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“La revolución está empezando, pero todavía nos falta muchísimo”

Si las mujeres estamos en plena revolución, ellas son las que alzan la voz por todas: con sus mensajes buscan derribar mitos, darnos buena información y habilitar espacios donde podamos vivir cada vez más libremente.


ProducciónVirginia Gandola

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Fotos deWilliam Kano

Nuestro squad de revolucionarias: Melisa Pereyra (@gineconline), Cecilia Cé (@lic.ceciliace), Flor Salort (@flordegineco), Sol Despeinada (@sol_despeinada) y Francesca Gnecchi (@alasparatusexualidad).

Nuestro squad de revolucionarias: Melisa Pereyra (@gineconline), Cecilia Cé (@lic.ceciliace), Flor Salort (@flordegineco), Sol Despeinada (@sol_despeinada) y Francesca Gnecchi (@alasparatusexualidad). - Créditos: William Kano



Hace tiempo que soñábamos con esta edición especial con cinco de las mujeres que hoy hablan de sexo sin tabúes. Que construyen desde sus profesiones una forma de comunicar el deseo, el placer y el goce como herramientas de liberación y de autoconocimiento.

Muchos de sus mensajes abandonaron el ámbito privado de los consultorios y hoy resuenan en las redes sociales, se comparten y se amplifican para que podamos hablar libremente, preguntar, debatir. Y especialmente para que podamos habilitar (y habilitarnos a nosotras mismas) espacios de placer y de libertad en nuestras sexualidades.

Ellas son Cecilia Ce –psicóloga y sexóloga, más conocida en las redes como “la licenciada”–, Melisa Pereyra –médica ginecóloga–, Florencia Salort –también médica ginecóloga y sexóloga–, Sol Despeinada –médica y militante transfeminista– y Francesca Gnecchi –periodista especializada en sexualidad y dueña de una boutique erótica–.

OHLALÁ! las juntó por primera vez de manera presencial no solo para compartir una producción de fotos para esta tapa, sino también para armar un diálogo colaborativo sobre lo que nos mueve hoy, sobre nuestras búsquedas, sobre cuáles son las revoluciones que aún estamos dando en el terreno del sexo, el placer, la diversidad y la libertad de nuestros cuerpos.

 

Revolución Sexual: nuestra tapa de la edición de marzo

Revolución Sexual: nuestra tapa de la edición de marzo

¿Sienten que podemos hablar de una revolución sexual? Una revolución siempre trae un cambio de paradigma... ¿Estamos en el medio de un proceso o sienten que todavía nos falta mucho?

Melisa: Yo creo que estamos transitando un cambio y que tenemos que lograr un equilibrio. Hay mucha información, hay que saber administrarla, porque a veces una o no sabe nada o sabe demasiado y todas sabemos que cada persona es un mundo, ¿no? Yo considero que es muy difícil transmitir algo de información de libertad, de pertenencia, en una masa, cuando cada uno es individual. El cambio se está viendo absolutamente, pero lo estamos atravesando. Creo que tienen que pasar varias generaciones para que esto quede.

Cecilia: Aparte, las personas te lo dicen: “Yo ya sé que el sexo no es penetración, pero igual me cuesta”. La información les llega, pero internalizar es otra cosa...

Florencia: Para mí falta muchísimo... En 20 países del mundo todavía nos mutilan el clítoris, o sea, empezando por ahí. Me parece que está buenísimo que existan estos espacios y personas como nosotras, somos muchas y muchos los que queremos hacer un cambio. Pero, para mí, un cambio de paradigma total en este momento no hay, lo estamos gestando, o sea, está empezando, pero falta muchísimo.

Francesca: Nosotras estamos viendo este cambio que fue llevado por nosotras, por las mujeres. No me refiero a nosotras cinco, sino a las mujeres en sí. Como vimos a la gente llenar el Obelisco con todo lo del Mundial, que hayamos llenado las calles con los pañuelos verdes, por el tema de la legalización del aborto, eso fue observado por un montón de países. Pero también siento que falta mucha educación sexual y también que falta mucho para que, para muchas mujeres, el sexo no sea sinónimo de peligro, ¿no? 

