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Impaciencia cognitiva: ¿qué es y cómo nos afecta?

Pasar de una tarea a otra sin terminar ninguna es uno de los signos más comunes de este fenómeno íntimamente vinculado con la ansiedad. Te contamos cómo afrontarlo.


Impaciencia cognitiva: algo cada vez más frecuente entre nosotros.

Impaciencia cognitiva: algo cada vez más frecuente entre nosotros. - Créditos: Getty



Las redes, las aplicaciones digitales, pasar de un pensamiento a otro, y de una tarea a otra antes de terminarla –incluso antes de iniciarla-, está afectando nuestra capacidad para hacer una cosa a la vez. Los mil pensamientos por segundo y la ilusión de que, por pensar más rápido las soluciones llegan antes, no es más que eso, una ilusión. ¿Cuántas veces te encontraste revisando varias ventanas digitales en simultáneo, mientras chequeabas el celu –y las redes- en el tiempo que tardaba en subir ese archivo pesado que del laburo esperan que envíes?

Así surge, según cuentan distintos expertos, uno de los primeros síntomas de un fenómeno que no es nuevo pero que ahora se potenció con ganas: la impaciencia cognitivaSe trata de la capacidad debilitada para mantener la atención focalizada en una única tarea, durante un largo período de tiempo.

Entonces, por la multiplicidad de estímulos vinculados a entornos digitales con los que convivimos a diario, que a su vez se suelen presentar en simultáneo, se producen cambios en las dinámicas cognitivas y puede derivar en la impaciencia cognitiva.

Origen del término

Fue el profesor de literatura Mark Edmundson quien introdujo algunos años atrás el término “impaciencia cognitiva”, tras darse cuenta de que muchos estudiantes universitarios evitaban la literatura clásica de los siglos XIX y XX. ¿La causa? Por falta de paciencia parapara leer textos más largos y densos de lo que normalmente se encuentra en los entornos digitales.

El término "impaciencia cognitiva" refiere, según Mark, a la “incapacidad de prestar atención durante el tiempo que lleva comprender la complejidad de un pensamiento o discusión”. Entre las consecuencias más visibles, esto nos conduce a que cada vez nos cueste más entender ideas complejas, y al mismo tiempo, que nos resulte difícil memorizar ideas por más simples que estas fueran.

Una mente que divaga

El psicólogo y escritor americano Daniel Goldman entiende que en la impaciencia cognitiva hay una “atención parcial continua”. El bombardeo constante de estímulos con datos, imágenes e información nos impiden que lleguemos a procesarlos de manera correcta. En vez de sobreponernos a las primeras frustraciones que se nos pueden presentar a primera vista, la opción más recurrente, sostenida por la ansiedad, nos lleva a pasar rápidamente a otro tema.

De esta manera, terminamos por desarrollar –la mayor parte del tiempo de forma inconsciente- hábitos de atención muy poco efectivos: aunque aparentemente estamos enfocadas, en verdad nuestra atención está tan dividida que, muchas veces, ni siquiera logramos reflexionar sobre lo que estamos leyendo o escuchando en una conversación.

En este sentido, un estudio realizado en las universidades de Aberdeen y Columbia Británica apoya la posición de Goleman: la investigación reveló que, cuando leemos, nuestra mente suele pasar entre el 20 y el 40% del tiempo divagando. Lo mismo sucede en una conversación, por lo que no es de extrañar que no podamos recordar gran parte del mensaje más adelante porque hemos perdido partes importantes de él.

La falta de atención, la raíz del problema

Todas las personas contamos con dos tipos de atenciones disponibles, la inferior y la superior: el cerebro tiene algo así como dos sistemas mentales separados que funcionan de manera relativamente independiente, cada una cumple distintas funciones que nos ayudan a resolver y lidiar con problemas de la vida diaria.

La atención inferior, básicamente, nos advierte de los potenciales peligros y es la que se encarga de todas las tareas que hacemos de manera repetitiva. En cambio, la atención superior está vinculada con la atención de carácter reflexivo, donde podemos planificar, analizar y tener una consciencia crítica. Básicamente salir del piloto automático y convertirnos en personas críticas en relación al mundo que nos rodea.

 

La impaciencia cognitiva perjudica directamente a la atención superior ya que, cuando pasamos de un estímulo a otro nuestra atención se dirige solo a lo que consideramos peligroso o que tiene un gran impacto emocional para nosotras inhibiendo la capacidad de discernir, reflexionar o criticar aquello que llega a nosotras. Por eso, en las publicidades o textos que vemos a diario, los que más logran captar nuestra atención son los que tienen resonancia emocional.

Es decir, que causan un fuerte impacto en nuestras emociones y desencadenan reacciones que corren el foco del análisis ya que, para nuestro cerebro, se estaría presentando una emergencia y es allí donde pondrá toda su atención. Como dice Goleman, “la abducción emocional es, por así decirlo, el pegamento de la atención”.

El reto será el de retomar el control sobre nuestra atención. Sobre aquello que verdaderamente nos interesa saber, leer, aprender o escuchar. O Al menos por un rato, antes de volver a navegar en la pegajosa y -hay que admitir- muchas veces hay divertida Matrix.

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