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Descubrí las imágenes que te potencian

Impulsate con la visión de aquello que querés lograr, ponele metáforas a tu vida y preparate para atravesar tus desafíos.




Para la mayoría de nosotras, la metáfora es un recurso de la imaginación poética, una cuestión de lenguaje extraordinario más que ordinario, algo que usan los artistas. Solemos mirarlas como una herramienta relacionada estrictamente con el lenguaje y no con la acción o el pensamiento. Por esta razón, estamos convencidas de que bien podríamos arreglárnosla perfectamente sin metáforas. Pocas veces nos damos cuenta de que ellas impregnan nuestra vida cotidiana, que todo nuestro sistema conceptual, la manera en que reflexionamos, vivimos y sentimos, está estructurado en torno a metáforas.

Nuestros modos de pensar algunas de las cosas más importantes de la vida, ¡y la vida misma!, dependen exclusivamente de ellas. Esta imágenes nos ayudan a entender cosas totalmente abstractas –el tiempo, el amor, la vocación– alumbrando ciertos aspectos y oscureciendo otros. Así, desnaturalizarlas, cuestionarlas, recrearlas, pueden ser pasos fundamentales para transformar actitudes, reacciones y emociones y dirigir tu acción.
Encontrar nuevas maneras de pensar las mismas cosas es siempre un desafío que requiere bucear nuestro inconsciente usando palabras. Lo que te vamos a proponer es parecido a hacer poesía, la idea es que diseñes una metáfora funcional a lo que querés lograr este año, porque crear tu destino es también un arte.

Detectá la metáfora madre

Muchos de nuestros pensamientos son ramificaciones de algo llamado "metáforas madres". Los primeros en detectarlos fueron los lingüistas George Lakoff y Mark Johnson. En su libro Metáforas de la vida cotidiana, ellos contribuyeron a quitar unas cuantas vendas de los ojos, a "crackearnos" el cerebro revelando su funcionamiento.
¿Qué es el tiempo en este mundo? El tiempo es oro. En su versión anglo, dinero: "Time is money". Parece un simple dicho, pero, en realidad, se trata de la madre de una larga cadena de razonamientos. Esta manera de pensar algo tan intangible como el tiempo dio nacimiento a toda una forma de percibirlo y hasta de valorarlo: el tiempo es algo que se gasta, que se invierte, que se gana, que se pierde. Que el tiempo es valioso no es solo algo que decimos, es algo que vivimos, que sentimos, que encarnamos.

Tomemos otro ejemplo. ¿Qué es la vida? En nuestra cultura, la vida es un camino. Por eso decimos que "avanzamos", "retrocedemos", "damos vueltas", "nos perdemos", "encontramos salidas", "obstáculos", "quedamos en encrucijadas" y hasta ¡"mordemos la banquina"! Si vamos un poco más allá, nos podemos dar cuenta de que, además, muchas metáforas conceptuales dialogan entre sí: en este camino que es la vida, el futuro está adelante, en lo que viene, el pasado queda atrás. Las metáforas principales forman una especie de sistema que nos crea cierto mapa mental para vivir y del cual dependemos para operar.

Mirá sus luces y sombras

Lo interesante comienza cuando una se anima a preguntarse cómo pensaríamos lo que pensamos sin valernos de metáforas. ¿Qué sería la vida si no fuera un camino?, ¿un río que fluye y nos lleva? El concepto de esfuerzo, en este caso, no solo no estaría incluido, sería además contraproducente. En otras culturas las metáforas conceptuales son distintas: existen lugares en los que el futuro está atrás y el pasado adelante. Y hay razones: el pasado está frente a nosotros, se puede ver, mientras que el futuro permanece oculto detrás.
Generalmente, las imágenes que se imponen tienen que ver con todo un sistema de valores, cada metáfora es solo una posibilidad de pensamiento, siempre existen tantas otras.

