"¿Volverías a tener otro hijo?" era una pregunta que ni siquiera podía escuchar algunos meses atrás. Y si por casualidad lo hacía ("¿para cuándo el varoncito?" era una versión de aquélla todavía más molesta), ponía cara de "¿estás chiflado? ¿a mí me estás hablando?" y acotaba "ni loca", "no me agarran más", "ya cerré la fábrica".
El otro día me encontré yo misma haciéndome la pregunta metida: ¿tendrías otro hijo?
Y me sorprendió que -ahora- la respuesta fuera distinta a la que tenía programada.
Me contesté: bueno, quién sabe. Tener hijos es algo que te encanta, ¿por qué creer que la fábrica está definitivamente cerrada? Más todavía: te gustaría tener un tercer hijo, sí, pero ahora no es el momento. Los chicos dan MUCHO trabajo y apenas estás pudiendo abarcar todo el despelote que generaron y generan a diario las dos tiranas. Y no sólo eso, hay una pelota de proyectos vocacionales, tuyos, de nadie más que Inés, que vienen latiendo con fuerza y ya no podés seguir posponiendo. Ahora también te toca parirlos a ellos.
Pero quién te dice, quizás en 5 o 6 años (o más) el panorama sea otro y las circunstancias se presten, vuelvan a hacerlo para que la entrega suceda. La entrega, no ya la sorpresa que aquélla vez hizo que te agarraras la cabeza.
Sí, me gustó encontrarme con esta respuesta más madurada, menos absoluta en relación a un aspecto de mí misma, a un rol que, si bien en estos días me tiene cuasi colapsada (¡motivo por el cual ayer no pude estar tan presente leyendo sus comentarios acerca del pelo!) me ha deparado gratificaciones y profundos aprendizajes como pocas vivencias.
Ahora le tiro la pelota al resto: ¿volverían realmente a tener otro hijo? Y a las que aún no fueron madres, ¿lo serían?
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