Mora Bianchi y el éxito de Margarita: "Busco estar en el aquí y ahora"

 

¿Cómo estás, Mori? ¿Caés en todo lo que te va pasando?
Ay, no, hay veces que caigo, hay veces que no, pero siento que es un buen equilibrio. Mejor de a poco, estoy en una etapa increíble.

 
¿Cuándo y cómo te convertiste en Margarita?
Es buenísimo romantizarlo, pero siempre hay un proceso detrás. Yo lo soñé toda mi vida y todo el mundo lo sabe. Estudio desde que soy muy chiquita para esto, siempre decía: “Voy a ser actriz”. En unas vacaciones con mis papás en Brasil, mi mamá me dijo por qué no probaba ir a la academia de Cris Morena. Mandé mi casting y quedé, pero yo necesitaba la beca y no había. Entonces, bueno, solté, pensé que ya saldría alguna otra cosa. Justo en ese momento estaban con las audiciones de Margarita. Yo no lo sabía porque era súper cerrado. Pero me llamaron, me ofrecieron hacer el casting y acepté. Cris, por su lado, cuenta que no encontraban a Margarita, y ya estaban en la última instancia. Tenía que salir tanto para ellos como para mí, porque si esto no salía, yo ya tenía que buscar una carrera, estaba terminando el colegio. Fue como que los dos mundos se encontraron en la última oportunidad. A partir de ahí, fue toda una locura hermosa, porque conocí mucha gente, muchos amigos, mucho aprendizaje.

Estuvieron un año entero preparándose para empezar a grabar.
Exacto, sí, un año de entrenamiento: canto, actuación, baile con maestros súper capacitados. Y Cris, que es una gran maestra de la vida. Siempre me sirve muchísimo su punto de vista. Ya van dos o tres años desde que arranqué... Imaginate el aprendizaje que me estoy llevando. 

¿Cómo es tu vínculo con Cris Morena? 
La amo, es una gran compañera y maestra. Organiza almuerzos con todos, para ver cómo estamos, porque la vida va rapidísima y más en esta instancia en la que estamos nosotros. Siempre nos invita a almorzar y charlamos y nos pregunta cómo estamos y nos sigue enseñando. 

¿Qué es lo último que aprendiste de ella?
Lo último, literal, fue en un almuerzo que tuve hace unos días. Bueno, es evidente el cambio gigante que me pasó, y nos pasó a todos, con la gente, con las cámaras, con todo..., y, obvio, a veces cuesta, porque pasé de estar tirada en mi sillón o en Brasil en esas vacaciones con mis papás, donde no me conocía nadie, a de repente ser una persona muy conocida, con mucha exposición. Ella me dijo: “Vos estás acá hoy en día por la gente. Lo vas a tener que aprender a llevar y nosotros te vamos a ayudar”, porque es re complicado. Me pasa que me veo en esas niñas y a la vez me veo en la mujer que soy hoy, y quiero empatizar con ambas. Necesito cuidarme a mí y, a la vez, cuidar y respetar a esa niña con esos ojos ilusionados que quiere ver a Margarita. Entonces, Cris en esa charla me enseñó mucho y me sigue enseñando hoy en día. 

¿Qué es lo más difícil de la popularidad?
Aprender a regular la energía. Yo quiero siempre hacerles bien a todos. Pero no tengo que olvidarme de mí, estoy aprendiendo a cuidarme.

¿Te agobió en algún momento?
Tuve algunos momentos de pequeñas alarmas, pero en esos momentos de ahogo, de repente aparecen las manos de mi familia, mis amigos, la gente que me rodea. Todos me dicen: “No estoy en tu lugar, pero tomá mi mano”. Y de repente solo necesitaba sentarme, hablar con alguien, contarle lo que sentía, liberar. Porque no dejo ser de ser una chica con 21 años recién cumplidos, que en estos 3 años para mí pasaron 10, o sea, imaginate, la vida pasa rapidísimo en estos momentos. Entonces, está bueno frenar y pedir ayuda a veces.

¿Qué herramientas propias empezaste a construir?
Hace unos meses no hubiese sabido qué decirte, pero arranqué coaching, terapia, eso te ayuda a tener las herramientas por si en algún momento las necesito. Lo que hago cuando estoy medio así es buscar a mi niña interior. Recordarme quién soy, qué soñé, que esa nena soy yo también. Agarrarla de la mano y decir: “Tranqui, todo está bien”.

¿Cómo era Mora de niña? Esa niña que visualizás...
Muy inocente, muy “la vida color rosa” y muy amorosa todo el tiempo. Me la imagino con los ojitos brillosos y digo: “Ahí necesito volver”.