Sol: Coincido en que estamos en esta transición y, además de estos 20 países que mutilan genitales femeninos o vulvados, incluiría que en otros 10 países la homosexualidad tiene pena de muerte. Todavía hay algo cultural que atravesar que va más allá de los libros; literalmente, la sexualidad en todas sus formas, características y variables tiene lugares en donde encaja y otros en donde no y hay castigos basados en eso. Quedó demostradísimo, sobre todo después de la última dictadura militar en nuestro país, que el prohibicionismo no funciona. En la sexualidad, todo lo que está prohibido no funciona. Para mí, todavía la sexualidad tiene un ligue religioso muy fuerte que hay que romper. Romper no es destruirlo todo, sino que hay que separarlo para que todas las personas puedan vivir su sexualidad, vivir su cuerpo como quieren y, a su vez, hacer el resto de su vida como quieren. 

Florencia: En Latinoamérica me parece que somos un país muy avanzado con la ley de identidad de género, que es un montón. Tenemos la ley de matrimonio igualitario, tenemos la ley del aborto, tenemos la ley de la educación sexual integral, que, lamentablemente, todavía no se cumple en muchísimos lugares. Tenemos la ley de cupo trans, que es espectacular. En las marchas del orgullo cada vez somos más y está buenísimo aplaudir el amor a quien sea. Espero que las etiquetas nunca más existan, tipo “¿vos qué sos?”... “¡Y qué sé yo... hoy te quiero a vos y mañana a él o a ella”... También hay un cambio con respecto al consentimiento. Lo valioso que es decir “quiero” o “no quiero”, ¿no? Eso es espectacular.

¿Por qué sienten que la sexualidad tiene que ir sí o sí de la mano de la salud, de la educación sexual, de la responsabilidad sexoafectiva? ¿Por qué hay que trabajar para integrarlos cada vez más?

Sol: Para mí, la salud en todas sus formas –incluso la salud mental y social–, en el proceso de atención en instituciones, por más que tengamos las mejores de las voluntades, muchas veces queda del lado del paciente, ¿no? Como la voluntad de ir a acercarte a un lugar. Tenemos un sistema de salud bastante darwiniano, en el que sobrevive el más fuerte: el que pudo llegar al hospital, el que consiguió el turno, el que recibió el turno justo cuando lo necesitaba. Por eso también decimos que las redes también tienen “patas flojas”. 

Cecilia: Tampoco podemos salir nosotras con la información de las redes a suplir una falta estructural. 

Francesca: En cuarentena especialmente, se dispararon todas las cuentas relacionadas a la sexualidad y la salud porque faltaba un montón de información, pero nosotras no podemos suplir eso. Por mi lado, soy comunicadora, entonces puedo decir “preguntale a tal” y demás, pero a nosotras nos llegan muchos mensajes privados y la desinformación que ves es terrible.

Sol: Yo pienso cómo está la salud en general: por ejemplo, un varón que está cansado y se acuesta con mucha frustración porque tiene eyaculaciones precoces, porque pasó vergüenza por alguna situación en particular, porque cree que tiene el pito chico; o pienso cómo es la salud de una mujer víctima de violencia de género; o cómo es la salud de una adolescente que la violaron y sale al mundo. ¿Cómo es esa salud mental? ¿Cómo es esa salud? ¿Cómo socializa? ¿Cómo piensa? ¿Cómo piensa su cuerpo? ¿Cómo piensa su dolor?

Cecilia: Además, creo que tenemos una mirada que los segmenta. Y lo cierto es que una persona que tiene una sexualidad con alguna dificultad, los números dicen que triplica las chances de tener depresión. Ya sabemos que las relaciones impactan en la salud, esto está recontra comprobado. Y te llegan a la consulta diciendo: “Yo hago terapia, tengo mis médicos, pero de sexualidad no hablo”. Entonces se vuelve mucho más trabajoso. Seguimos segmentando, agregamos otro profesional a la lista de los pacientes y se pierden un montón de recursos.

“A los médicos no nos enseñan sexualidad en la currícula de la facultad. El orgasmo no existe. Y el placer tampoco”. 

Florencia Salort

¿Hoy las mujeres se están animando más en consultorio hablar de sexualidad?

