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Dos tipos audaces

Recorrida por la otra cara del cerro con profesionales del esquí




SAN MARTIN DE LOS ANDES.- El cordón montañoso Chapelco, donde está enclavado el centro de esquí de San Martín de los Andes, presenta elegantes paredes de piedra, pendientes pronunciadas, saltos y cañadones que parecen imposibles de transitar, pero que resultan deliciosas pruebas para los esquiadores y surferos más experimentados y que cuentan con la ventaja de encontrarse a sólo unos pasos de los medios de elevación.
“Los circuitos más difíciles de nuestro complejo de esquí son un escenario ideal para entrenarse antes de que empiece la temporada de invierno en europa”, dice Oscar Sosa, un esquiador profesional oriundo de esta localidad, quien desde hace más de diez años alterna entre el hemisferio norte y San Martín.
“Estas montañas tienen caras muy empinadas, con buenos cortes, que suelen terminar en planos. Eso te permite encarar las bajadas casi sin riesgos, porque resulta fácil frenar. Por eso decimos que acá las líneas son muy divertidas y con final feliz”, agrega Oscar, quien trabaja para las marcas Scott y Fischer y, cinco semanas al año, como instructor de fuera de pista para clientes privados en los alpes austríacos.
La Nación Nieve realizó una sesión de fotografías con Oscar y su discípulo Estanislao “Tato” Vasiuk, donde se resume lo que para ellos es un día de esquí en el cerro. Eligieron como escenarios naturales la cornisa de la pista norte, una piedra en la pista Patrulla y el ventisquero que se encuentra entre el Filo y el Teta.
“Los relieves de estas montañas son perfectos para practicar, hay una gran variedad de terrenos”, explica Tato, quien también trabaja en Europa y todos los años vuelve en su receso a San Martín de los Andes.
Para el corredor de las marcas Scott y Cota 1700, “lo mejor para saltar son las piedras. Aquí todas tienen salidas muy prolijas que no dan lugar a enganches o complicaciones mayores. Son ideales para ensayar nuevos trucos”.
En el cerro Chapelco, las alternativas para los esquiadores y snowboarders más avezados se expanden detrás del Filo, donde hay líneas muy difíciles y otras de nivel intermedio. El único detalle es que para regresar desde allí después de la bajada, hay que subir la montaña a pie o en esquí de travesía. otras variantes son los fuera de pista La Pala y las líneas del cerro escalonado, de mucha pendiente, que terminan cerca del estacionamiento del complejo de deportes de Invierno.
Por Iván Gurevich
Para LA NACION

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