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Es oncólogo pediátrico y se dedica a cumplir los sueños de los chicos con enfermedades graves

Nicolás Fernández Ponce es oncólogo y trabaja en el Hospital Garrahan. Es voluntario de Make-A-Wish Argentina, la fundación que se dedica a cumplir los sueños de los chicos para enriquecerlos con esperanza, fortaleza y alegría.


"Soñar es terapéutico", dice Nicolás Fernández Ponce, oncólogo pediátrico.

Nicolás Fernández Ponce trabaja en el Hospital Garrahan y es voluntario de Make-A-Wish Argentina - Créditos: Make-A-Wish



Quiero ser, quiero conocer, quiero tener, quiero ir: son algunos de los deseos que los chicos expresan cuando los entrevistan. Cada año en nuestro país, cientos de chicos sufren enfermedades graves. En una entrevista con OHLALÁ!, Nicolás Fernández Ponce nos cuenta cómo motivar o inspirar a estos chicos en algo que desean puede darles fuerzas para seguir adelante.

Cuando un chico se somete a terapias tan largas, fuertes y agotadoras, su estado de ánimo decae y esto puede perjudicar el éxito de su tratamiento. Un sueño cumplido, un deseo hecho realidad puede ser lo que el niño necesite para superar el dolor, la tristeza y la frustración que le provoca su enfermedad, dándole un momento de felicidad y esperanza.

“Soñar es terapéutico”: ¿Por qué es importante ayudar a hacer realidad los sueños de los chicos con enfermedades avanzadas?

Son chicos que están frente a una enfermedad potencialmente mortal y no dejan de ser niños, que tienen todos los sueños que tiene cualquier chico: las ganas de jugar y ese futuro todavía incierto, repleto de sueños. Cuando les toca enfrentarse con una enfermedad, lo ven como mala suerte con respecto a sus pares, a los compañeros del colegio y amigos. Así, el deseo se convierte en un oasis para ellos, en una ilusión que los motiva a seguir adelante.

“Soñar es terapéutico”, dice Nicolás Fernández Ponce.

Cada año en nuestro país, cientos de chicos sufren enfermedades graves. Quiero ser, quiero conocer, quiero tener, quiero ir: son algunos de los deseos que los chicos expresan cuando los entrevistan. - Créditos: Make-A-Wish

En una entrevista dijiste que la ilusión es un potente motor...

El sueño es como la zanahoria que tienen por delante, los hace pasar los días con un poco más de optimismo. Sin dudas, esa alegría, esa satisfacción que les da esperar cumplir el deseo los ayuda en el trajín diario, en los tratamientos que tienen que atravesar por la enfermedad. La ilusión es, definitivamente, un motor. Y no solo para los chicos, sino también para la familia. Cuando esos deseos se cumplen, la alegría de esos padres es indescriptible, es como que ellos también se abstraen de esa realidad dolorosa. 

Porque la enfermedad que atraviesa el niño en cierta manera la atraviesa toda la familia, ¿no?

En la mayoría de los casos, los chicos no terminan de tomar real dimensión, no comprenden la lucha por la que están atravesando y los riesgos que implica, es decir, hay cierta edad en la que el chiquito no es consciente de su finitud, de la muerte. Los padres son conscientes, pero ellos no. Por eso, siempre decimos que cuando un chiquito se enferma, se enferma toda la familia. Estos deseos a cumplir, son una alegría para toda la familia. Son esos minutos, esas horas o esos días en que se olvidan de su problema diario y de la angustia. Eso es impagable para nosotros. Ver la felicidad que tiene el niño y la alegría de esos padres es como un oasis y es ahí que empieza a surgir una respuesta biológica a la que no están acostumbrados: la risa.

Quiero ser, quiero conocer, quiero tener, quiero ir, son algunos de los sueños de los chicos.

