeriza y escuela de equitación El Encuentro de Vagues.
Francisco N. Juárez
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