Melisa: Yo creo que el estar haciendo este tipo de acciones y de visibilizar la sexualidad en las redes invita a que las personas puedan hablar sobre el tema. Una no puede resolver algún problema hablando de disfunción sexual en redes o de dolor en la penetración. No va a resolver el problema, pero sí invita a que la persona diga: “Ah, si esto se está hablando en público, no es tan raro lo que me pasa”. Yo siento que las redes y los medios invitan a que esa persona se mueva y hable de temas que antes no hablaba porque le daba vergüenza también por temas culturales o religiosos. Yo creo que el punto principal es este, decir: “Te invito a hablar de esto, que lo hablo enfrente de todos sin ningún tapujo”, entonces ahí está la libertad.

Sol: Se democratiza también el conocimiento: cuanto más lo abrís, más vocabulario tenés. El habla, la forma en que nos expresamos, ponerle palabras a este bulto que tengo, a esa cosa que me sale, a eso que aparece por ahí. Ponerles nombres a esas cosas hace que las personas puedan construir oraciones, porque si no, todo es medio lo mismo. Parece que es todo una misma zona: “Me duele, me duele ahí”. ¿Dónde? ¿Podés decirme dónde? A veces no pueden ni poner un dedo para señalar la zona porque es todo la misma cosa. Ponerle nombre también es individualizar y es democratizar el conocimiento, es decir, yo tuve el privilegio de saberlo, estudiarlo, de recibirme, de trabajar de esto, otras personas no lo han tenido, querido o lo que sea, y tienen dudas. Tienen derecho a saber cómo se llaman las partes de su cuerpo, o qué les pasa, que les sale por el pene o que tienen una bolsa escrotal adentro.

Melisa: La demanda de ciertas personas con ciertos temas exige que el sistema de salud empiece a repensarse. A veces incomoda. Si quien tengo sentado enfrente está cuestionando o preguntando cosas que, la verdad, me van a demandar más tiempo, también me va a demandar más herramientas para la consulta. Yo creo que eso es lo que necesitamos, y a partir de esa modificación del sistema es que se van a empezar a ver otros cambios mucho más profundos, con decisiones más políticas y culturales.

Florencia: Es que a los médicos no nos enseñan sexualidad en la currícula. ¡Aparece la vulva de pedo en la currícula de Anatomía! El orgasmo no existe. Y el placer no entra en la currícula tampoco. 

“Las mujeres en redes –y más hablando de sexología– recibimos muchísimo más hate que cualquier varón”. 
 

Sol Despeinada

Me quedé con esto que decían sobre “las patas flojas de las redes”. ¿Cuáles sienten que son las patas flojas de las redes para ustedes? 

Sol: ¿Están listas? ¡Porque te juro que son un montón! Lo primero que voy a decir es que se pone en juego nuestra salud mental. La nuestra, principalmente la de nosotras cinco que estamos acá. Y eso no me parece poca cosa, por eso lo pongo primero. El hate, el odio, incluso a veces la poca camaradería entre colegas o cuando hacés una publicación y pusiste un léxico para que la gente te pueda entender y salen a decirte: “No se dice así, se dice asá...”.

Cecilia: Te cuestionan si subiste algo, si no subiste nada, qué día es. “¿Vas a hablar o no vas a hablar?”, “¿vas a decir algo sobre X tema?”, “¿y por qué decís eso?”, “pero ¡mirá qué día elegiste para hablar...”.