Sos romántica. ¿Estás deseando tener un amor?, o sea, ¿tuviste ya amores adolescentes o todavía no tuviste un primer gran amor? 
Sí, tuve, re. Soy enamoradiza, me encanta el amor y estar acompañada.

¿Y ahora? ¿Estás en pareja?
No, porque estoy en una etapa en la que no tengo tiempo. Pero estoy bien, estoy disfrutando, estoy contenta, no estoy poniéndome responsabilidades ni obligaciones por fuera de lo que es Margarita y mi trabajo, y los vínculos personales que ya tengo. 

¿Te cuesta sostener los vínculos con tus amigas de siempre?
Por suerte estoy muy bien rodeada y me súper entienden cuando no puedo estar. Me hace muy bien cómo me contienen.

También tu mamá es muy importante en todo esto, ella te alentó para que fuera posible, ¡y hasta hizo rituales!
Mi mamá, cuando conté lo del papelito, me dijo: “Me hiciste quedar como una brujita” (risas). Mi mamá ama la ley de atracción, me la inculcó de chica, siempre. Y es cierto que escribió “Mora en una serie de Cris Morena”. Hay mucha gente que escribe, como mi mamá, y pone en una velita y pide a la noche, tipo “esto va a pasar”, en positivo. “Mora en una serie de Cris Morena; Mora no sé qué; Agustín (mi hermano) en tal cosa”. Esa es mi mamá, mientras que para mí es más como pensarlo ya hecho. Visualizar. Yo no escribo, pero obvio que creo.

Tu mamá también fue la que insistió con que te dejaras los rulos...
Ay, sí, en pandemia me planchaba el pelo 45 minutos frente al espejo todos los días. Hasta que hice un proyecto en el que me dijeron: “Queremos los rulos”. Me gustó y me los empecé a dejar de a poco... Pero imaginate, tenía un casting con Cris Morena, tenía que estar re prolija, yo quería ir con el pelo plachado. Y mamá me dijo: “No, no, por favor, dejátelos”. Y bueno, gracias, mami.
 

¿Qué te pasó con hacer la historia de Floricienta? 

Yo no había visto mucho de Cris. No me crié con ella, como muchos. Pero sí, al momento de quedar en Margarita, asumí una responsabilidad. Esto era un spin-off, mi madre era Floricienta, alguien muy querida, mi familia era alguien importante en la historia, y tuve que tomar esa responsabilidad también para con el público. Entonces, me encargué de verla, de analizarla, de estudiarla mucho a ella. 

 

Contame del grupo de trabajo que se armó, ¿son un grupo de amigos? ¿Es una familia? ¿Hay parejas? 

Es lo más. Nos vamos de vacaciones juntos, dormimos juntos, convivimos para la serie, no nos despegamos. Ahora hace semanas que no los veo y ya tengo abstinencia. Pero nos escribimos todo el tiempo. 

¿Tienen grupo de WhatsApp? ¿Cómo se llama?
Obvio, tenemos 20. Tenemos uno que se llama “Culebrón”, que era de la primera temporada, pero ahora se sumaron nuevos personajes, entonces tenemos otro. Después el de las chicas, el de los chicos.

El grupo de las chicas de Margarita, ¿cómo se llama? 
“Cuarto chicas”. Y si no, tenemos otro: “Stop the show”. Es muy cliché decir que somos una familia, pero la verdad es que somos una familia que se ama, estamos juntos y, a la vez, tenemos nuestras cosas. Hay peleas, hay desacuerdos, hay desencuentros que se terminan arreglando.

Y cuando tenés un tema que te pasa, ¿encontrás en ese grupo con quién hablar o tenés que ir a tu casa o con tus amigas de siempre? 
Y, es miti-miti, porque ellas entienden muy bien lo que me pasa, porque lo viven, porque me ven mucho más que mi familia y que mis amigas de La Plata. Entonces acudo mucho a ellas y, a la vez, a veces necesito la mirada de afuera, la mirada del que no sabe. Entonces muchas veces acudo a mis amigas y a alguien de afuera como mi mamá. Hablo mucho con mi mamá. 

¿Qué cosas extrañás de tu vida previa a Margarita?
Extraño poder estar horas sentada mirando una serie, pero ahora no puedo. No por tiempo, sino porque me acostumbré tanto a estar a full, a estar todo el tiempo haciendo algo, que me siento y puedo estar solo una o dos horas, porque si no, ya empiezo a mover la piernita y quiero hacer algo. Se me empiezan a cruzar pensamientos y pensamientos.

