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La frase de la semana




Ténganme paciencia con el mural de bebitos. Yo sé que todas están muy ansiosas por conocer las caritas de esas bellezas 0 km que están llegando, incluso por saber cómo eran los que ya conocen de más grandulones, pero faltan sólo 2 semanas para que yo vuelva a disponer de huecos, tiempo libre, energía plus para Uds., el blog y cualquier iniciativa del estilo.
Y hoy quisiera hablar del cartel de la panadería. "Nadie que confía en sí envidia la virtud del otro". *
Está bueno pensarlo de esta manera, no les parece? La envidia como alarma de no-confianza. Como herramienta que nos avisa cuando debemos reencauzar la energía en nuestra propia vida.
A nadie le gusta aceptarse envidioso. De los sentimientos sociales, el menos elegante, es verdad. Pero sucede, por mucho que nos pese. Y algo nos está avisando. "Acá envidia, envidia, grrrr...". El deseo secreto de que al otro le vaya mal. Horrible, espantoso.
Siempre que sentí algo, un poquito de envidia, me senté a charlar conmigo misma. Y me reconocí: este sentimiento me está hablando de la poca bola que le estás dando a tal cosa o aspecto (en tu vida, claro está). Y zas. Vuelve la confianza en el destino, en las energías planetarias, en el propio talento. En aquello de único e irrepetible que sólo yo tengo. Y a partir de acá, sí amás al resto, la diversidad. Y te alegrás sinceramente porque los otros puedan cumplir sus deseos.
¿Y qué es la confianza en uno mismo? Ajá. Bueno, esto hay que investigarlo. A priori parece muy amplio. ¿Pero esencialmente cómo lo sienten Ustedes? Confianza en mí sería algo así como "me merezco la vida que deseo". O más sencillamente: "me merezco ser feliz". Y por ende: "me merezco tener a mi lado alguien que me quiera, por decir algo, me merezco trabajar de lo que amo, me merezco ganar más dinero, etc."
Merecerse. Un verbo clave en esto de reconstruir el propio respeto, no creen? El amor por lo que somos. Un amor del cual no siempre tenemos el mejor modelo (aunque lo amemos). Mamá.
A pensar, a pensar...Terapia grupal para las locas que escribimos acá. ¿Recuerdan algún sentimiento de envidia que no hayan podido controlar? ¿Sigue estando o afectó en algo su vida? ¿Y qué desearían ser o tener, pero secretamente creen todavía no merecer?
* El autor de la frase es Cicerón.

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