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Chicago, con viento en popa

El alcalde se propuso cambiar la cara de la ciudad y hoy se respiran nuevos aires




CHICAGO (El Mercurio, de Santiago).- No es por nada que los norteamericanos están tan orgullosos de esta ciudad del Medio Oeste, que se alza con todo su esplendor junto al lago Michigan. Suelen compararla con Nueva York y, en ésta, Chicago siempre sale ganando.
Porque sus fabulosos edificios fueron construidos dejando entre ellos suficiente perspectiva para admirarlos. Porque es mucho más pequeña y manejable. Porque hasta la calle llega el sol.
Porque encima de las torres se desplaza ese cielo intensamente azul y corren nubes que se ven. Porque tiene una ya larga tradición de excelentes restaurantes.
Porque las tiendas de la calle Michigan son tan buenas o mejores que las de la Quinta Avenida. Porque no son tantas las ciudades en Estados Unidos donde se puede caminar por la orilla de un bellísimo lago color calipso, bajo un sol placentero en verano y luego tomar tu automóvil y pasar por el Instituto de Arte para sorprenderte una vez más frente a la soledad y la tristeza de ese cuadro de Edward Hopper, el de la pareja sentada en el bar de la esquina, todo ello en un rato, sin mayores problemas de tránsito ni otras angustias típicas de las ciudades de esta época.
Pero por sobre todos estos aspectos, comparada con Nueva York, Chicago es más estadounidense. Y eso se nota. Se nota en la música que tocan las orquestas que se instalan en pleno centro de la ciudad. Se nota en el tipo de comida que hay en los restaurantes donde va la juventud, como ese entretenido Cheesecake Factory, que bulle de música y de gente a toda hora del día y de la noche.
Se nota en los innumerables clubes de jazz que hay en cada esquina. El Stachmos, el Best Avant-Garde Jazz Club, el Noisiest Dixieland Jazz Spot, el Best Live Music Club-Jazz. La lista es interminable. Y también lugares donde tocan blues. En las mismas calles se escucha frecuentemente hablar en español, porque la comunidad hispana en Chicago es enorme, pero la mayoría habla en inglés, cosa que en Nueva York, mucho más cosmopolita, sucede cada vez con menos frecuencia. Un estadounidense en Nueva York siempre será un extranjero, me decía hace un tiempo un buen amigo gringo. En cambio, en Chicago no. Se nota en el ritmo de la vida, más lento, más apacible.
Se nota en los precios: notablemente más baratos que los de Nueva York. Y por último, se nota en la preocupación de ese extraordinario alcalde Richard M. Daley, el que, distinto de su colega neoyorquino, el atribulado Giuliani, puede emplear sus energías colocando maceteros de flores en las grandes avenidas, más que en hacer leyes de cero tolerancia, porque la criminalidad en Chicago, por fin, ha disminuido.

Milagros

No hay nada que hacer con el tema del buen alcalde. Siempre ocurre lo mismo: un gran alcalde puede hacer milagros en una ciudad con problemas. Y Chicago es prueba viviente de ello.
Hasta no hace mucho tiempo, la fama de esta ciudad se asentaba en cosas feas. Era famosa por su smog; la legendaria y terrible violencia que databa de los tiempos de las mafias se había incrementado (sobre todo en el sur de la ciudad), con la existencia de verdaderos guetos, completamente discriminados, de la raza negra; sus barrios eran peligrosos; sus patios fuera de un pequeño radio del centro citadino estaban llenos de chatarras; sus industrias, con chimeneas desprotegidas, vomitaban humo encima de los habitantes con todo desparpajo e impunidad... ¿quién quería ir a Chicago? Nadie.

