
En la ruta bellísima que va de la ciudad de Como a la localidad de Cernobbio, de pronto se ve una verja imponente que señala el ingreso de Villa d´Este, uno de los hoteles más lujosos y con una historia de las más ricas de toda Europa.
Si no se es huésped del hotel, de todos modos se pueden visitar los jardines y los salones de recepción del establecimiento. Desde el embarcadero, se tiene una vista privilegiada del lago y de las montañas. En La bahía de silencio , una de las mejores novelas de Eduardo Mallea, hay algunas escenas que transcurren en Cernobio y enVilla d´Este.
Cuando en Italia se habla de Villa d´Este, de inmediato el interlocutor pregunta si se trata de la magnífica propiedad del cardenal d´Este que se halla en las afueras de Roma, célebre por las fuentes del parque, o del palacio monumental que se eleva frente a las orillas del lago de Como. También un cardenal presidió el augusto nacimiento de la mansión de Cernobbio.
Villa d´Este fue construida a mediados del siglo XVI, sobre la base de un proyecto de Pellegrino, para Tolomeo Gallio, el cardenal de Como, secretario de Estado del papa Gregorio XIII. Los Gallio eran una riquísima familia de la región de los lagos y habían edificado varias residencias en la zona.
En la ciudad de Como, por ejemplo, tenían una magnífica casa, hoy convertida en colegio; además, un palacete conocido como del Duca, la villa de invierno La Gallia y otro palacio, el de Gravedona, estratégicamente situado sobre el lago, en altura.
Naturalmente, en la magnífica posesión de Cernobbio los Gallio llevaron la vida animada de los príncipes y los ricos señores renacentistas. Tuvieron una especie de corte provinciana con el telón de fondo de un paisaje deslumbrante.
Dos siglos después, en cambio, la villa se convirtió en un lugar de retiro espiritual. De esa ascética modorra, la arrancó, a principios del sigloXIX, la viuda del marqués Calderaro, Vittoria Peluso, que, a poco de heredar la propiedad, se casó con el conde Dominico Pino, un ministro de Napoleón. La inquieta condesa Vittoria, amante de las modas, es decir, en esa época, ferviente seguidora de la estética romántica, hizo levantar en los jardines una especie de fortaleza medieval y para darle la pátina del tiempo ordenó que semejara una ruina, marcada por el paso de los siglos.
De modo, lo que se construyó fueron ruinas, por paradójico que resulte. Ese toque medieval estaba destinado a sumir en ensueños y en cavilaciones sobre el pasado a Vittoria y a sus huéspedes.
Mientras que el conde Pino subrayó con una serie de detalles y restauraciones la imponencia de los espacios neoclásicos, tan caros al siglo XVIII y comienzos del XIX, la fantasía edilicia de su esposa en el parque le daba al conjunto un dejo literario y excéntrico.
Una de las propietarias más ilustres de la villa fue Carolina Brunswick-Wolfenbüttell, esposa del príncipe de Gales, que después subiría al trono de Inglaterra como Jorge IV. Ella le cambió el nombre a la residencia de los Gallio y le puso Villa d´Este. La presuntuosa Carolina se jactaba de ser una descendiente de la familia d´Este que había gobernado Ferrara.
En su refugio de Como, la princesa Carolina, alejada de la corte de Inglaterra donde debía guardar, en lo posible, las formas, hizo de Villa d´Este el escenario de una vida bastante licenciosa.
Entre amor y odio
Como el príncipe de Gales detestaba a su esposa y, por otra parte, tenía una amante, la hizo vigilar por uno de sus agentes y, sobre la base de las supuestas pruebas acumuladas por el espía, intentó humillar a Carolina ante los tribunales.
Carolina fue declarada inocente, pero para calmar las habladurías vendió la villa que había cobijado sus aventuras italianas a la poderosa familia de los príncipes Torlonia.
Estos a su vez la pasaron a los aristocráticos Orsini, que la vendieron, en 1833, al barón Ippolito Ciani, un partidario de Cavour.
Por unos años, la residencia dejó de ser una morada de descanso para convertirse en la sede de una actividad política febril. Los patriotas italianos tramaban sus planes contra los austríacos en la aparentemente tranquila residencia de Ciani.
Antes de convertirse en hotel, el palacio hospedó durante dos años nada menos que a una Romanov, a Fedorovna, madre del zar Alejandro II. De nuevo afluyeron las visitas de monarcas y cortesanos a la localidad de Cernobbio.
En 1873, Villa d´Este se convirtió en hotel. Hoy, los visitantes se internan en los senderos del jardín, que suben por la colina o bajan entre altos cipreses hacia la costa. Aun en los días de lluvia, pasear por los caminos silenciosos de la villa, protegidos por los árboles, es uno de los placeres más refinados que ofrece Cernobbio.
Por Hugo Beccacece
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