

YAMOUSSOUKRO, Costa de Marfil.- Entre todas las repúblicas del Continente Negro, ninguna experimentó tan vertiginoso desarrollo económico y cultural como esta pequeña nación del golfo de Guinea, ex Africa Occidental Francesa hasta su emancipación. Ya Francia había creado la moderna infraestructura civil e industrial en la dinámica ciudad portuaria de Abidján, que fue la capital de Costa de Marfil hasta 1983.
Con cerca de 3.000.000 de habitantes, casi una quinta parte de la población del país, Abidján es la tercera ciudad de Africa después de El Cairo y Kinshasa. Y el viajero se sorprenderá con la actividad de buques de todo el mundo que transportan maderas preciosas, aceite de palma, café (de una calidad privilegiada), cacao, piña o banana De todo, excepto marfil.
Quizás, en siglos pretéritos, hubo tantos paquidermos como para darle ese nombre a esta costa, cerca de la asombrosa selva ecuatorial entre el Níger y el Congo. Actualmente, para observar a un elefante hay que ir hasta el Parque Nacional de la Marahoué, imponente reserva de flora y fauna (100.000 hectáreas), a 350 kilómetros de Abidján, por la ruta de Yamoussoukro a Daloa.
Algo de historia
Lo que se ha dado en llamar el miracle ivoirien es simplemente el resultado de la voluntad de trabajo, la devoción patriótica y el sacrificio de los hombres de las pequeñas-grandes naciones; en todo lo cual le cupo un papel fundacional al insigne ciudadano, padre espiritual de la República, Félix Houphouët-Boigny (1905-1993), poeta, parlamentario, periodista, y luego presidente y maestro de los líderes de la razón africana Kwame Nkrumah, Patrice Lumumba, Habib Burguiba, Ahmed Ben Bella, Nelson Mandela
De los numerosos ríos que surcan Costa de Marfil, algunos son navegables como el Sassandra, el Bandama y el Comoe, que las entidades turísticas de Abidján incluyen en sus cruceros de recreo por las espléndidas bellezas naturales o por la lujuria ecuatorial tras la que se refugian todavía nuestros antecesores remotos, según intentó probar Charles Darwin.
Manhattan en el trópico
La capital Yamoussoukro, en el centro geográfico del país, es un modelo de urbanismo y bucólica serenidad silvestre, en contraste con la animación del tránsito y los negocios en el Plateau, el Manhattan de los Trópicos , y la febril actividad industrial y el rumor de las refinerías de petróleo en el gran puerto de Abidján.
Frente al espejo de la laguna se destaca la arquitectura suntuaria de Cocody, el exclusivo distrito de embajadas y residencias, literalmente una ciudad autárquica, con teatros, hipermercados, academias, gimnasios, casinos, restaurantes, tea-rooms y círculos diplomáticos, entre otras cosas.
Allí se encuentra a precios muy razonables toda clase de objetos, máscaras o figuras en madera tallada, instrumentos musicales y artículos típicos del golfo de Guinea hechos en cobre, telas o piedras semipreciosas.
Se cotiza indistintamente en francos, euros o dólares, y se habla francés, español e inglés, en general, en todo el ámbito del golfo. Y en todas partes, en dioula, senoufo, y en otras lenguas, se habla ahora de Didier Drogba y de la Argentina.
Por Jorge Ortiz Barili
Para LA NACION
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