
Hace dos días que salgo a buscar sandalias. Las quiero altas y con tiritas y que muestren bien los pies (por ahora los mío me encantan). Hay una teoría que dice que la gente tiende a pensar que sus propios pies son lindos aunque sean horribles. Puede que así sea pero los míos me gustan y me gusta lucirlos. ¿Es que los zapateros decidieron alguna venganza contra los fetichistas y no diseñaron ni una sandalia sexy (o según la RAE ya deberíamos escribir sexi, que me suena tan raro) en toda la temporada? ¿Todo tiene que ser esos zuecotes toscos con tachas, gruesísimos tacos de madera que se ven como botas y agujero para que asomen apenas las puntas de los dedos? ¡Botas con agujeros! Indignada. Cuando quiero no puedo y ahora que puedo no encuentro nada. Me declaro en protesta. Una cosa es la moda, otra cosa es que no exista absolutamente nada disponible para quienes no nos gusta lo que hay. Es decir, juro que lo intenté; hasta me probé un par. Con jeans vaya y pase pero cuando me puse una pollera, Dios mío, con Luz nos agarró un ataque de risa.
-Te quedan definitivamente mal.
No aclaró que te hace piernas como columnas dóricas (pero las que ponen debajo de una mesa ratona) y por arte de magia desaparecen los tobillos.
Sentadoras, muy sentadoras.
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
