Halloween: esta es la verdadera razón por la que se da dulces en la Noche de Brujas

El origen de Halloween se remonta a más de dos mil años, al festival celta de Samhain, una celebración que marcaba el fin de la cosecha y el comienzo del invierno. En esa fecha, se creía que el mundo de los vivos y el de los muertos se conectaban, permitiendo que los espíritus regresaran a la Tierra. Para protegerse, las personas encendían fogatas y usaban máscaras o disfraces que confundieran a las almas errantes.

Con la expansión del cristianismo, esta festividad se transformó en el Día de Todos los Santos, y la noche previa conocida como el All Hallows’ Eve terminó derivando en el nombre “Halloween”. En la Edad Media, especialmente en Inglaterra e Irlanda surgió la costumbre de que los más pobres pidieran “pasteles del alma” a cambio de oraciones por los difuntos. Este gesto solidario fue el antecedente directo del actual “truco o trato”.

Cuando los inmigrantes irlandeses y escoceses llegaron a Estados Unidos en el siglo XIX, llevaron consigo estas tradiciones que, con el tiempo, se adaptaron a una versión más festiva y familiar. Los niños comenzaron a recorrer las casas del vecindario pidiendo dulces en lugar de comida, y las calabazas talladas inspiradas en la leyenda de Jack O’Lantern se convirtieron en el emblema de la noche. Hoy, Halloween se celebra en todo el mundo como una mezcla de diversión, fantasía y convivencia comunitaria. Detrás de cada disfraz y de cada puñado de caramelos, sobrevive una historia que habla de la unión entre la vida, la muerte y la necesidad humana de compartir.