
ROMA (AFP).- La idea de pagar entre 30 y 50 euros al día para pasar la jornada en una deslumbrante playa deja desconcertados a los italianos, que este año se debaten entre soportar el calor asfixiante en casa o pagar la entrada a uno de los balnearios privados de la península.
En las playas de Ostia, las extensas filas de sombrillas con sus reposeras al borde de la playa testimonian que se trata de una industria próspera.
Para tomar un poco de sol con su hija, Stefania, de 58 años, tuvo que pagar la entrada, alquilar una sombrilla y dos hamacas. "Pagué 31 euros. Y no estamos en la Polinesia", se queja, mostrando las colillas en la arena.
Para aquellos que no quieren pagar hay que proseguir algunos kilómetros más hacia playas más salvajes.
La polémica se avivó este año debido a la dificultad en toda la península de encontrar un pedazo de playa libre de sombrillas, en la que no se tenga que pagar para acceder.
"Es la privatización de la playa. Como sucedió en Ostia, está ocurriendo en Apulia, Emilia-Romaña, Calabria, Sicilia", explica el responsable de la asociación de defensa del medio ambiente Legambiente, Sebastiano Venneri.
El problema es que las costas están administradas por las regiones y alcaldías y no por el Estado, por lo que todos intentan sacar el máximo provecho de los meses calientes. "No tienen fondos para administrar las playas y si un gestor privado se ofrece a hacerlo, la tentación es fuerte", sostiene Venneri. Aunque reconoce que "las playas públicas están siempre sucias, sin duchas ni zonas de aseo. Si no fuera por el sector privado, con sus vicios y virtudes, las playas estarían acabadas".
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