
Cuando era chica miraba a mi mamá y no podía creer lo linda que era.
Me pasaba lo mismo con los cachorritos de gato. No me entraba en la cabeza que existiera tanta perfección en una cara.
Miraba a mi mamá y le decía: "¿vos sabés lo linda que sos?" Y ella me respondía "vos más".
Siempre supe que no era así, pero en ese momento era exactamente lo que yo quería oír. No porque quisiera ser más linda que ella sino porque me reconfortaba saber que su intención era la de hacerme sentir bien.
El otro día leí en algún lado que los niños a los que se los complace, buscan complacer.
Quizá hace años habría pensado que esto era una pavada, pero esta vez me llegó bastante. Tiene lógica.
Si uno es capaz de reconocer lo bueno de sentirse complacido, entonces va a tratar de hacer sentir así a quienes quiere.
De hecho, puede hasta transformarse en prioritario. Como me pasa a mí con los regalos. Prefiero hacerlos que recibirlos. Y no es por mártir o amorosa. De hecho, hasta podría ser tomado como un acto egoísta. Me fascina pensar que estoy haciendo feliz al regalado, me encanta verle la cara y la tarea de elegirlos me resulta muy placentera.
Trato de ser así con mis hijos, me esfuerzo, y cuando veo los logros siento una inmensa felicidad.
Cuando entre ellos se miman y sorprenden me hincho de orgullo.
El otro día, en una entrevista para un estudio de mercado me pidieron que hablara de lo que más disfruto de la maternidad.
"Cuando veo que lo que les enseñé, sirve. Cuando veo los frutos de lo que yo creía una buena crianza".
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
