

Los habitantes de la isla a la hora de tomar sus vacaciones eligen más los paradores del interior que los grandes hoteles, que se concentran en las inmediaciones del viejo San Juan. Lo mismo hacen los europeos amigos de cuidar su presupuesto, tomar un contacto más directo con los habitantes y sus costumbres y acercarse a lugares menos conocidos.
La idea de la Compañía de Turismo de Puerto Rico tomó cuerpo a partir de 1973 y su fue extendiendo hacia las montañas, los pueblos y las playas alejadas. La distancia es una manera de decir porque no hay nada a más de dos horas de la capital, aunque es notable la diferencia de paisajes de cada región.
Secretos bien guardados
En la costa del Este, próxima a El Yunque, podemos alojarnos en la cumbre de una colina con vista al Atlántico y a sus pies la sucesión de playas de Luquillo. Hacia el Sudoeste está el mar Caribe con establecimientos en Cabo Rojo, La Parguera y Salinas, mar con fondo de montañas. Y con la atracción de la ciudad colonial de Ponce.
Los amantes del surf prefieren estar en Rincón y los otros, ver en el invierno el paso de las ballenas jorobadas. Por último, hay paradores en plena cordillera entre plantaciones de café. Es un repertorio de 24 posibilidades con el agregado de la cocina típica porque tienen mesones gastronómicos. Cada hotel es distinto, pero tienen en común el ambiente familiar y precios razonables. La única advertencia es reservar con tiempo, porque es uno de los secretos mejor guardados de los puertorriqueños para ser disfrutados por ellos.
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