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Una buena carnada

Los porteños amantes de la pesca del pejerrey cuentan con lugares ideales para el pique de fin de semana




El río Salado y la cadena de lagunas bonaerenses más cercanas constituyen una atractiva oferta turística a un centenar de kilómetros de la City. Se trata del objetivo más lógico -y diverso- para los amantes de la pesca deportiva en cada fin de semana, y a partir de la llegada y permanencia de bajas temperaturas. El frío, precisamente, es el indicador para que los cardúmenes de pejerrey produzcan su simultánea y tumultuosa migración alimentaria. Una especie de ballet sospechado a media profundidad, a la manera de un entendimiento vertebrado e imitativo que recorre lagunas, ríos y encajonados arroyos bonaerenses.
Aseguran que el placer de los pescadores de pejerreyes se articula en dos instancias fundamentales: el pique, característico, fuerte, casi histérico, que logra hundir el diminuto y fosforescente flotador o boyita, y los plateados resplandores que, luego, la pieza cobrada emite en su inútil corcoveo. Si los pescadores se atienen a las reglas básicas de la pesca deportiva y la actitud ecológica está presente, se impone la devolución de la mayoría de las piezas en días de abundancia.
En muchos casos, la salida de pesca se trata de un mero justificativo para huir de la urbe durante el fin de semana, para enrojecer los carbones que harán rechinar los embutidos codiciados: los chorizos se imponen en el avituallamiento que equipa la salida familiar.
El inventario de los elementos por transportar incluye las sillas plegables, los utensilios básicos (destapadores de gaseosas, sacacorchos, cubiertos y platos de madera) y los arneses de pesca. Todos los caminos que llevan a los pesqueros clásicos ofrecen la carnada apropiada, escrita en modesta cartelería, con variedad ortográfica, además de una breve artillería de cañas mojarreras para los viajeros más chicos.
Las rutas 3 y 205 llevan a las lagunas de Lobos y de San Miguel del Monte, clásicos pesqueros con abundancia de sectores de camping y alquiler de botes para la pesca embarcada, en ambos casos con peajes moderados. La ruta 2, que conduce a Chascomús, se torna cara (12,80 pesos) si se suman los peajes de la Autopista Sur y el que grava el paso a la altura de Samborombón.
Sin embargo, quienes emigren de la ciudad por la avenida Pavón y ruta 210, que marcha en dirección a Brandsen, encontrarán el paso liberado de peajes, además de una doble vía que llega hasta su cruce con la ruta 6, algo que agiliza la salida.
Una vez arribados a Brandsen, los viajeros deben tomar la ruta provincial 29 hasta el desvío a Ranchos (ruta provincial 20).
El trazado urbano se cruza para seguir por la ruta 20 hasta Chascomús, meta que abunda en predios para camping, botes en alquiler, restaurantes, hotelería, atractivos turísticos y que se considera un paraíso de la pesca.

Siembra norteamericana

La gran mayoría de los pescadores que tienen afortunados piques en Chascomús quizás ignoran que deben su dicha al poco recordado norteamericano Eugenio A. Tulián que, contratado a principios de siglo por el Ministerio de Agricultura, no sólo trajo y sembró los alevinos de truchas que hoy abundan en los lagos sureños, sino que hizo lo mismo con los pejerreyes en Chascomús, San Luis, Jujuy y el lago San Roque, en Córdoba.
En 1905, el señor Tulián se hospedaba en el hotel Americano, de Chascomús, propiedad entonces de Alcides Landry, y donde preparó una maqueta lacustre que poco después lució en el afamado Museo de Ciencias Naturales de Nueva York, fundado por Theodore Roosevelt.
Hay lagunas un poco más apartadas de Chascomús, limitadas a uso privado, con camping y tarifadas por unidad de cada grupo que arriba en automóvil, y pago de derecho de caña.
Estas son La Salada, en las cercanías de la ruta 2 (kilómetro 144) y estación Monasterio, o bien la laguna Lacombe, antes de la estación Cobo y desvío en el kilómetro 152,7 de la misma ruta 2.
Para llegar a esta última se desvía a la izquierda y se cruzan las vías para seguir la señalización y se arriba a la entrada del camping lacustre apenas se pasa una vivienda que suele vender carnada viva.
La Lacombe tiene una superficie de 150 hectáreas y cuenta con unidades sanitarias y parrillas. Cuesta 5 pesos por carpa y por coche, además de un derecho de pesca por cada varón mayor. Se pueden alquilar botes, a razón de 25 pesos por día.
Más cerca de Chascomús, La Salada exige desviarse también a la izquierda y tomar un camino de siete kilómetros que da a un espejo de agua de 550 hectáreas.
Los grupos que van en automóvil pagan 10 y 5 por estacionamiento, más 10 pesos por familia por derecho de caña. Las lanchas sólo se permiten con motores de hasta 15 HP y motores en velocidad ralenti.
Se alquilan botes a 20 pesos por día y motores a 40. Funciona un comedor bautizado Pulpería El Recuerdo, con parrilla. También se alquilan dos viviendas a bajo costo para quienes eluden el sacrificado pernocte bajo una carpa.
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Francisco N. Juárez

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