Sol: “Tal actriz se tiró un pedo y no dijiste nada”. ¡Qué sé yo! Estaba durmiendo, recién me levanto... “¿Y dónde estabas cuando pasó?”. Tengo una vida, no sé... También está el tema de las pantallas, que no dormís bien, que te da ansiedad, que los números te generan ansiedad –eso también hay que decirlo– porque ese también es nuestro trabajo, al menos para mí. Particularmente, a mí eso a veces me da mucha ansiedad. Después, lo comunicacional se termina mezclando con “aprovecho las redes para promocionar algo porque entra una pauta” y te sirve porque es tu trabajo y vos querés que te entre dinero porque es un trabajo. Y esa pauta algunos te la critican, otros no, si arreglaste esa pauta o no. Todo eso es un estrés que no tiene horarios, que es 24/7. Detrás de todo eso, encima, somos mujeres, particularmente las que estamos acá, y eso me parece un dato importante porque las mujeres en redes recibimos muchísimo más hate que cualquier varón. Cualquier varón hablando de sexología es una cosa, si es médico ni hablar, y si hay una mujer hablando de sexología ya es otra cosa, o sea, seguramente tiene que hacer un video beboteando, seguro tiene que estar con los sex toys en la cara todo el tiempo. Hay una cosa que se espera de la sexóloga o de la que va a hablar de sexología: “Me tiene que calentar”. Todo eso me parece una pata floja, porque no hay un espacio –ni simbólico ni real– en donde las personas que se dedican a redes, sobre todo hablando de sexualidad, no salgan perdiendo. Si hablás de aborto, salís perdiendo, si hablás de homosexualidad, bisexualidad o demisexualidad, en algo te van a bardear también.

Florencia: Muchas personas esperan algo de vos que, si no lo das, te dicen: “¿Cómo que no lo diste?”. Pero... es mi vida, yo publico lo que quiero en el momento que quiero.

Melisa: A nosotras que somos profesionales de la salud también nos dicen: “Te escribí un DM y no me contestaste”. Y bueno..., no puedo mirar todos los DM, porque no nos corresponde. No es un consultorio. 

Cecilia: Yo a veces entiendo más la demanda del público, pero cuando eso mismo se da entre colegas que pareciera que se están poniendo a prueba, o exigiendo..., ahí perdemos todos. 

Florencia: A veces te consultan: “Flor, me olvidé la pastilla anticonceptiva, ¿qué hago? ¡Es urgente!”. Y si yo de repente te digo: “No, no te preocupes, no hace falta que tomes la pastilla”, vos le contestaste, ella queda embarazada y lo primero que dicen es: “Ella me contestó que no la tomara”. Es un quilombo.

Melisa: También es el nivel de exposición, hoy estás acá y de repente pasó algo que no fue a gusto a nivel social por un grupo y desaparecés. Eso es complicado, cómo es el manejo social frente a una persona que se expone 24/7. No sé si es que yo soy muy positiva, pero en algún momento se tiene que equilibrar o la gente tiene que ser consciente de que es una herramienta más, pero no es un todo. Suma, pero bajemos las exigencias porque somos seres humanos.

“Tenemos que trabajar bastante en derribar que sexo = orgasmo, y tratar de disfrutar un poco más de la sexualidad y del encuentro en sí...”. 
 

Francesca Gnecchi

¿Cómo sienten que estamos las mujeres en términos de poder conectarnos cada vez más con nuestro placer? ¿Ven un cambio ahí?

Francesca: Yo creo que muchas veces se relaciona placer con orgasmo. Esa presión para poder llegar al orgasmo y tener más placer..., me parece que tenemos que trabajar bastante ahí, en derribar eso, en disfrutar un poco más de la sexualidad y del encuentro en sí. Y que tampoco es la meta llegar al orgasmo, ¿no? Ahí empiezan un montón de presiones que tenemos con la sexualidad. 

Cecilia: Es una re contradicción, porque, al mismo tiempo, en los números, hay una deuda con los orgasmos de las personas con vulva, hay que ocuparse de eso. Hay una deuda de la que nos estamos ocupando, pero al mismo tiempo hay que correrse de que sea una exigencia. Es como “che, estamos hablando del orgasmo, pero si te lo proponés, no vas a llegar”.

Francesca: Que no sea la meta obligada, ¿no? Que uno vaya al encuentro con otro sin pensar en que tiene que llegar al orgasmo. Lo mismo cuando uno se pone presiones en general, aparte del orgasmo, por ejemplo: “Sí o sí tengo que tener una erección, si no tengo una erección, no puedo disfrutar de este encuentro sexual”. Puede ser que llegues a una etapa de tu vida en la que las erecciones son más difíciles, o personas que tuvieron un accidente o lo que sea, y pareciera que la sexualidad ya no existe porque no tenemos una erección o un orgasmo. 