El tiempo es dinero y oro en una cultura en la que el trabajo se paga por hora, por semana, por mes. Se cambia dinero por tiempo y entonces resulta totalmente natural pensar las cosas así. Por supuesto que parte de pertenecer a una cultura es compartir metáforas y actuar en consecuencia. Todos valoramos el tiempo propio y ajeno de la misma manera y eso nos lleva a compartir criterios importantes para la convivencia y la cotidianidad. Sin embargo, no siempre es así.

Diseñá tu metáfora

Se puede, conscientemente, construir nuevas formas más apropiadas a nuestros desafíos actuales, valores internos y al modo en que queremos vivir. ¿Estamos con un proyecto importante en mente? Por qué no pensar su desarrollo, por ejemplo, como un proceso botánico: semillas que plantamos, etapas de germinación, aparición de brotes, crecimiento, flores, frutos. Esta manera de concebir algo importante puede ayudarnos a aceptar procesos naturales, tiempos en los que aparentemente no pasa nada, para comprender procesos más profundos en los que se mueven cosas que no podemos ver, porque están bajo tierra. También puede ayudarnos a entender cuándo sembrar, cuándo cosechar, ver si el terreno es fértil o árido. Las metáforas "a medida" pueden ayudarnos a potenciar o despabilar ciertas características propias de nuestra personalidad. Si sos una persona aventurera, tal vez la idea de escalar tu propio "Everest personal" te divierta más que pensar en lentos procesos botánicos. Lo importante, en todo caso, es analizar la tendencia a pensar las cosas de un solo modo, heredado de la cultura, por supuesto, pero también, muchas veces, de nuestro entorno personal e incluso de nuestra época.
Otro recurso para pensar metafóricamente es apelar a refranes, que son también, en la mayoría de los casos, modos simbólicos de pensamiento. Tal vez en 2016 no quieras "tirar margaritas a los chanchos" y parte del éxito de tu propósito dependa de detectar qué son las margaritas, quiénes son los chanchos y el exacto momento en que desperdiciás tus recursos. Tal vez no quieras comprar más espejitos de colores, o estés decidida a entender que "no por mucho madrugar amanece más temprano". Como sea, lejos está el lenguaje simbólico de ser algo inofensivo. Es un recurso impagable a la hora de pensar salidas creativas y puede ubicarte a años luz de donde estás, sin moverte de tu lugar. Estos switches hacen la diferencia entre la inspiración y la frustración, las ganas y el desánimo. Por todo esto, podemos asegurar: las metáforas, como el tiempo, valen oro.

Por Inés Dates: Surfear la vida

Créditos: Corbis

Nuestra psicóloga - especializada en psicología sistémica y positiva, nos asesora desde hace casi ocho años en los tema de tapa de "Calidad de vida", y nos acompañó como experta consultada también en esta nota- escribe en primera persona:
"Recuerdo cuando me di cuenta de que estaba presa de una metáfora proveniente, probablemente, de mi cultura inmigrante.
Tenía treintialgo, tal vez 40, y lo vi claramente. Mi metáfora se podría resumir con una sensación y una imagen: esfuerzo, esfuerzo, esfuerzo, y un gran sillón cómodo al final. En esa metáfora todo el tiempo no productivo era sospechoso de haraganería, enfermedad o algún otro defecto de mi persona. En ella el tiempo faltaba cuando tenía mucho trabajo y sobraba dolorosamente, con sensación de "nadie me busca", de abandono, cuando el trabajo era escaso.
Entonces, decidí cambiar de metáfora y encontré otra: la del surf. Decidí aprovechar los momentos de calma para flotar en el agua, dejándome mecer por el movimiento de las olas del tiempo como los grupos de surfistas adentrados en el mar, y decidí elegir las olas que yo podía barrenar, para subirme a ellas y aprovechar su impulso.
A veces me equivocaba y la ola me revolcaba, y eso también formaba parte del combo. Han pasado muchos, mi mar ahora tiene olas mucho más suaves, pero desde entonces mantengo el surf en mi vida." •
¿Qué imagen te representa? ¿Tenés un refrán, una metáfora, para este momento de tu vida? ¿Alguna visión que te conforte? Leé también Los miedos que nos atan eIluminá tu oscuridad

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