
De viaje, las personas se sienten un poco más libres. Y esa libertad posee el color de la niñez. Los recuerdos vienen teñidos de sabores y olores. Si hablamos del rito de la mesa, los dulces se llevan el primer puesto.
En la memoria de muchos argentinos hay postres que aún se reconocen extranjeros. Y otros que adoptamos de tanto hacerlos.
Hubo un tiempo no tan lejano en que a diario pasaba el lechero. Ajenas o propias, las vacas daban leche y a ésta había que usarla para que no se echara a perder.
En el campo o la ciudad, el arroz con leche hervía en la olla por minutos que parecían horas. Había que esperar hasta el final de la cena para comerlo.
Este postre, como tantos otros que erróneamente creemos de origen criollo, llegó de España. En los menús de restaurantes madrileños y argentinos figura este epílogo, aunque ciertas personas lo asocien con la infancia... del engrudo. Es bueno probarlo y cotejar; aunque más no sea para recordar ese momento sublime, o infame. En Los siete platos del arroz con leche , Lucio V. Mansilla (1831-1913, escritor, periodista, militar y político) cuenta su regreso de Francia, en pleno alzamiento de Urquiza contra su tío Juan Manuel de Rosas. En esa oportunidad visitó al caudillo, y la prima Manuelita -eximia respostera- sirvió este dulce. La conversación se extendió y su deseo de repetir se hizo evidente. Según él... "obedecía a una fuerza superior a mi voluntad". Una vez derrotado Rosas y desde el exilio en Inglaterra, ambos tuvieron oportunidad de rememorar aquella delicia con nostalgia.
Al igual que para el dulce de leche, la leche ha de ser lo más fresca, grasa, aromática y rica posible. Los mexicanos dicen que si durante la noche se sumergen dos hojas de higuera, la leche absorberá el aroma dulce.
- 1 litro y medio de leche
- 1 pocillo de arroz
- pedacito de cáscara de limón
- 1 chaucha de vainilla.
- 1 rama de canela
- 5 cucharadas de azúcar
Elaboración:
- Remojar el arroz en la leche por lo menos 6 horas. Hervir con todos los ingredientes hasta cocinar el cereal y dejar enfriar. Reservar en heladera hasta el momento de servir. Espolvorear con canela molida
Silvina Beccar Varela
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