
Ayer cometí un error. No pude contenerme y hablé de más.
Nicolás me mandó un mail (me tiene hasta acá con los mails) preguntándome cuándo nos juntábamos con los abogados para seguir con el tema alimentos, y ya que estábamos, para empezar a hablar del tema "bienes".
Lo llamé por teléfono y le dije "No sé cuándo nos juntamos con los abogados. No sé qué vamos a hacer con la casa o los bienes. Lo que me pregunto es porqué tenés una urgencia asombrosa por liquidar los asuntos legales.
Ahora, me llama poderosamente la atención que en NINGÚN momento hayas mencionado un régimen de visitas para estar con tus hijos, por ejemplo. En ninguno de tus "memos" hacés referencia a ellos. De repente parece que el único asunto a arreglar, fueran los objetos y las baratijas.
Sabés qué? Me importan un pito. Quedate con todo. Lo que no negocio ni voy a negociar jamás, es el bienestar de los chicos.
Así que vos abogá por tus intereses, que yo lo haré por el de tus hijos."
Y corté.
No volvió a llamar, por suerte, hasta la noche, momento en el que se apareció por casa, para llevar a los dos más grandes a comer (Lucas ya dormía).
Me saludó como si nada. Como anestesiado. Así como está desde hace un tiempo.
Y yo, que soy una arteria efervescente, no lo puedo creer.
Pero como me dijo mi padre: "podés obligarlo a que pague la cuota de alimentos, pero no a que quiera ver a sus hijos".
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