Cecilia: Hay una cosa cultural que tiene que ver con la exigencia, con el rendimiento, de ver la sexualidad en números, medirla en resultados. Y todo esto en una sociedad en la que nadie nos enseña a conectarnos con el cuerpo. Tenés que tratar de conectarte, pero no hay nada en nuestro día a día, nada en nuestra educación, no hay nada en lo que hagamos que nos enseñe a conectarnos con el cuerpo, no existe. Entonces, es lógico que después te digan: “No siento nada”.

Melisa: Yo creo que la clave es plantear: “Primero hagamos cosas con tu cuerpo”. ¿Te miraste alguna vez? ¿Sabés cuál es tu zona que más placer te da? Al menos, tocátela vos. Quizás esas personas son de las que “ay, no, me da vergüenza o no me la quiero mirar...”. 

Cecilia: Pero... ¿cómo hacés en el día a día? Si en el minuto que llegaste a tu casa ya tenés una pantalla, y si no es una pantalla, es la tele, y si no tenés la tele, tenés la computadora... Hay contradicciones entre lo que comunicamos y la realidad. Uno comunica sobre el placer y la realidad es que la sociedad no ayuda en lo más mínimo. Es muy difícil, entonces la persona termina re frustrada. Es como un “ay, sí, quiero, pero no sé cómo”. Entonces termina siendo una culpa personal, pero, en realidad, vivimos en un contexto que no da placer.

Sol: También traemos estas cuestiones desde nuestras infancias, que ahora recién está cambiando a partir de la Ley de Educación Sexual Integral. Tiene que ver con estas infancias que se tocan sus genitales porque les da placer. Por ahí, en otra época, estaba esta cosa de “no hagas esto”. Estaba muy castigado eso antes. Quizás en las nuevas generaciones existe ese espacio donde se les puede explicar que ese es el espacio privado, y que no está mal que se haga. Quizás otras generaciones crezcan con otras nociones sobre dónde está el placer, cómo uno se toca, qué es lo que le gusta que otra persona le toque.  

Florencia: Y sumamos la perspectiva de género en la crianza también. La minita no va a ir con el platito mientras el papá esté con la PlayStation. Esto sí empezó a cambiar, hay más consciencia de esto y de la equidad, ¿no? De que el varón también va a lavar los platos, que ellos no son los que “ayudan”... Bueno, por eso falta mucho, pero yo creo que estamos ahí. Porque después, con esa crianza, llega la gente a la cama.

“Hay una deuda con los orgasmos de las personas con vulva, pero, al mismo tiempo, hay que correrse de que sea una exigencia”. 
 

Cecilia Ce

Y en términos de educación sexual, ¿sienten que las mujeres adultas tenemos la suficiente?

Melisa: Yo creo que la educación sexual de nuestra generación apuntaba a no quedar embarazadas. Hoy por hoy se sabe que las personas son sexualmente activas, o la gran mayoría, durante varias etapas de su vida y a cualquier edad. Si no pueden quedar embarazadas por su edad biológica, es como que “ya está, las protecciones se olvidan”. Las infecciones están presentes siempre, no importa la edad, el nivel educativo o socioeconómico. Se desconocen por completo muchas de las infecciones de transmisión sexual. Se creen erradicadas infecciones que existen hoy todos los días. La sífilis sigue existiendo, el HPV lo podés tener a cualquier edad. El tipo de relación sexual que se tiene no siempre tiene que ser por penetración: el contacto genital con genital, vulva con vulva, también transmite enfermedades. El sexo oral también. Hay un montón de cosas que se creían imposibles o quizá no se ponían sobre la mesa. Hoy por hoy, yo veo más consciencia. Y, hablando sobre sexualidad, también cómo impacta tener un diagnóstico y el peso que lleva esa persona con X diagnóstico en su sexualidad con la otra persona. Yo muchas veces les explico que hay infecciones que no tienen por qué ser tu carta de presentación, o sea, explicar una infección de transmisión sexual lleva un tiempo larguísimo, pero les afecta muchísimo en la sexualidad tener HPV. Hay otras infecciones que son 100% curables, y las que son crónicas, hay que empezar a informar que la ciencia avanza de forma tal que la vida es igual a la de cualquier otra persona. Pero hay un tabú y un estigma en esos temas, que en la sexualidad dispone a esa persona, a su sexualidad y salud mental totalmente complicada, y eso lo tenemos que acompañar. Es un trabajo en conjunto y demanda mucho tiempo.