Hacia el mundo

Tuvo que llegar un alcalde decidido a sacarla de sus miserias para que la ciudad, efectivamente, surgiera. Todo ocurrió a partir de la convención de los demócratas, en 1996. El alcalde, Richard M. Daley, se empeñó en ponerle el cascabel al gato y hacer que Chicago presentara al mundo su mejor cara.
Por ahí empezó y, poco a poco, en los últimos diez años ha enfrentado de a uno los problemas. Lo primero era limpiar. Sobre todo limpiar el lago, que hedía y era un foco infeccioso de aguas terriblemente contaminadas.
Luego vino hincarle el diente a la infraestructura y se arreglaron los puentes, las cañerías, los tendidos eléctricos.
Enseguida se puso a embellecer la ciudad. A comienzos de la década del noventa, Delay plantó 135 mil arbustos y árboles, sin contar los millones de flores que se plantan cada primavera en calles, avenidas, plazas, parques. Instaló rejas, puentes, obeliscos, esculturas, faroles antiguos.
Pero de todo cuanto ha hecho este alcalde, tal vez lo más inteligente fue convencer a los chicagüinos que volvieran de los suburbios al centro de la ciudad, que no la abandonaran, que no la dejaran convertirse en lo que es Manhattan hoy, una ciudad de gente que trabaja ahí y se va a dormir a Brooklyn, a Nueva Jersey o a Queens.
Que le permitieran volver a ser una ciudad donde la gente vive. Que otra vez existiera el paseo en la tarde por las plazas con la familia. Que los niños pudieran ir con sus padres a los restaurantes. Que fuera posible ver mujeres empujando el coche de su bebe en las riberas del lago por la tarde.
Un ejemplo notable de lo que ha hecho el alcalde es la calle State, que hace treinta años era la calle comercial más importante de Chicago, había caído en desgracia y estaba convertida en un lugar sucio, violento y peligroso.En 1996 fue repavimentada, se la limpió, se pintaron los edificios, se la llenó de flores y ahora ocupa el mismo lugar de privilegio que tenía hace décadas.
Hace pocos días vivimos la grata experiencia de un día en Chicago. Partimos en la mañana, desde Evanson (ciudad universitaria que está a pocos kilómetros de allí), en metro, con mi hija, mi yerno y mi nieto de nueve meses. El nieto iba en su coche, por supuesto.
Recorrimos caminando la Magnificent Mile (una milla de tiendas espectaculares) de la calle Michigan, desde la Torre del Agua hasta el Instituto de Arte. Almorzamos en el Cheesecake Factory, un lugar de gente joven, oficinistas apurados, turistas, donde se come la típica comida bien americana, ensaladas de pollo, con palta, tomate y brotes, costillas de cerdo con salsa barbacoa, muchas papas fritas, hamburguesas, sándwiches con tocino, lechuga y tomate (no hay nada mejor que un LBT: Lettuce, Bacon, Tomato).
Ver vidrieras por la avenida Michigan es un paseo entretenido y agradable, primero porque las aceras son anchas, despejadas, uno no anda a topetones con la gente, el coche de la guagua rodaba con toda facilidad y segundo porque las tiendas son, de veras, bonitas y en las vitrinas hay talento a raudales. Son caras, eso sí, como todas las buenas tiendas del mundo.

De los mejores

Después de almuerzo, la emprendimos (siempre de a pie) hacia el Instituto de Arte. Está considerado uno de los mejores museos de Estados Unidos. Posee una excelente colección de impresionistas, tal vez la más selecta del mundo. Y ese increíblemente bello cuadro de Hopper, Nighawks, de la pareja en el bar solitario en la noche.
La caída de la tarde nos pilló paseando por la ribera del lago. Y es aquí donde más se aprecia la labor del alcalde de Chicago, porque el lago está limpio, totalmente descontaminado.
No se ve la otra orilla, es un mar de agua dulce, azulina, casi calipso, muy clara, y hay barcos, veleros, botes, lanchas, pero no se escucha ese ruido ensordecedor de los motores de las lanchas en el agua.
Todo allí parece ocurrir con una cierta calma. Caminas por el borde y atrás se ven los rascacielos, verdaderas obras de arte (tres de los mejores arquitectos del país forman parte del gabinete del alcalde).
Ya de noche cenamos en uno de los mejores restaurantes para carnívoros: Smith and Wolenski, en pleno centro, mirando el agua del canal.
Elizabeth Subercaseaux

Datos útiles

Cómo llegar: el pasaje aéreo de ida y vuelta hasta Chicago cuesta aproximadamente 1000 dólares, con tasas e impuestos incluidos.
Alojamiento: la habitación doble en un hotel 3 estrellas cuesta 70 dólares. En uno de 4, el precio varía entre 90 y 140, y en uno de 5 cuesta cómo mínimo 150 dólares, con desayuno incluido.
Hay alojamientos para jóvenes que cobran entre 25 y 45 dólares, la noche, con baño privado.
Museo:
  • The Art Institute of Chicago: además de tener un fuerte énfasis en el impresionismo, este museo alberga obras de arte que van desde el 3000 a.C. hasta los años noventa de este siglo, y que cubren distintas expresiones del arte norteamericano, europeo, africano, latinoamericano y asiático. Se encuentra en 111 S. Michigan Ave.
Abre los lunes, miércoles y jueves, de 10 a 17. Los martes, el horario es de 10 a 20 y los viernes de 10.30 a 18. Los fines de semana abre los sábados, de 10 a 18 y los domingos, desde las 12 hasta las 18. Informes por el (312) 443-3600.
En Internet:

Conciertos y exposiciones para no aburrirse

Una agenda completa de actividades
Exposiciones: presentación de las exhibiciones navideñas Christmas Around the World y Holiday of Light. En el Museo de Ciencia e Industria, Calle 57 y Lake Shore Drive. Informes: (773) 684-1414.
  • The Cuban Landscape presenta pinturas de Eduardo Estrada, Giosvany Echevarría y Ramón Vázquez. Hasta el 19 de enero, en Havana Gallery, 1139 W. Webster Ave. (773) 549-2492.
  • Exhibición Cultural Connections-Altars in the Global Village con motivo del Día de los Muertos. Hasta fin de mes, en el Northeastern Illinois University. Fine Arts Center Art Gallery, 5500 N. St. Louis Ave. Informes: (773) 794-2644.
  • Hasta el 8 de diciembre. Peace Art 2000 presenta trabajos de Francisco Molina, Zhiwei Tu, Shaongang Guo, Gerd Koidl, Franklin Burke, Alejandro Romero, Jordi Pedrola y Pedro Sobrado. En la Galería World Art Expressions, 355 W. Chicago Ave.
  • Chiapas: The End of Silence ofrece sesenta y cuatro fotografías en blanco y negro tomadas por Antonio Turok. Hasta el 7 de enero, en la Biblioteca Harold Washington, Main Exhibition Hall, 400 S. State.
  • Hasta el 28 de enero, en la Sociedad Histórica de Chicago, Clark St. y North Ave, se presenta Choosing to Participate: Facing History and Ourselves una exhibición que explora cómo las decisiones que toma cada individuo, pueden afectar su comunidad y la sociedad en general.
Festejos : hasta fin de mes, Chicago se une a las fiestas tradicionales de esta temporada con una serie de acontecimientos en diferentes instituciones y centros culturales de la ciudad.
Entre las actividades está el Festival de Luces de Magnificent Mile y la ceremonia anual para encender las lucecitas del árbol de Navidad de la Plaza Daley. Para recibir más información puede llamar por el (312) 744-2400.
  • Hoy. Dance Chicago es un festival anual que muestra el trabajo de algunas de las compañías de danza más destacadas de esta ciudad. The New Athenaeum Theatre, 2936 N. Southport Ave. Informes: (773) 935-6860.
Conciertos: viernes 22. Concierto a beneficio del programa de música Merit con Fareed Haque y Terry Callier. Park West, 322 W. Armitage. Informes: (312) 559-1212.
  • Viernes 22. Dentro de la serie Ameritech Jazz se presentan Johnny Griffin´s Big Soul Band y Ramsey Lewis Trio. Symphony Center, 220 S. Michigan Ave. Informes: (312) 294-3000.
Música: Symphony Center: célebres conciertos de la Chicago Symphony Orquestra, dirigida por el maestro Daniel Barenboim. 220 S. Michigan Ave. Te: 001 (312) 294-3000.
  • Civic Opera House:el teatro en el que se puede asistir, de septiembre a marzo, a las funciones de la Lyric Opera of Chicago. Durante el resto del año hay ocasionales presentaciones de los shows de Broadway. 20 N. Wacker Dr. Te: 001 (312) 332-2244.
  • Green Mill: centro indiscutible del jazz, que funciona desde 1907. Está en 4802 N. Broadway.
  • Andy«s: un lugar en el que se pueden escuchar todas las variedades del jazz, desde el más tradicional hasta el más revolucionario, a distintas horas del día. 11 E. Hubbard St.

El primer paso para un buen plato

Los mejores restaurantes
Es difícil encontrar en Estados Unidos otra ciudad con tantos y tan buenos lugares para comer.
La mayoría son caros, pero excelentes. Vaya un breve listado de los mejores.
Hay varios restaurantes que vale la pena tener en cuenta.
Para comida italiana : Spiagga, 980 North con Michigan, hay que hacer reservas (280-2750). Es un fino y sofisticado restaurante donde se sirve comida italiana refinadísima y muy rica.
Para comida japonesa : el mejor sushi de la ciudad está en Hatsuhana, 160 East Ontario (280-8287).
Para comida francesa : sin dudarlo, Le Franais, 269 South Milwaukee, en Wheeling.
Está un poco alejado del centro, pero vale la pena.
Se requiere chaqueta y corbata, y es necesario hacer reservas (708-541-7470).

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