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Así es la casa de Lucía Piñero, que ella misma reformó

La casa de Lucía Piñero es un refugio que ella misma reformó, donde mandan la simpleza, la practicidad y los espacios abiertos.


Lucía Piñero y su hija disfrutan del nuevo hogar.

Lucía Piñero y su hija disfrutan del nuevo hogar. - Créditos: Gustavo Sancricca



H ay una casa que supo ser melliza pegada a la de Lucía Piñero. Es imposible adivinarlo porque muy poco de esa construcción original sobrevivió a la reforma que ella misma lideró, pero su presencia es un testimonio. Desde los techos de dos aguas hasta la fachada, todo fue sometido al análisis de la dueña en un proceso que terminó en marzo del año pasado, con una mudanza. Minimalista y práctica, nadie mejor que Lucía para poner en ladrillos las necesidades de su familia.

“Hace tres años vendimos nuestra casa y salimos a alquilar. Queríamos comprar algo para reformar y buscamos casi un año hasta que apareció esta casa”, explica. Con lo que no contaban era con que, en ese período de búsqueda, iba a quedar embarazada de su tercera hija. Mucho menos que el inicio de la obra iba a coincidir con el nacimiento de Amanda. Sin embargo, para Lucía, la carrera y la maternidad vienen de la mano desde hace tiempo: se recibió de maestra mayor de obras estando embarazada de mellizos y desde que nacieron que se dedica a hacer reformas junto con un compañero de la facultad.

“La casa era muy cortada: tenía muchos ambientes muy chiquitos y miles de paredes internas”, explica Lucía. El jardín y la ubicación privilegiada, en pleno San Isidro, fueron lo que inclinó la balanza a favor del chalet que hoy es una casa casi nueva. En tiempos de plantas abiertas y espacios integrados, parte del desafío estuvo en repensar toda la distribución y animarse a tirar abajo para apostar por un lugar completamente nuevo.

Para recibir al otoño

La mesa con tapa de melamina fue hecha por Lucía.

La mesa con tapa de melamina fue hecha por Lucía. - Créditos: Gustavo Sancricca

Aunque hoy esté sumergida en el mundo de la construcción y el diseño de interiores, la primera formación de Lucía Piñero fue en bellas artes. Ya no tiene su taller de pintura tan presente, pero un recorrido por la casa sirve para descubrir esa creatividad que sigue intacta en un nuevo soporte. “El living y el comedor son una de las pocas cosas que mantuvimos del plano original. Lo que sí hicimos fue unirlos, porque eran dos espacios separados”, cuenta Lucía. En esa opción por integrar los ambientes habían perdido la chimenea, algo que no estaban dispuestos a resignar. “Lo que hicimos fue comprar una salamandra grande que acompañamos con un mueble a los costados. Lo hicimos con los marcos de las puertas originales y una tapa y bordes de hierro que pudieran resistir a las temperaturas altas. La decisión de dejar ese espacio a los costados para la leña también tuvo que ver con eso”, explica. Un sillón Chesterfield original en cuero, un juego de sillones escandinavos restaurados, dos mesas de petiribí y una alfombra de cuero completan la propuesta.

Dormir comunicados

El amarillo y los tonos azules fueron los elegidos para unificar la deco de los dormitorios.

El amarillo y los tonos azules fueron los elegidos para unificar la deco de los dormitorios. - Créditos: Gustavo Sancricca

Los hijos mayores de Lucía son mellizos, un varón y una mujer. Con la idea de que cada uno tuviera su espacio sin perder la complicidad, se hizo un cuarto para cada uno, pero están comunicados y unidos a través del color. La estética es minimalista, con su pared bicolor, camas de hierro (Ensamble), un escritorio antiguo y alfombra (Ikea). La cuna de Amanda fue hecha por un cuñado, que la hizo para su hijo: “Es un diseño Montessori, se piensan con la idea de que sean independientes y puedan acostarse o bajarse de la cuna solos. En la teoría es buenísimo, pero en la práctica cuesta un poco más”, explica riéndose.

En el caso de su cuarto, el respaldo de la cama fue diseñado y hecho a mano por Lucía en un curso de herrería. Para seguir con la misma paleta que el cuarto de sus hijos, eligió acolchados y almohadones en los mismos tonos, que parecen hechos por encargo, pero son dos aciertos que compró en tiendas de cadenas (Arredo y Sodimac). Sobre su mesa de luz, una escultura hecha por su madre y una pintura de Milagros Pini.

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