Sol: Además, se arman algunos discursos que favorecen el patriarcado, como la famosa “prueba de amor” que implicaría no usar preservativo, porque si no, “no me tenés confianza”. La confianza no es un método anticonceptivo. Con la confianza no es que la sífilis está entrando y dice: “Ah, pero hay amor, voy a esperar a morirme en el quinto día”. Muchos piensan que funciona prácticamente de una forma espiritual. 

“Se desconocen muchas de las infecciones de transmisión sexual. Se creen erradicadas infecciones que existen hoy todos los días”. 

Melisa Pereyra

Desde OHLALÁ! queríamos agradecerles por esta tapa y quizá nos podemos despedir con un consejo sexual de cada una... 

Francesca: Yo diría que nos relajemos un poco, que salgamos de las presiones y de los mandatos y que empecemos a liberarnos un poco más y también –porque no tuvimos una educación sexual las personas de mi edad– que empecemos a instruirnos, a prepararnos, aprender más, a buscar más respuestas e ir a los especialistas. Naturalizar más el ir al sexólogo, a la sexóloga o a los mismos profesionales de la salud y hablar sobre estos temas porque es la forma de empezar a educarnos. 

Cecilia: ¡Y agradecer a la selección argentina, por todo lo que hizo por la sexualidad de este país en el último tiempo! (Risas). Nunca vi una cosa así, un aumento generalizado del deseo. Porque el sexo también tiene que ver con el ánimo, hay que pasarla bien, ¿no?

Sol: ¿Mi consejo? Un succionador de clítoris es un planazo. No importa la edad, no importa nada, me parece un regalazo. Yo creo que la gente tiene que divertirse y bueno, para eso estamos. A mí me divierte lo que hago, eso me hace feliz. Si cuando estoy con otra persona no me divierto, por más que tenga una vulva que no entre en esta habitación o un pito que no entre en esta habitación, por más que haya una construcción física y una morfología que acompañe, una actitud o un rostro que te atraiga, a mí me pasa que si no me divierto, tener sexo es casi la misma actividad que si fuera a sacarme un lunar a la dermatóloga. Yo creo que la gente tiene que divertirse, que es un momento para divertirse.

Florencia: Yo siempre digo que en cada momento hay que ver si uno está donde quiere estar. En toda situación, en la profesión que tenemos, después de 25 años que la elegimos, decimos: “¿Me sigue gustando esto?”. Porque esta es nuestra única vida. No es que damos la vuelta y empezamos a los 20, ¿no? Me parece que no solamente a mí me interesa que la gente goce más sexualmente, me parece que tiene que gozar más en la pulsión. Es esto de sonreír con los ojos. A partir de ahí, no importa si te pajeás cinco veces, si no te querés pajear, si sos asexual, no importa. Lo importante es pasarla bien, divertirte y estar donde querés estar.

Melisa: Y que sepan que, así como estamos nosotras tratando de aportar un granito, hay muchas personas que trabajan para que la sexualidad sea diferente, para que los temas se traten, para derribar la desinformación. Hay mucha gente trabajando en eso, que confiemos en que las cosas van a cambiar, estamos en plena transición y también esa libertad de disfrutar, de gozar y de permitirse también si no hay ganas. También vale preguntarse en qué contexto de la vida estás, porque a veces hay mucha demanda y uno se exige mucho, así que eso: disfrutar y confiar de que estamos trabajando en eso. •
 

Revolución Sexual: el pódcast

Escuchá las entrevistas exclusivas con cada una de nuestras chicas de tapa en nuestro pódcast

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Para acompañar esta edición especial sobre sexo, también lanzamos Revolución sexual, nuestro pódcast sobre sexo, deseo y placer. En cada episodio, entrevistamos a nuestras chicas de tapa y junto con ellas exploramos algunos de los temas que más nos interesan para vivir una sexualidad más plena y libre.

En Revolución sexual te invitamos a conectarte con vos. A hacerte preguntas. A tocarte. A volverte una revolucionaria de tu propio placer. Está conducido por Euge Castagnino, Sole Simond y Agus Vissani. Todos los viernes, un nuevo episodio, disponible en somosohlala.com.

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