¿Estás más ansiosa?
Estoy con mil cosas en la cabeza, y es normal. Soy cuidadosa de no romantizar nada. Es todo súper lindo, lo que estoy viviendo, pero te pasan cosas también: inseguridades, miedos, si dije esto bien, si estará bien que haga esto. A cada uno le pasan cosas distintas en el trabajo. Hoy mi trabajo es este e intento vivirlo lo mejor posible.

¿Qué te pasó en los Martín Fierro con todo lo que se generó de que si ganabas vos, si ganaba Lola (Abraldes)? 
Son mis primeros premios y los primeros premios de todos. Así que imaginate la ilusión. Yo estaba preparada para cualquier cosa. Por suerte somos todos tan amigos que, de repente, si yo me sentí mal o si Lola se sintió mal, la agarro del brazo: “Vení, vamos a hablar. Pasó esto, no pasa nada, disfrutalo vos, disfrutalo, disfrutalo, y yo disfruto por mi lado verte feliz”. Y a mí me tocará en otro momento. O sea, no es todo tan grave, ¿viste? Por algo, gracias a Dios, somos tan unidos todos.

Además, se fueron de viaje juntas después, está todo súper bien...
Sí, pero un poco divierte también. Después estábamos nosotras tiradas en la cama leyendo todo y riéndonos.
 

¿Y qué se viene? ¿Ya grabaron la segunda, la tercera?

Grabamos cinco temporadas, no sé (risas). No, grabamos ya dos temporadas, ya estamos listos para largar todo. Queremos que estas temporadas sean distintas y están buenísimas, les van a encantar. Los personajes crecen en edad, en mentalidad, en canciones, en enseñanzas. El público crece con nosotros también y está muy buena.

¿Qué te enseñó a vos Margarita? 
Me trajo mucho esto que hablábamos hoy de buscar mi niña interior. Porque Margarita es como una niña, es inocente, es todo lo que quizá tiene una niña y después, al crecer, una se va poniendo más dura y responsable, y de repente ves a la niña que no le importa nada y estaría bueno tener un poco de eso. Busco estar en el aquí y ahora como ella.

¿Cómo celebrás vos los logros que vas consiguiendo? 
Festejo ante todo. O sea, palmadita en la espalda para mí y decir: “Bien, un paso más, divino, está todo bien”. Y después con mi familia y con mis amigos, siempre charlándolo y diciendo: “Che, mirá hasta dónde llegaste, hasta dónde llegamos”, porque esto es de todos y es una felicidad enorme. Siempre, en familia, todo es más lindo.
 

¿Qué te pasa con la responsabilidad de ser referente de las niñas?
Me pesa, pero trato de manejarlo lo mejor que puedo y esa es mi palmadita en la espalda. Estoy haciendo lo mejor que puedo, agarrándome de las manos de los que necesito, pidiendo ayuda si hace falta.  Aprendo de lo que me sale bien y también de lo que me sale mal.

¿Te perdonás cuando algo te sale mal o sos muy exigente?
Me perdono, pero me cuesta. A veces siento que estoy en esto desde hace un montón, que ya tendría que haber aprendido. Pero después me doy cuenta de que hace tres años tenía otra vida, que, aunque yo sienta que hace 20 años que estoy trabajando de esto, no es así, todavía estoy aprendiendo, me puedo equivocar.

¿Cómo ves a los niños de hoy?
Voy a parecer una señora, pero ¡qué grandes que están! De repente una niña de siete años es gigante, o sea, altísima, son más altos que yo. Tengo registro de cómo eran los niños antes y después de Margarita. Me di cuenta del cambio que una serie infantojuvenil genera en los niños y en las familias. Vienen los niños a los shows a vivir la niñez, la ilusión, creyendo de nuevo que todo es color de rosa, como tiene que ser a esa edad, que los problemas vienen después. Es eso, no quemar etapas. Sos niño, todavía: mirá Margarita y creé que todo es real.

¿Qué deseás para Margarita?
Deseo seguir alegrando a las familias. Que no se pierda eso de sentarse todos a la noche a cenar y a ver Margarita, o estar en el auto y escuchar Margarita. Borrar un poco los problemas... Ojalá que siga así por un largo rato.

¿Y para vos, en 2026? 
No sé, cumplí tantos sueños que me quedé sin ideas (risas).

El miedo de desear porque todo se te cumple.
¡Claro! Ojo con lo que deseás. No sé, mucha salud, felicidad y paz. Eso: lo que tenga que venir, que sea con salud, felicidad y paz ante todo.