La risa es, a nivel neurológico, un componente clave en los tratamientos. - Créditos: Make-A-Wish

La risa es, a nivel neurológico, un componente clave en los tratamientos…

Con la risa, todo el proceso, todo el tratamiento se vuelve más beneficioso. Sin lugar a dudas. Hay un libro que leí hace poco, La Sociedad de la Nieve, sobre el accidente de los uruguayos, en el que Javier Methol, uno de los dieciséis sobrevivientes, cuenta en su testimonio sobre aquellos momentos que destinaban a las bromas. En medio de ese infierno, las bromas traían risas y las risas mejoraban el estado anímico del grupo. Y eso pasa acá: la risa y la alegría, desde la ilusión de cumplir un sueño hasta una tarde de juego en un pelotero, es fundamental para ir sobrellevando el tratamiento.

¿Qué significa para esos chicos cumplir un sueño en medio de esa realidad?

La gente no se da cuenta de lo importante que es participar en la alegría de un chico, una alegría que puede durar tan sólo 30 segundos. Nosotros, como adultos, que ya tuvimos casi toda una vida y nos queda toda otra por delante, en la que las alegrías van y vienen, no logramos tomar dimensión. En estos casos, un famoso, un viaje, un animal o el tipo de sueño que sea, se convierte en la mayor y única alegría de la vida de ese niño. En ellos, un segundo de felicidad cotiza diez veces más, porque si medimos el tiempo, esos segundos y horas, son mucho más que eso.

 

¿Cómo arranca el proceso de Make-a-Wish?

Al principio, los pacientes están en una posición defensiva. Cuando entro a la habitación, ni siquiera me miran. Les pregunto por sus deseos, por sus sueños. Pero no logro llegar a ellos. Cuando les digo que soy voluntario de Make-a-Wish, recién ahí levantan la mirada y la fijan sobre mí. Ahí ya me miran diferente, es una buena manera de romper el hielo. Hablamos de sus sueños, cuál les gustaría cumplir y ahí arranca el proceso. Por supuesto que nunca se pierde el objetivo de lo que es el tratamiento en sí, eso es lo primordial pero, paralelamente, arranca Make-a-Wish. Y el primer paso son las entrevistas.

¿Cómo funcionan las entrevistas?

Nosotros tenemos un formato que es fundamental: hay una entrevista inicial en la que los chicos tienen el primer acercamiento a la fundación. Ahí se les pregunta qué les gusta, cuáles son sus hobbies, se habla de sus amigos y familia, como para conocerlos más. Después se empieza a hablar de los sueños. Yo no estoy en esas entrevistas, pero sí sirvo como un nexo entre el paciente y la fundación. En las entrevistas se intenta pedirles al menos tres sueños, para que haya un margen de posibilidad de cumplirlos.

 

¿Nos querés contar un poco de los últimos sueños que cumplieron?

Quiero ser, quiero conocer, quiero tener, quiero ir. Conocer la cancha de River o la de Boca. Conocer algún ídolo, el mar o la nieve. Una chica quería conocer a Lali. Logramos cumplir su sueño tan deseado y lo más lindo fue lo que pasó después: la chica empezó clases de teatro porque Lali la incentivó a hacerlo, le dijo “Dale para adelante con eso” y eso fue suficiente para que ella se animara a salir un poco de su realidad y empezar clases de teatro. Antes del mundial del 2018, uno de los chicos pidió conocer a Messi. Ese día, Leo le firmó la camiseta y este chico le regaló, a cambio, un rosario y le dijo: “Quedate tranquilo que nos vas a traer la copa”. Jajajaj, ¡la presión que recibió Messi en ese momento! Un sueño que me sorprendió mucho fue el de una chica que soñaba con volar, entonces nos pusimos en campaña para conseguir un viaje en helicóptero. Un chico pidió tener una habitación propia; otra viajar a Disney y otro conocer Francia. Los sueños van desde más chicos a más grandes, desde más cotidianos a otros más complejos. Pero en Make-a-Wish siempre se intenta cumplir con todos.

Make-A-Wish Argentina ya cumplió más de 6700 deseos. ¿Cómo ayudar?

Podés ayudar apadrinando un sueño, colaborando con donaciones o haciéndote benefactor. Seguí este link para saber más.

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